Conozca la importancia de
mantener una buena postura corporal
El
lenguaje del cuerpo se manifiesta con gestos y posturas. Es clave corregir
malas posiciones.
Cuando
levanta los hombros para mostrar indiferencia, tamborilea los dedos cuando está
impaciente y se golpea la frente ante un olvido, no lo dude, su cuerpo está
hablando por usted.
El
cuerpo tiene un lenguaje que es congruente con lo que las palabras dicen. Es un
componente de la comunicación y debe tenerse en cuenta, porque da información
sobre el carácter, las emociones y las reacciones. Ese lenguaje se manifiesta a
través de los gestos y especialmente de las posturas, que son la posición que
adopta cada parte del cuerpo en relación con su totalidad.
Las
emociones se transmiten a través del movimiento, la posición del cuerpo, la
expresión facial, la forma en que movemos los ojos y las manos, entre otros.
El
valor de este lenguaje es tan importante que quien tiene conciencia de lo que
hace con su cuerpo adquiere una comprensión más profunda y significativa de sí
mismo. Se asegura que el control de este lenguaje permite remontar barreras
defensivas, establecer mejores relaciones e, incluso, eliminar problemas de
salud.
Factores
clave que determinan la postura
Herencia: La
forma como la gente se mueve y se sienta e, incluso, como camina tiene rasgos
genéticos ineludibles. Por ejemplo, las posiciones frente al odio, el miedo, el
agrado o la tristeza nunca se aprenden, pero todos las asumimos.
Hábitos:
La postura es un hábito que por adiestramiento y
repetición se aloja en el subconsciente. Eso explica porqué las posturas
defectuosas que se repiten se incorporan de manera errónea en los individuos, a
tal grado que quien las adopta cree que son correctas.
Cultura:
Algunos movimientos y posturas se adoptan por influencia cultural y por
imitación de los padres.
Defectos
estructurales: Las deformidades de nacimiento o las que se adquieren
por enfermedad o traumas a lo largo de la vida impactan de manera definitiva
sobre las posturas.
Emociones: El
cuerpo expresa de manera fiel lo que la persona siente. Por ejemplo, la depresión
se acompaña de posturas encorvadas y respiración limitada. Y el carácter
compulsivo se expresa con una postura muy erguida.
Educación
postural
Aunque
hay condiciones difíciles de modificar como la herencia, la posibilidad del
subconsciente de adoptar posturas a partir de la repetición hace que el cuerpo
adquiera un alineamiento con el que se logra una buena función biomecánica y se
minimizan los riesgos para la salud. Lo ideal es mantener las estructuras del
cuerpo dentro de sus ejes. Hay estudios que demuestran que, por ejemplo, una
misma postura puede aumentar o disminuir la carga que sufren los discos de las
vértebras, según cómo se sienta alguien.
Evite
el dolor de espalda
Muchas molestias se originan en malas posturas
¿ La silla debe tener un apoyo
lumbar que permita un ángulo entre espaldar y asiento de tal forma que se
siente sin inclinarse hacia adelante.
¿ Los pies siempre deben tocar
el piso.
¿ Cambie frecuentemente la posición
del cuerpo.
¿ Evite girar el cuello de manera
repetida o inclinarse hacia adelante para leer documentos. Haga pausas para
estirar cuello, piernas y espalda baja de manera regular.
¿ Alterne, levántese del lugar de
trabajo y camine.
El
cuerpo habla por usted
¿ Se cree que cuando un hombre
se inclina levemente hacia adelante, relajado y con la espalda algo encorvada,
simpatiza con la persona que está con él. Si se pega al espaldar, indica
desagrado.
¿ Si una persona oye a otra
sentada y quieta, y al moverse lo hace con todo el cuerpo, está poniendo
atención. Si se mueve todo el tiempo, la atención es poca.
¿ Cruzar las piernas y los brazos
sobre el pecho mientras se oye a otra persona puede interpretarse como crítica.
¿ La cabeza y el mentón echados
hacia abajo significan hostilidad.
¿ Sacudir la cabeza echando el pelo
hacia atrás puede ser signo de coquetería.
¿ Taconear para algunos es signo de
decisión.
¿ Taparse la boca al hablar
demuestra inseguridad.
¿ Las manos en la cintura son
vistas como un desafío.
CARLOS
FRANCISCO FERNÁNDEZ
Asesor médico de EL TIEMPO