Editorial: Mundo vulnerable, país desigual

La desigualdad sigue siendo el lunar cuando se revisan los avances socioeconómicos de Colombia en los últimos años. Así lo registra la publicación del más reciente informe de desarrollo humano de las Naciones Unidas.

Dedicado este año a la conexión entre sostenibilidad ambiental y equidad social, recoge datos de unos 187 países del mundo. Con esa información, los investigadores del PNUD han estudiado la forma en que las amenazas ecológicas impactan de manera negativa a las poblaciones más pobres y exacerban sus índices de vulnerabilidad.

Las personas con menos ingresos sufren no solo problemas globales como la deforestación, la desertificación y el cambio climático, sino también locales, como la contaminación urbana y domiciliaria y la falta de saneamiento básico.

Y habría que añadir las tensiones presentes en la selección de políticas públicas que pueden aumentar la equidad, pero con consecuencias negativas en el medio ambiente.

Esta es una reflexión que resuena en momentos en que el país continúa padeciendo los estragos de las olas invernales. En toda la geografía nacional el precario manejo de los cuerpos de agua, la construcción de viviendas en zonas de alto riesgo y la falta de ordenamiento territorial con sensibilidad ecológica han agravado los desastres generados por las copiosas lluvias.

A pesar de presentar un panorama tan preocupante, el informe trae también buenas calificaciones. Colombia figura entre los diez países con menor proporción de población pobre que sufre privaciones de origen ambiental. Dentro de estas se incluyen la carencia de agua potable y el uso de leña como combustible.

Asimismo, las tendencias del Índice de Desarrollo Humano (IDH) entre 1980 y el 2011 recogen una mejoría sostenida. En los tres componentes del indicador -la expectativa de vida, los años de escolaridad y el ingreso nacional bruto-, los registros nacionales son positivos.

El país supera el examen en la medición de la llamada pobreza multidimensional, con el 5,4 por ciento de la población bajo esta línea. Tal índice introduce en el cálculo factores como la salud, la educación y la calidad de vida. Dichos guarismos son el resultado de políticas estatales de reducción de la pobreza, avances en los servicios públicos urbanos y ampliación de las coberturas básicas.
Sin embargo, al ajustar los adelantos con los indicadores de desigualdad, el desarrollo humano de Colombia se desploma. De hecho, queda como la tercera sociedad más desigual dentro de los 129 países analizados, solo superada por Haití y Angola.

La concentración del ingreso en unas pocas manos es uno de los desafíos sociales y económicos más apremiantes para el país.
Aunque los pobres colombianos sean menos que en el pasado reciente, la distribución del crecimiento y la prosperidad sigue presentándose de manera desequilibrada. La necesidad de diseñar respuestas inmediatas a tal situación se ratifica cuando Argentina, Brasil y México, entre otras naciones de la región, alcanzan logros en este campo.

Una sociedad inequitativa es la prueba fehaciente de que los mecanismos de circulación de oportunidades y ascenso social están atascados. Grupos minoritarios de la población acceden a instrumentos que les permiten disfrutar de una porción más grande de la torta, mientras que el pedazo de la mayoría no crece al mismo ritmo. Los reportes mundiales ayudan a confirmar las tendencias con una mirada de largo plazo y una perspectiva regional. El planeta hoy está más vulnerable a los desastres ambientales y nuestro país, más desigual.

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