La salud

El 18º Foro de la Cámara Farmacéutica de la Andi que acaba de concluir en Cartagena se concentró en la reciente reforma al sistema de salud, en la coyuntura que éste enfrenta, y en su viabilidad como está concebido. Asistieron destacados expositores y panelistas de los ministerios y superintendencias relacionados con el tema, de la Cres y otras entidades estatales, y de organizaciones de pacientes y del cuerpo médico, así como académicos nacionales y expertos internacionales. Lo discutido ahí permite mirar el futuro con optimismo.

Lo primero que quedó claro es que el sistema actual ha beneficiado a la mayoría de los colombianos y ha mejorado su acceso a los servicios de salud. Se estima que hoy 97% de la población tiene aseguramiento, y que además de este logro en cobertura, las consultas por asegurado han aumentado sensiblemente. El gasto nacional en salud sigue en aumento, y pasó de 7,5% del PIB en 2009 a 7,9% del PIB en 2010, superando ya los $42 billones anuales. Si se requiere un monto mayor, ya éste será marginal y el Gobierno, disfrutando de las bonanzas minera y petrolera, contará con los recursos que puedan ser necesarios. ¡Para algo pagamos una de las gasolinas más caras del mundo!

En general, la gran conclusión es que se ha construido una institucionalidad que debe preservarse y no eliminarse, y que el objetivo debe ser fortalecer las capacidades de planeación, gestión y vigilancia, para consolidar un sistema de salud con calidad, equidad y sostenibilidad, accesible para todos.

Entre los enemigos del sistema, se destacan la corrupción, la integración vertical y, sobre todo, el desorden. No es extraña la primera en un país en el que hasta en instituciones privadas que tradicionalmente han sido manejadas con pulcritud es hoy dable tropezar con directivos que encuentran natural que se hagan compras con sobreprecios. Eso y mucho más puede presentarse en un sistema que mueve recursos tan monumentales con tan poco control como éste. La corrupción hay que combatirla y erradicarla en todos los frentes. La lucha contra ella merece el más firme respaldo y con seguridad liberará recursos para ampliar los beneficios.

La integración vertical se ha justificado como una búsqueda de la eficiencia. Lo cierto es que se presta para esconder instancias de corrupción, bloquear competencia y distraer la caja que se debiera destinar a atender las necesidades de los pacientes en inversiones distintas a su verdadero fin. No es conveniente.

Pero quizás lo peor es el desorden generado por el incumplimiento de la obligación legal de mantener un POS actualizado. Ese incumplimiento ha dado pie para infinidad de actuaciones irregulares que desvertebran el sistema. Fue claro el convencimiento generalizado de que la actualización integral de los planes de beneficios del POS (y del correspondiente pago que el Estado reconoce por afiliado a través de la UPC) es indispensable para mejorar la calidad y eficacia de los servicios de salud y la sostenibilidad financiera del sistema.

Finalmente, también se apreció que el Gobierno comprende los problemas que enfrenta y que está desarrollando estrategias para solucionarlos que lucen positivas. Es de esperar que tenga éxito en el empeño, para que un sistema que ya es respetable por sus logros conduzca a un mejor trato para los médicos, que son su esencia, y a un mejor servicio para los pacientes, que son su objeto.