Señora, sabemos que está preocupada y que piensa que eso no tiene solución.
Para colmo de males se siente culpable y se ha encerrado en usted misma.
Permítanos decirle que no hay razón para eso.
El labio
leporino o labio fisurado, como lo llaman ahora, y el
paladar hendido que tiene su hijo no son cosa del otro mundo. Hoy tienen
solución, y los procesos de rehabilitación han hecho que la evolución de los
mismos sea favorable; y para que se quede más tranquila, sepa que el manejo de
estos casos en centros médicos especializados es habitual.
Lo primero que cabe hacer es entender de qué se trata esta condición. Podemos
empezar diciendo que el término “leporino” viene del latín 'leporem',
que significa liebre. Si mira un conejo de frente, entenderá por qué.
Pero en realidad hoy se denomina “labio fisurado” o “queiloquisis”. En
ocasiones también se acompaña de un hundimiento del paladar, y esta situación
puede presentarse en uno de cada 2.500 nacidos vivos.
Ahora, seguramente se está preguntando por qué se desarrolla esta condición.
Las causas son muchas. Entre ellas están las alteraciones genéticas o
cromosómicas (cosa que no se puede prevenir) y la exposición a ciertos virus y
tóxicos que afectan la formación de la cara durante el embarazo.
Pero eso no es lo importante. Es bueno que sepa que estos niños son atendidos por equipos
de profesionales encabezados por cirujanos craneofaciales que inician su
intervención tempranamente y orientan los tratamientos, dependiendo de la
severidad de los casos.
Estas intervenciones se inician con el cierre del labio, entre los dos y tres
primeros meses de edad, y aunque algunos prefieren que esto se haga
inmediatamente después del nacimiento, no hay problema si se espera a que el
niño esté un poquito más crecido.
Si la hendidura es bilateral y extensa, pueden requerirse dos o más cirugías
para corregir el problema. Pero no se asuste, que eso queda bien, siempre y
cuando, claro, el manejo esté en buenas manos y el niño cuente con un adecuado
proceso de rehabilitación.
Cuando hay fisura del paladar, la edad para cerrarla es ente los seis y los
doce meses. Mientras tanto, este se cubre con un obturador, una especie de
prótesis que se fabrica a partir de un molde, para que el retoño pueda comer
sin problemas.
La cirugía puede ser definitiva en el 20 a 25 por ciento de los casos, y en los
otros pueden requerirse más procedimientos. Hoy en día existen muchos
elementos, incluso aparatos, que se adaptan para fortalecer y orientar el
crecimiento de los tejidos.
A eso de los cuatro años, y dependiendo de cómo evolucionen las cosas, se
recurre a cirugía plástica para poner otra vez las cosas en su lugar, en caso
de que se hayan modificado. Hay situaciones extremas que requieren
procedimientos para fortalecer el paladar duro, alrededor de los ocho años de
edad. Eso se hace con injertos de hueso extraídos de otras partes del cuerpo.
Mientras todo esto ocurre, los niños
crecen normalmente, créanos... Aunque cueste creerlo, la mayoría de los
problemas que los afectan ni siquiera tienen que ver con ellos, sino con el
entorno. Por eso insistimos en que si han contado con el debido proceso de
rehabilitación, acompañamiento y, por encima de todo, con mucho afecto, su buen
desarrollo está más que garantizado.
* Asesor médico de ‘ABC del Bebé’