La discusión sobre la reforma de la educación superior ha estado
interesante, pero el tema de la educación en realidad no se tocó. Por falta de
ideas sobre educación, los estudiantes pasaron rápidamente de pedir plata para
las universidades a hacer demandas sobre el petróleo, el TLC y a repetir
conocidas consignas y aspiraciones de la izquierda.
Llevamos años eludiendo esa discusión y preservando el statu quo. El sistema
de educación superior es vetusto, excluyente, credencialista,
elitista y muy poco imaginativo. Es necesario crear una dinámica distinta que
se acerque a las necesidades y que abra una puerta para que se eduque más
gente, no solamente los jóvenes, sin imponerle a la sociedad cargas financieras
exageradas. Idealmente, la educación post secundaria debería ser una sola, no
un sistema segmentado en el que unos van a las universidades y otros quedan
relegados a carreras técnicas intermedias o a capacitación para el trabajo. El
sistema debe integrar a los distintos tipos de instituciones que ofrecen
educación post secundaria estableciendo etapas y creando vasos comunicantes y
puentes que permitan que las personas, independientemente de donde comenzaron,
puedan aspirar a ingresar y a graduarse de cualquier otra institución de
educación post secundaria.
Un gran defecto de la educación superior en Colombia es que está orientada a
producir credenciales, no conocimiento y es este, no los diplomas, lo que
promueve el crecimiento económico y el progreso social. Existe un acuerdo
implícito entre el sistema educativo y los agentes del mercado laboral que hace
que solamente los que hayan obtenido un título universitario entran al segmento
de ese mercado que tiene los mejores salarios y las mejores condiciones de
trabajo. Esto induce un exceso de demanda de diplomas y representa un
desperdicio de recursos y de oportunidades, pues se desdeña a priori a quienes
han adquirido conocimiento y capacidades laborales por otros caminos. Es un
sistema eficiente para los empleadores y las universidades, pero promueve el
ingreso al mercado de trabajo de alto nivel de gente que no es capaz pero que
posee diplomas y segrega en contra de quienes no tienen diploma y son
capacitados.
Por el énfasis en credenciales el sistema fomenta comportamientos perversos,
que son social y económicamente perjudiciales, como son la trampa, la copia, el
plagio y los demás métodos utilizados para obtener diplomas sin haber recibido
la educación correspondiente. Hay que modificar las metodologías y las
recompensas para motivar a las personas a buscar conocimiento durante toda su
vida y a educarse ellas mismas en los temas de su preferencia dentro y fuera
del sistema educativo superior formal. El país necesita más inventores, más
artistas, más filólogos, más músicos, mejor literatura, más pensadores y muchos
autodidactas, de la misma manera que requiere ingenieros, MBAs
y profesionales de la salud. También se necesitan opciones para que puedan
educarse a su propio ritmo las bailarinas de ballet, los jugadores profesionales,
todos los que están trabajando de día o de noche, los que no quieren invertir
cuatro o cinco años antes de salir a trabajar, o quieren estudiar por etapas
para poder pagar sus estudios.
El sistema de educación superior debe ser de entrada libre para que todos
puedan acceder a él. Esto requiere que instituciones distintas a las
universidades admitan y nivelen académicamente a los estudiantes con
deficiencias educativas, les ofrezcan los ciclos básicos del currículo
universitario y creen alternativas de acceso a la educación superior y al
mercado laboral (continúa...)