“Que no nos rechacen porque
tenemos cáncer”
Más
de 500 personas realizaron este martes una jornada de protesta por los derechos
de los niños con cáncer, que consistió en una caminata desde el Parque de las
Banderas hasta la Plazoleta de San Francisco. Historia de lucha a pesar de la
ley.
Más
de 500 personas caminaron por las calles de Cali para exigir el cumplimiento de
los derechos de los niños con cáncer.
“Que canten los niños que alcen la voz
que hagan al mundo escuchar,
que unan sus voces y lleguen al sol que en ellos está la verdad,
que canten los niños que viven en paz
y aquellos que sufren dolor”...
Jennily Arroyo tiene 11 años. Es
trigueña y su rostro evidencia el sufrimiento. Durante dos años, agujas,
mangueras y otros aparatos parecieron extensiones de su cuerpo. Las colas que
les hacen a las niñas en el pelo fueron un sueño para ella.
El
martes, lejos de la sala de hospital cantó fuerte: “Quiero que no nos rechacen
por tener cáncer. No tenemos la culpa, quiero que nos amen como somos”.
A
pesar de su delgada voz habla fuerte, como la guerrera que es. Explica que el
mal se está yendo de su sangre y ahora sí podrá ser una niña “normal como esas
que tienen todas las defensas y pueden salir a la calle, sin enfermarse”.
Jennily iba en una de las chivas
que ayer recorrió Cali desde el Parque de Las Banderas hasta la Plazoleta de
San Francisco. Con colores y cantos alegres elevaron su voz —junto a sus padres
y cerca de 500 personas— para exigir el cumplimiento de sus derechos.
A
pesar de sus dolencias, de llevar tapabocas para no contagiarse de otros males,
de sus medidas fuerzas, los niños iban felices. Batían sus manos desde las
chivas y saludaban a los curiosos.
Por
la ventana de un edificio de una EPS del Régimen Subsidiado por donde pasó la marcha
se asomaban funcionarios, luego continuaban con su trabajo.
A
esas mismas EPS los caminantes les reclamaban mejor atención. “Que no se mueran
nuestros niños por falta de atención en las EPS”, se leía en una de las
pancartas pegada a la chiva.
En
otra estaba la foto de Yunier Andrés Cardona. Lucía
feliz, inquieto como un niño a sus 7 años. El rostro del hombre que llevaba el
pendón reflejaba tristeza.
Un
tumor en el hígado le arrebató la vida a Yunier.
Murió ocho meses después que fallaran una tutela a su favor para hacerle una
cirugía. Nunca se cumplió.
Íngrid Montenegro. Tambo (Cauca),
8 años. Sabe bien lo que significa ser ignorada por los responsables de la
seguridad social en este país, sólo que lo explica a su manera: “Lo que no me
gusta de estar enferma es cuando el carné no deja que me atiendan. Tengo que
irme para la casa porque no me dejan entrar al hospital y me sale sangre por la
boca”.
Que canten los niños...
No
sólo los niños alzaron la voz. También lo hicieron sus padres. Muchos con
melancolía y unos tantos con esperanza.
Milena
Correa es la madre de Katerín. Fue sola a la marcha
porque su hija está convaleciente. Intenta que la escuchen porque lleva seis
años esperando un examen que le define si su hija está enferma de cáncer.
“Primero me dijeron que tenía leucemia, ahora que es hemofilia. Todavía no me
le dan medicamentos y le dan unos dolores terribles y tengo que calmárselos con
dólex”, narra la mujer.
Susana
Arroyo trajo al mundo a Jennily, la niña trigueña de
11 años. Sostiene que no sólo se enfrentan los efectos del cáncer, sino la
indiferencia de la gente, de algunos médicos y directivos. También el
padecimiento de los niños. Pero ayer irradiaba alegría porque su hija parece
que ya está libre del mal.
“Estoy
acá porque hay que apoyar a los niños y sus familias que apenas están empezando
en este largo camino. Hay que tener fe”, señala.
Carmen, otra mujer, iba con una pancarta enorme: “Si sus derechos se hubieran
cumplido, mi hijo aún estaría conmigo”.
“Que
canten por esos que no cantarán porque han apagado su voz”...