ÉLIDA DUEÑAS ESPECIAL PARA ELTIEMPO* El sueño, que es imprescindible para la
vida, es vital en el proceso de desarrollo de los niños: contribuye con la
maduración cerebral en las primeras etapas del crecimiento; favorece el
aprendizaje –porque participa en el procesamiento de la información, y facilita
la consolidación de la memoria.
Como otras conductas que los padres enseñan a regular a sus hijos, dormir
bien es un hábito que debe aprenderse desde la infancia. No es para menos: no
dormir lo suficiente disminuye el nivel de activación y de alerta durante la
vigilia (y, por tanto, el rendimiento durante el día), los hace menos eficaces
y más lentos, aumenta el riesgo de accidentes de todo tipo y deteriora su
estado de salud, pues el sistema de defensas se activa y fortalece durante el
sueño.
Es importante tener en cuenta que durante el sueño la respiración de los
niños se reduce, de modo que situaciones especiales como las enfermedades y los
trastornos respiratorios elevan los riesgos para los pequeños mientras duermen.
No se trata de un asunto aislado: se estima que uno de cada cuatro niños
experimenta, en algún momento de su vida, problemas para dormir, que incluyen
desde dificultad para conciliar el sueño y permanecer dormidos hasta desórdenes
más serios, como la apnea obstructiva del sueño.
Los efectos pueden ser graves Muchos de estos problemas tienen su origen en
la forma como los niños respiran cuando duermen, lo que trae como consecuencia
un déficit de oxígeno. Aunque los efectos pueden llegar a ser graves, solo una
mínima parte de los afectados consulta con el médico.
La alteración respiratoria del sueño tiene su expresión máxima en el
síndrome de apnea obstructiva del sueño, que afecta al 3 por ciento de la
población infantil. Sin embargo hay otras causas (ver recuadro).
Los déficits de oxígeno que sufren los niños
mientras duermen se han asociado a problemas de atención, hiperactividad, bajo
rendimiento escolar, problemas cardíacos, obesidad, diabetes, irritabilidad,
fatiga, depresión, dificultades de aprendizaje e incluso con el síndrome de
muerte súbita en el lactante.
También a episodios de aparente amenaza a la vida, en los cuales se piensa
que el niño va a morir, no sólo durante el sueño sino cuando está despierto o
comiendo.
Lo importante es que todo esto puede prevenirse, si el problema recibe
atención oportuna de un neumólogo pediatra.
* NEUMÓLOGA PEDIATRA, MIEMBRO DE