Ser educador no es una profesión
que goce de prestigio en Colombia. Lamentablemente. De hecho, quienes aspiran a
ser maestros de educación básica y media son los estudiantes de secundaria con
menor nivel de preparación académica.
Así lo afirma un reciente
estudio de las universidades de Harvard, los Andes y Rosario, que analiza la
calidad de la educación colombiana y que muestra que los alumnos con el menor
puntaje promedio en las pruebas Saber 11 –el mismo examen de Estado– son los que están ingresando a estudiar una
licenciatura.
Este bajo nivel con el que
entran se refleja en los pobres desempeños que obtienen en las pruebas Saber
Pro, examen que presentan los universitarios al final de su carrera. Para la
muestra, un botón: de los resultados mostrados en las pruebas del 2009 por
estudiantes de 43 carreras y programas en el área de comprensión de lectura,
siete especialidades docentes se ubicaron en los últimos diez lugares.
Los aprendices de educadores
también logran pobres resultados en inglés (solo el 17 por ciento alcanza
niveles aceptables) y en la capacidad para resolver problemas sencillos con
números.
Y qué decir de los salarios.
Según el estudio, aun cuando el sueldo de enganche de los maestros puede ser
apropiado, los aumentos son la debilidad. Muchas veces este crecimiento es casi
plano.
Ante este panorama, y a fin
de atraer a la carrera docente a los mejores bachilleres del país –como lo
propone el estudio–, el Ministerio de Educación
decidió, desde el 2012, destinar recursos para ofrecer becas-crédito a los
estudiantes con los puntajes más altos en las pruebas Saber 11. A través del Icetex, el Gobierno destinó $ 130.000 millones para
financiar la educación superior de 6.000 bachilleres destacados, que estén en
los primeros 200 puestos de las pruebas Saber 11 y que deseen estudiar una
licenciatura en cualquier área del conocimiento. El programa que escojan debe
estar entre los 56 que tienen acreditación de alta calidad. Este crédito, que
cubre el valor total de los estudios, será condonado en un 100 por ciento
cuando el joven termine su formación. El año pasado, según la ministra de
Educación, María Fernanda Campo, se beneficiaron 1.000 bachilleres; en el 2013
se sumarán 2.500 más, y en el 2014, otros 2.500. Para inscribirse, se puede
consultar: www.icetex.gov.co.
Germán Vargas Guillén,
profesor de la Universidad Pedagógica Nacional y doctor en Educación, considera
que lo fundamental es querer, realmente, ser un educador. Y, además de eso, se
deben tener fortalezas en un área del conocimiento y estar dispuesto a
convertirse en un experto. Mezcladas ambas condiciones –dice–,
seguro será un maestro bueno y feliz.
Quienes quieran ser
educadores –explica Rosa Julia Guzmán, directora de la maestría en Pedagogía de
la U. de La Sabana– tienen que saber que este es un
trabajo pesado, porque enseñar no es solamente dar clase: “Tienen que ser
estudiantes toda la vida. El docente que no estudia decae en su trabajo y en la
calidad del mismo. También debe aprender a identificar los afectos, angustias y
demás emociones de sus estudiantes, y comprender que el aprendizaje no solo es
un proceso intelectual”.
Claves para futuros docentes
Ser maestro es una vocación,
un llamado a acompañar a los otros en la gran aventura de convertirse en
personas plenas y competentes. Piense bien si la tiene.
Es un modelo de vida para
seguir por sus estudiantes e implica ir más allá de los conocimientos que se
aprenden en la universidad. Hay que hacer del oficio una misión personal.
Hay que asumir el siglo,
ubicarse en su contexto, en el tiempo, el espacio, la cultura y los avances de
la ciencia y la tecnología. Y estar en constante actualización.
Personaje
Una maestra muy brillante
Sandra Cecilia Suárez Premio Compartir
En medio de la llamada crisis
de los docentes, hay muchos que se destacan. Sandra Cecilia Suárez es una de
ellas. Acaba de ganar el Premio Compartir al Maestro 2013, entregado hace un
par de semanas. “Creo que los docentes debemos tener un amor visceral por lo
que hacemos”, asegura esta bogotana de 39 años.
Suárez, quien inicialmente
obtuvo una licenciatura en Informática, ganó el premio por su trabajo como
profesora de danza en el colegio oficial Magdalena Ortega de Nariño, de Bogotá.
“Me presenté a una convocatoria para enseñar sistemas, que era lo que había
estudiado, pero en ese momento necesitaban profesores de danza y me dieron la
posibilidad de aprender y enseñar”, señala.
Suárez es consciente de las
dificultades y de las disyuntivas que plantea la labor docente, pero cree que
parte de la solución son estímulos como el Premio Compartir. “Los maestros nos
preguntamos si lo que estamos haciendo vale la pena. Este premio significó un
sí rotundo para mí y un impulso para seguir”, dijo.