ANNIE DE ACEVEDO PSICÓLOGA A todos los padres nos llega el momento en que
los hijos se van y nos quedamos solos. Es la ley de la vida y es positivo que
nuestros retoños logren independencia y autonomía, este es el propósito de toda
buena crianza. Cumplida la meta con ellos, los padres se encuentran solos
nuevamente como al inicio de su relación pero con grandes diferencias. Son
pocos los que tienen una buena relación de pareja independiente de los hijos,
por esta razón el impacto de esta transición se vive de diferentes maneras pero
es indudable que nos afecta de una forma u otra.
Por eso, es tan importante cultivar la relación de pareja y no dejarla de
lado en aras de los hijos. Si no resultó, es importante fortalecer nuestra individualidad,
no es bueno generar dependencia de los hijos ni de nadie.
Ante esto no debemos sucumbir sino más bien entrar a hacer un trabajo de
crecimiento personal interior.
Aquellos que tienen pareja pueden pasar también por un periodo de ajuste
incómodo. Hay que redescubrir a la otra persona y crear nuevas rutinas y
rituales que sean satisfactorias para ambos.
Aquí vemos la importancia de no confundir el amor con la dependencia. El
verdadero amor se basa en un profundo respeto por la independencia de los
otros. La dependencia, por el contrario, es una carga pesada que nos debilita
con el tiempo. Así debemos criar a nuestros hijos, fuertes y autosuficientes,
pero con capacidad de amar a los que los rodean.
El nido vacío llega por que llega y vemos la importancia de cultivarnos como
seres humanos. A pesar de la ausencia de los hijos se puede continuar siendo
productivo y feliz, es una nueva ‘etapa’ y como tal se debe reconocer, tener un
nuevo plan de vida se vuelve necesario.
Ojalá tenga un círculo de amigos que sirva de compañía, alguna afición o
trabajo, un deporte u otra actividad que lo haga sentir útil. Esta es una buena
reflexión para este inicio de año.
Su nido está vacío, pero su corazón puede estar contento.
annieacevedo@hotmail.com