Lo que yo vi

Curiosamente, desde el domingo por la tarde se incrementó el pie de fuerza policial a los alrededores del HUV. Pocos días antes habían nombrado otro Jefe de Seguridad, un coronel de la Policía en retiro. Corrían rumores.

Sin embargo, ayer lunes, como lo venían haciendo regularmente, médicos, enfermeros, sindicalistas, trabajadores auxiliares, universitarios en práctica, trabajadoras sociales, oficinistas, se reunieron en el hall principal con sus pancartas de protesta. Posteriormente salieron a los antejardines del hospital y llegaron a la Calle Quinta.

Como siempre: diez minutos de protesta pacífica para enterar a la comunidad del verdadero caos que reina en el HUV. Luego, retornar al trabajo

Esta vez todo cambio. El Esmad aguardaba, acechaba, vestido de escarabajo. En pie de guerra. Se acercaron a paso lento, amenazadores contra el grupo hospitalario que aboga, no por salarios ni prebendas, sino porque los pacientes se les mueren. Porque no existen insumos. Porque las nóminas paralelas desangran el presupuesto.

Porque vendieron el angiógrafo como si fuera chatarra. Porque no pueden realizar cirugías cardiovasculares.

Porque no pueden practicar cateterismos. Porque no existe laboratorio clínico. Porque no hay yodos radioactivos. Porque las salas de urgencia son un campo de guerra donde los pacientes hacinados, se debaten entre la vida y la muerte mientras están tirados en camillas de lata, sin abrigo, ni cuidados mínimos. Porque ya no pueden más.

Porque la indignidad con que se trata a los pacientes rebosó la copa. Porque la corrupción se arremolinó y lo estranguló.

El Esmad, estuve presente, arremetió contra los trabajadores. A menos de dos metros empezó a lanzarles bombas lacrimógenas y granadas aturdidoras. Los gases se dispersaron y se metieron en las salas de pediatría. Varias cirugías tuvieron que suspenderse.

Estuve allí. Doy fe. Vi a Jazmine con su rostro medio destrozado y sangrante, a Catherine en urgencias, a Deyanira en la camilla de lata con un golpe en la espalda que le impedía moverse. Vi todo. Paralizada de estupor por ser testigo de la fuerza bruta, por el desmadre irracional de la Policía contra civiles, contra trabajadores de la salud, contra seres que dedican sus horas, su amor, su entrega al servicio de los demás.

Pido que se investigue este atropello a lo Gaddafi, hasta las últimas consecuencias. Mienten los que afirman que los manifestantes agredieron a la Fuerza Pública. Mienten las directivas del Hospital tratando de justificar esta brutalidad. Se rumora que algunos directivos azuzaron al Esmad para que agrediera. Se rumora que las directivas tenían la encerrona perfectamente planeada.

Creo que se llegó la hora en que el gobernador Lourido tome cartas definitivas en el asunto, destituya, barra, enderece y permita resucitar el Hospital Departamental, que tiene que volver a ser lo que era. Orgullo de Colombia, y no una guarida de bandidos.

No más caramelo señor Gobernador. La gente se le está muriendo en sus narices y usted no se digna mirar. Lo invito, de sorpresa, sin protocolos, cuando quiera, a visitar este centro hospitalario. Prepárese para indignarse y llorar.