Ligaduras Y Vasectomías

En junio pasado, el Congreso de la República aprobó un proyecto de ley que garantizaba a los colombianos el acceso gratuito a la vasectomía y la ligadura de trompas. La intención de los legisladores era la promoción tanto de la paternidad y maternidad responsables como del derecho a poder decidir el número de hijos por concebir.

Sin embargo, el Gobierno acaba de objetar la iniciativa por vicios constitucionales y de inconveniencia. En especial porque, según datos del Ministerio de Hacienda, la norma implicaría un sobrecosto al Estado por 399.000 millones de pesos.

Aunque atractivos por los tiempos de crisis que actualmente atravesamos, los argumentos fiscales merecen una revisión más detallada. Las vasectomías y las ligaduras son mecanismos quirúrgicos de control de natalidad que generan otros ahorros por vía del menor número de niños en un hogar. El Gobierno parece ignorar la amplia documentación económica que establece fuertes vínculos entre el desarrollo económico y las tendencias demográficas.

Estos lazos se complementan con las relaciones entre las políticas de control natal y la lucha contra la miseria. Un número desbordado de hijos reduce enormemente las probabilidades de que un hogar supere la línea de pobreza. Más aún, la llegada de un embarazo no deseado golpea las frágiles finanzas de una familia de escasos recursos de manera más severa y contundente que a grupos familiares más pudientes. ¿Por qué, entonces, el Ejecutivo objeta una ley que abre la posibilidad a hombres y mujeres pobres de acceder a un procedimiento para evitar la concepción de hijos adicionales? Lo que la norma provee es la opción –no la obligación– de practicarse gratuitamente las vasectomías y las ligaduras después de ser debidamente informado de sus consecuencias futuras. Esto mitigará en gran parte el impacto fiscal que argumenta el Ministerio de Hacienda para sustentar la objeción. Que un pequeño porcentaje de hombres supere los mitos y los temores que esta intervención genera sería un importante paso adelante en la promoción de la paternidad responsable en el país.

Además, esta decisión oficial va en contravía de los avances en planificación y salud sexual y reproductiva que han hecho de Colombia un ejemplo en el ámbito internacional. El Congreso debe aprobar nuevamente esta iniciativa y garantizarles a los colombianos el derecho de decidir libremente el tamaño de sus familias.

editorial@eltiempo.com.co