La memoria de la medicina del
país está en Bogotá
Así
eran las habitaciones, con cobijas importadas de Inglaterra.
La
historia del Hospital San Carlos, creado por Gustavo Restrepo, un rico
bogotano, para atender a los tuberculosos, es fascinante. Paso a paso está en
este Museo.
Bombillos
que tienen más 60 años -64 para ser exactos- todavía sirven. No es cuento. Son
gigantes, de la marca WH, importados en su momento y con uso durante los más 40
años que duró el Hospital San Carlos (1948 a 1994, cuando fue entregado al
Instituto de Seguro Social) iluminan el Museo de Ciencias de la Salud, en
la carrera 9 con calle 9 y que a partir de febrero hará parte del programa
'Siga, esta es su casa', de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deportes de
Bogotá.
Están
dentro de las lámparas, también importadas, que adornaban el hospital, una edificación
de ocho pisos en el barrio Gustavo Restrepo (sur de Bogotá), un regalo a la
ciudad de uno de sus hombres más ricos, Gustavo Restrepo, destinado a la
atención de las personas más humildes que padecían tuberculosis.
De
todo lo que se importó desde principios de la década de los años 40 quedan
algunas cosas, suficientes para contar la historia del Hospital. Lo que se
utilizó del mercado nacional para su funcionamiento fue bien poco:
prácticamente sólo los ladrillos.
De
resto: las cobijas, las sillas de ruedas y reclinomáticas,
la vajilla, los vasos y las copas de vidrio (con el nombre del Hospital
marcado), las servilletas, el proyector de cine, la loza, los equipos médicos y
hasta la ropa que usaban enfermos y enfermeras fue traído de Europa y de
Estados Unidos.
Las
servilletas son hermosas. Tienen cisnes grabados y según Nuria Nolla de Pinto, presidenta de la junta directiva del Museo,
farmacéutica graduada en Barcelona y bioquímica graduada en París y ex
trabajadora del Instituto Nacional de Salud, además de guardiana de la
historia de la medicina en Colombia, "son de papel seda e importadas de
Estados Unidos", dice.
Para
el doctor Héctor Maldonado Chacón, neumólogo y quien trabajó en el Hospital en
sus días de gloria, "es decir, cuando todavía atendía a las personas sin
invertir ni un solo peso" porque se financiaba con sus recursos muy bien
manejados, lo que hay en el Museo muestra "esa parte humana de la
medicina. Los enfermos eran atendidos integralmente en el lugar, tenían su biblioteca
propia, independientemente de la médica, que es muy completa y de la que
rescatamos unos 2.000 tomos. Además, recibían clases de telares y de
modistería, entre otros. Y eso sin contar que podían ver cine dos veces por
semana".
El
doctor Maldonado y la química Nuria Nolla de Pinto
trabajan para que esta historia siga vigente. Y no sólo con su sabiduría y los
objetos del Museo, donde también se puede ver la historia de la medicina en el
país, también con otras personas que hacen parte de la Sociedad de Amigos
del Museo, una de ellas una mujer que pasa por allí muchas veces y que
sobrevivió a la tuberculosis gracias al tratamiento en el Hospital, al cuidado,
al descanso permanente, a la atención cinco estrellas que recibió en el
lugar.
Fue
tal el trabajo que su primer administrador había ocupado ese mismo cargo en dos
de los más importantes hoteles de Bogotá de la época, el Regina y el Granada.
Otros
datos curiosos del Museo
El
Museo de Ciencias de la Salud es iniciativa de tres instituciones: la Fundación
Hospital San Carlos, la Universidad Nacional y el Instituto Nacional de Salud.
Funciona en la carrera 9a. No. 9-52, de martes a domingo, de 9 a.m. a 3 p.m.
Y
además, en uno de sus salones, dedicado a la medicina nacional, Nuria Nolla de Pinto muestra objetos que de no haber sido por su
conocimiento y dedicación se hubieran perdido. Allí hay, entre otros, una
nevera de hielo, una estufa de cultivo, un equipo de suero antiofídico de viaje, los utensilios donde se preparaba la
vacuna BCG (antituberculosa) y los tanquesitos de
morfina.
La
morfina llegaba al país importada en unas envolturas especiales y se ponía en
una máquina que la traspasaba a los pequeños frascos. Desde que se recibía
había un policía al lado y este sólo dejaba su trabajo cuando la morfina era
entregada en el Ministerio de Salud.
La
señora Nolla se encuentra actualmente trabajando en
otra sede del Museo, en el Instituto Nacional de Salud, organizando y
catalogando unos mil objetos. Algunos datan de 1896.
Según
afirma, la historia de la medicina en el mundo se cataloga y se lleva a los
museos desde mediados del siglo XIX.