Aspectos
biológicos y ambientes son determinantes para la formación de la personalidad
infantil
Una personalidad sana se desarrolla cuando los padres
ejercen límites claros y cuando respetan las desiciones
de sus hijos, a través de una actitud equilibrada.
María
Isabel Guerrero, sicóloga infantil, explica que la personalidad consiste en
"patrones duraderos de percibir, relacionarse y pensar acerca del ambiente
y de uno mismo, que acompañan al ser humano durante toda su vida".
Es
decir, para que se pueda hablar de personalidad, el individuo tiene que mostrar
una serie de patrones, sentimientos, pensamientos y comportamientos permanentes
que lo hacen único. "Sin embargo, esta no se ve reflejada solo en los
comportamientos, también en el modo como se manejan las relaciones, puesto que
la persona tiene diferentes formas de expresar sus ideas, pensamientos y
comportamientos", comenta Paula Bernal, sicóloga infantil.
Heredado
y aprendido
En ese
sentido, la doctora Bernal añade que la personalidad está influenciada tanto
por aspectos biológicos como ambientales dados en la crianza y en la
interacción con el medio. Entonces, lo que es una persona aparece de la mezcla
entre lo genético y su entorno. Se puede asegurar que los rasgos de
personalidad se empiezan a formar desde la infancia y las etapas anteriores a
la adultez.
"En
este sentido, la construcción de la personalidad comienza desde que nacemos, en
las primeras relaciones de apego con los cuidadores y en la interacción con los
padres", señala Paula Bernal.
En una
de las clasificaciones que ha utilizado la sicología,
se nominan los principales rasgos de personalidad por opuestos, de la siguiente
manera: reservado o abierto, afectado a nivel de sentimientos o emocionalmente
estable, calmado o excitable, sumiso o dominante, sobrio o entusiasta,
despreocupado o consciente, cohibido o emprendedor, de sensibilidad dura o
sensible, seguro o dubitativo, sereno o aprensivo, sociable o autosuficiente,
poco integrado o integrado y relajado o tenso.
Dejarlos
ser
Hay
que tener presente que durante el proceso de construcción de la personalidad,
es necesario que los niños puedan desarrollarla sin sentirse anulados en el
proceso o sin que los padres se sientan asustados durante el mismo. Una
personalidad sana se puede desarrollar con la presencia de límites claros,
apropiados, con amor, respeto y padres que tengan actitudes y emociones
equilibradas.
Muchas
veces los niños desobedecen y pueden parecer obstinados, pero es fundamental
que los padres tengan claridad sobre lo que se debe esperar de un niño, los
límites que van a establecer y las estrategias que van a utilizar para que sus
hijos puedan aprender a actuar de manera independiente, responsable y saludable
en el mundo. En esos casos, el rol de los padres es estar disponibles como
guías.
La
función del entorno infantil
Los primeros
años de vida son determinantes, en especial dentro de la familia, pues es la
que más contribuye a la configuración de la personalidad. La familia
autoritaria y rígida suele ser característica de las personalidades
ambivalentes. Ante padres arbitrarios que amenazan a sus hijos, estos suelen
desarrollar personalidades agresivas y socialmente poco asertivas. La familia sobreprotectora deja al niño desamparado ante la hostilidad
ambiental, dando lugar a personalidades sin capacidad para desenvolverse en la
vida. En las familias con padres separados los hijos podrían ser inseguros,
inestables afectivos y sociales.
Por: Melissa Serrato Ramírez