Las mujeres en embarazo suelen orinar con mayor frecuencia, pues a medida
que crece el útero hay más presión sobre la vejiga y se reduce el espacio que
ocupa.
El cirujano urólogo Gustavo Salazar Trujillo explica que “al aumentar el
número de veces que se acude al baño, la única consecuencia es una alteración
en el hábito de vida laboral y nocturno, pero nada relacionado con la anatomía
que altere el transcurso normal del embarazo”.
En ese sentido, hay que tener en cuenta que el aumento de la frecuencia miccional nunca debe estar acompañada de ardor, dolor ni
cambios en el olor o el color, pues estas serían señales de una infección en
las vías urinarias, frecuentes en las embarazadas.
Por eso, la consulta con el médico tratante es fundamental cuando las
mujeres en gestación sienten dolor o notan alguna alteración en el olor y color
de su orina.
Clasificación Salazar asegura que hay dos tipos de infecciones urinarias,
según su clasificación anatómica: altas, afectan al riñón, y bajas, que alteran
la vejiga.
Estas últimas son mucho más frecuentes y se tratan siempre con antibióticos.
Estas se subdividen en: * Bacteriuria asintomática. Es una infección urinaria porque hay
presencia de bacterias en la orina. Sin embargo, no producen ningún síntoma;
por eso es tan importante realizar periódicamente, en el embarazo, urocultivos y parciales de orina.
* Cistitis. Es la inflamación de la mucosa vesical, generada por bacterias.
Está asociada a síntomas urinarios irritativos,
como ardor al orinar, aumento de la frecuencia urinaria y sensación de no
desocupar totalmente la vejiga después de la micción.
En cuanto a las infecciones de las vías urinarias altas, hay que tener
presente que constituyen una urgencia médica que requiere hospitalización por
riesgo de infección generalizada e inclusive de shock
séptico (esto último, sólo en caso de que la madre esté inmunosuprimida;
es decir que sus defensas se hayan bajado por acción de un tratamiento médico).
Cuando se presentan, tanto las altas como las bajas, se manifiestan con los
síntomas mencionados anteriormente y, dependiendo de la gravedad, a ellos se
les pueden añadir otros, como fiebre, escalofríos, malestar general y dolor
intenso en el costado donde se encuentra el riñón afectado.
¿Qué hacer? El urólogo recalca que en caso de presentar alguno de estos
síntomas, la gestante debe acudir de inmediato a una consulta con su médico
para que le practique exámenes y se le descarte una patología grave.
“En ningún caso debe automedicarse, pues solamente el especialista sabe
cuáles son los medicamentos que se pueden tomar durante el embarazo, sin poner
en riesgo su desarrollo”, concluye Salazar.
98% de todas las infecciones de vías urinarias durante el embarazo son bajas
y solamente el 2% son las altas.
Cuando hay episodios de incontinencia.
El urólogo Antonio Lomanto Morán explica que la
Sociedad Internacional de Continencia Urinaria define la incontinencia urinaria
como la salida involuntaria de la orina.
Esta puede presentarse de forma espontánea y es muy probable que si antes
del embarazo hubo episodios de incontinencia, cuando llega la gestación, se
puede incrementar hasta en el 80 por ciento la probabilidad de que la presenten
de nuevo y, posiblemente, con mayor intensidad.
En el caso de las gestantes, esta se manifiesta por un incremento de la
cantidad de la hormona progesterona, que produce cambios en los tejidos a nivel
de su estructura, haciéndolos más blandos y sensibles. Así, los músculos
encargados del control de los esfínteres disminuyen su capacidad de estar
tensos, fuertes y recogidos. Igualmente, el espacio que ocupa el útero comprime
la vejiga y hace que disminuya su capacidad para retener la orina, y genera
estos episodios incómodos