EFE. El optimismo es mucho más que ver el vaso medio lleno. Significa
beberse el contenido con mucho sentido del humor.
Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 80
por ciento de las organizaciones necesitan reducir costos debido a los errores
cometidos por empleados desanimados, bajas laborales, rotación de personal e
inasistencias a causa de enfermedades relacionadas con la salud.
Ser optimista es un estado de ánimo constante. Es una característica de
la personalidad que actúa directamente sobre la interpretación personal que se
hace de algunos hechos o acontecimientos.
En opinión del psiquiatra Mario Torruco, “el
optimismo, o ver las cosas desde un punto de vista positivo, puede ser una
cualidad con la que nacemos o algo adquirido a lo largo de la vida. Puede ser
uno de nuestros rasgos de personalidad o una forma aprendida de enfrentar las
circunstancias de la vida, en otras palabras: el optimista nace y se hace”.
Según este experto, en general, las personas que tienen altos niveles de
optimismo y esperanza suelen salir fortalecidos ante situaciones estresantes e
incluso dolorosas. Por ese motivo, cuando los resultados de algo no son los
esperados, el optimista no se deprime con tanta facilidad como el pesimista.
Esto tiene que ver, según Torruco, con uno de
los preceptos fundamentales de una de las escuelas psicológicas más
importantes: la cognitivo-conductual. “Nuestros pensamientos pueden cambiar las
emociones y viceversa. En el caso del optimista, cuando se enfrenta a un
fracaso, entra en un círculo virtuoso cognitivo, más o menos como este: ‘podré
salir de este bache, luego me irá mejor y así me sentiré emocionalmente mejor’.
En cambio, el pesimista, probablemente caiga en un círculo vicioso
cognitivo de la siguiente manera: ‘este fracaso prueba que todo me saldrá mal,
esto me hace sentir triste’.
El psiquiatra recomienda vivir la vida con entusiasmo. “Una persona
entusiasta tiene mayor probabilidad de encontrar soluciones a un problema, pues
buscará formas de resolverlo; al contrario, un pesimista, como piensa que nada
saldrá bien y que cualquier cosa que haga no resultará, no se moverá, es decir,
no hará nada”.
Científicamente, está demostrado que una persona positiva vivirá más
años, según confirma el doctor Torruco. “Los optimistas
viven más años, pues tienen menor riesgo de enfermedades cardíacas y aumentan
sus defensas. No necesariamente cometerán excesos, no confundamos optimismo con
impulsividad o imprudencia; esas son otras dimensiones de la personalidad”.
Los rasgos de la personalidad dependen del entorno social en el que se
mueva la persona. El optimista no está solo. Es más probable que tenga una
mayor red de apoyo. Es decir, comparte Torruco, “más
amigos o más gente a la que acudir en caso de necesidad”.
“Recordemos a dos amigos, un optimista y un pesimista, ¿con quién
preferiríamos pasar un fin de semana? Obvio que con el primero”.
Por su parte, Raquel Origel, directora general
de Risaterapia, dice que la alegría es un estilo de
vida que debe ser contagiado. “Pensemos en la cantidad de personas a nuestro
alrededor que padecen enfermedades relacionadas con el estrés. ¿Cuál es la
receta? ¡La alegría es la mejor medicina! Combate el estrés, es básica para dar
buenos resultados en el trabajo y hacer buenos amigos, te ayuda a ser más
productivo y a solucionar conflictos de manera más eficaz siempre con una
actitud positiva”.
REDACCIÓN EL TIEMPO