Para ellos,
trabajar es un sueño que va más allá de las limitaciones físicas e
intelectuales. Historia de superación.
Tema superado. Que una bala se haya alojado en su columna por culpa de
un ladrón ya no le quita el sueño. Ni siquiera piensa en esa noche en la que le
robaron la motocicleta. Fue hace doce años, ya es un capítulo aparte.
Fabián Andrés Calvo se ocupa ahora en ser el mejor
profesional en la empresa en la que trabaja. Para eso, dice, no necesita que
sus piernas funcionen. Asumir su discapacidad y tener optimismo es lo único que
le basta al joven de 29 años.
“Esto es una bendición”, dice. Fabián hace parte de
esa minoría de la población con discapacidad caleña que trabaja de manera
permanente. En Cali hay 148.800 personas que sufren algún tipo de limitación
(física, visual, auditiva, cognitiva, entre otras). De ellas, solo 8.000
trabajan, en promedio, según la Secretaría de Bienestar Social de Cali.
Aunque “en la ciudad no existe la cultura de la
inclusión laboral de estas personas”, como dice Jaime Quevedo, titular de dicha
dependencia, muchas organizaciones se atrevieron a abrirle las puertas a
quienes hoy señalan como casos exitosos de superación.
Solo hay que recorrer la historia de Fabián. Hace
cinco años llegó a Gases de Occidente para contestar el conmutador, recibir
llamadas y guardar mensajes. Ya no tuvo que trabajar en cabinas telefónicas ni
en venta de minutos a celular en el barrio Bretaña, donde hoy vive.
Fabián no puede llegar tarde, recibe capacitaciones
a la par de sus compañeros, debe presentar buen rendimiento. Es un trabajador
más. “En la empresa se hicieron todas las adecuaciones para la silla de ruedas.
Lo primero que miré fue el acceso al baño. Al ver que podía entrar, descanse”. dice el joven mientras se ríe.
Ya obtuvo un ascenso. Es ahora auxiliar del centro
de documentación de la compañía. Se encarga del archivo y la correspondencia
física y electrónica. A la par, estudió temas de ventas, mercadeo,
contabilidad, sistemas, entre otros.
“Quedarse en silla de ruedas desde los 18 años es
fuerte. Pero tener una limitación física no significa no poder hacer las cosas.
Hay un mito de que la gente con limitaciones no puede hacer nada. Nosotros sí
damos resultados”.
El 80% de la población con discapacidad caleña no
trabaja, según el diagnóstico realizado por ‘Pacto de Productividad’, proyecto
interinstitucional que busca dinamizar el mercado laboral para esta población.
Es decir que más de 119.000 personas con discapacidad esperan una oportunidad
de trabajo.
Pero solo 4.700 personas con discapacidades están
buscando formalmente un empleo. Los temores de las familias, el tipo de
limitación y el difícil acceso a la educación impide, en ciertas ocasiones,
lanzarse al mundo laboral, explican expertos.
Elsy Rodríguez,
coordinadora en Cali del programa ‘Pacto de Productividad’, explica que “no es
que los empresarios sean malos. Es que hay desinformación sobre el tema”. Se
refiere a los beneficios tributarios y empresariales que implica su
contratación.
Actualmente el proyecto, coordinado por Comfandi, reune a 32 empresas de
la región que contratan personal proveniente de siete organizaciones que
trabajan para la inclusión laboral de personas con discapacidad en Cali.
El año pasado se logró la vinculación de 52
personas con contratos directos o de aprendizaje (prácticas estudiantiles del
Sena). De ellas, el 50% trabaja en cargos administrativos o técnicos,
operadores logísticos, asistentes contables, y operativos.
“Quienes estudian, como los aprendices del Sena,
por ejemplo, tienen una alta posibilidad de quedarse en la empresa porque su
trabajo es bien calificado”, indica Elsy Rodríguez.
Por eso Raquel, Cristian y Maribel van a ser
contratados en una empresa de litografía del barrio San Nicolás de Cali. Tienen
entre 23 y 24 años, hacen su práctica de técnicos en preprensa digital y su
discapacidad es auditiva.
“Hacen mucho más de lo que una persona normal puede
hacer. Son más entregados porque sienten que tienen que hacer mayor esfuerzo y
tienen mejor disposición para el trabajo”, aseguró Fernando Alomía, gerente de
Imágenes Gráficas y quien, junto a sus más de 200 empleados, aprendió el
lenguaje de señas para comunicarse con ellos.
Desde que Fabio Alberto logró ubicarse como
empacador en un supermercado del sur de Cali, se le ve más sonriente, menos
tímido.
Durante tres años fue alumno del programa de
Formación Laboral del Instituto Tobías Emanuel, único en el Valle en
capacitación de personas con discapacidad y que otorga a sus estudiantes
certificados como auxiliares técnicos laborales en áreas específicas
(panadería, jardinería, joyería artesanal, cocina y auxiliares de oficina).
Sus alumnos son personas entre los 14 y 25 años con
discapacidad cognitiva leve. El único requisito para acceder al curso es saber
sumar, restar, leer y haber cursado hasta quinto de primaria.
Gracias al trabajo, dice Fabio, puede entregarle
$100.000 a su mamá para el mercado y puede pagar los transportes de su papá
para que asista a un curso de sistemas. El tiene 20 años, su lenguaje es
fluido, su discapacidad es cognitiva y su sueño es conservar el empleo.
Jhonatan Ericson quiere
comprar una casa para su abuela. Desea reunir el dinero, no le importa su
discapacidad intelectual. El autismo leve de Edward Adrián tampoco le limita el
deseo de comprar un taxi. Ambos tienen 20 años y son empacadores como Fabio.
El acceso al trabajo hizo que jóvenes como
Alejandro y Dennise formaran un hogar. Todo por tener
un sueldo con el que pueden pagar los servicios de su apartamento y sostener a
su hija. Ambos tienen discapacidad cognitiva.
“Hay que romper el paradigma de que tener un hijo
con una discapacidad es una vergüenza o un dolor infinito. Ese hijo tiene
posibilidades distintas pero dará las mismas alegrías que una persona
cualquiera”, dijo Leonor Salazar, directora del Instituto Tobías Emanuel.
Elena y Jhon Jairo esperan
tener un trabajo estable como los protagonistas de este artículo. Ella tiene 27
y es diseñadora de modas. El es técnico en chef, de 35 años. Ya tienen el
anillo de bodas. Falta el trabajo para pagar la fiesta. Se hablan con el
lenguaje del amor. Ambos son sordos.
Una encuesta realizada por Trabajando.com, en
alianza con Fundación Teletón Colombia, reveló que solo el 36% de las empresas
colombianas contratan a personas con discapacidad.
Según la encuesta, los sectores económicos que hicieron
mayor contratación fueron el de servicios (41%) y comercio (13%).
El 24% de las empresas encuestadas dijeron que las
personas con discapacidad cumplen labores en el área administrativa.
Contratar personas con discapacidad le representará al empleador exenciones
y beneficios tributarios por la vinculación de esta clase de empleados.
Las empresas, además, podrán reducir su Cuota de Aprendices en un 50%.
Quienes vinculan laboralmente a esta población,
tienen prelación en licitaciones públicas y créditos estatales.