La
investigación pertinente: una reflexión
Desde hace ya varios años, los diferentes actores del
Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología reclaman a la universidad desarrollar
una investigación que sea pertinente. Pero, ¿qué es investigación pertinente?,
¿cuáles son las implicaciones del uso de este término en la definición de las
políticas de investigación universitaria?
Para el Diccionario de la RAE pertinente se entiende
como aquello que viene a propósito; definición que puede asimilarse a la
cualidad de guardar relación de afinidad y validez con algo. En el contexto de
la universidadpuede entenderse, entonces, que la
investigación pertinente es aquella afín a la misión de la universidad y al
estado de desarrollo, económico, social y cultural del país en un entorno de
globalización.
Es de la esencia de la universidad crear conocimiento de
base y ayudar a resolver los problemas científicos e intelectuales
de la humanidad. Sin embargo, la universidad del siglo XXI enfrenta nuevos
retos que no eran tan evidentes hace unas décadas; esto es, contribuir a la
solución de los problemas sociales, ideológicos, políticos y económicos que
enfrentan los países en donde se encuentran. Una buena estrategia para
enfrentar ambos retos, el tradicional y el que hoy se evidencia, es combinar de
manera adecuada el desarrollo de la investigación básica y de la investigación
aplicada.
En el contexto colombiano, que la actividad
investigativa desarrollada por la universidad sea pertinente requiere
considerar además ciertas realidades: un país con escasa tradición científica,
en donde el desarrollo sistemático de la investigación es una realidad
relativamente reciente; en donde existen pocas empresas con departamentos de
investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) y con una clase política que
poco sabe del quehacer científico y sin presupuestos programáticos que
articulen las necesidades de nación-región a largo plazo.
Dentro de este ámbito de incipiente actividad científica
y poca madurez de los actores que la dinamizan aparecen algunas visiones que
pesan en el momento de entender el término pertinencia.
Desde la universidad todavía hay un sector de la
comunidad académica que respaldado en las tradicionales visiones de autonomía
universitaria y libertad de cátedra, ve todo punto de vista externo como
intromisiones no deseadas en el rumbo de la actividad académica e
investigativa. Esta concepción llevada al extremo ha dificultado la
definición de agendas institucionales de investigación, provocando que cada
investigador o cada grupo de investigación defina su
propia carta de navegación sin mucho interés por acoplarla a la comunidad
académica de su institución y mucho menos con el entorno regional y nacional.
Es necesario reconocer que el dinamismo de una investigación basada en grupos
disciplinares, si bien contribuyó en la fase inicial de implantación y
ampliación del sistema de investigación universitario, también generó una
federalización de prácticas que poco coadyuvan a la construcción de agendas
institucionales de I+D+i.
Desde las empresas existe una fuerte tendencia a creer
que la investigación pertinente es aquella que resuelve problemas de corto
plazo, cuya solución genera un incremento inmediato en su nivel de ingresos. A
pesar de ser válida su preocupación por el día a día, es evidente que por la
naturaleza de los proyectos de investigación, desarrollo e innovación, ellos no
están orientados a resolver este tipo de problemas. Para muchos de los
empresarios son poco conocidas o no tienen el interés de participar por ejemplo
en las modalidades de cofinanciación que hoy ofrece Colciencias.
Es típico que los proyectos presentados a estas convocatorias sean de
transferencia tecnológica o de modernización de las prácticas productivas, pero
poco tienen que ver con construir capacidades de largo aliento, lo que
implicaría moverse en la incertidumbre ligada a cualquier proyecto de I+D+i y a
la inversión de capital de riesgo.
Desde la política, la principal preocupación de quienes
nos gobiernan es lograr a tiempo la ejecución presupuestal anual y cumplir
promesas de campaña. De nuevo, la pertinencia está condicionada por
preocupaciones en el corto plazo.
Desde la actividad institucional la dispersión es la
constante. Cada institución del Estado, ente no gubernamental o gobernante de
turno elabora su propio mapa de prioridades, que con frecuencia no
coinciden con los de otros actores regionales y que finalmente se convierten en
un obstáculo para el trabajo coordinado y concertado. Son escasas las
experiencias en el país de proyectos de desarrollo regional liderados por el
estado y convocando a los actores económicos, sociales y políticos para aunar
esfuerzos en potenciar una región mediante un esfuerzo sistemático y de varios
años alrededor de un programa común de trabajo.
Surge entonces la pregunta, ¿cómo encontrar un
significado común o por lo menos convergente al término investigación
pertinente?
Experiencias de varias partes del mundo han mostrado que
la innovación y el incremento de la competividad van de la mano de una
estrategia de formación de personal calificado y una intensa actividad de
investigación y desarrollo liderada y articulada por el Estado, pero que
involucre a todos los otros actores alrededor de un proyecto común; también es
necesario que estas estrategias de corte estructural no se definan en función
de un periodo de gobierno.
En este marco de ideas, las empresas podrían desarrollar
sus propios departamentos de investigación, desarrollo e innovación, o
establecer alianzas de largo plazo con los centros de investigación y
universidades para desarrollar programas ligados a su visión de negocios.
Las universidades podrían asumir el compromiso de
aumentar en número y en calidad los programas de posgrados de corte
investigativo; y en un ejercicio de autonomía responsable, la comunidad académica
universitaria podría construir colectivamente agendas institucionales de
investigación básica y aplicada, que sin entrar en contravía con la libertad de
cátedra, orienten la definición de prioridades en el momento de invertir los
escasos recursos disponibles.
En esta misma dirección, vale la pena anotar que la
ley 1530 del 2012, que regula la organización y el funcionamiento del
sistema general de regalías, tiene entre sus propósitos destinar recursos para
incrementar la capacidad científica, tecnológica y de competitividad de las
regiones. En principio esta es una buena oportunidad para trascender
del inmediatismo y la dispersión en propósitos y
acciones.
En el caso particular de Antioquia, existe una serie de iniciativas
orientadas a incentivar acercamientos puntuales entre los agentes del sistema
de ciencia, tecnología e innovación regional, aunque todavía estamos lejos de
contar con una agenda que todos los actores respalden, liderada desde del
Estado y pensada como región.
La construcción de la agenda regional debe desarrollar
estrategias diferenciadas por subregiones y para el área metropolitana;
articular sectores claves como la minería, los recursos marítimos, la
agroindustria, la salud, las TIC; articular los actores ya existentes, como es
el caso de Tecnnova, los centros de excelencia, los
cluster por sector económico, la SIU, Ruta N, entre otros; así como financiar
actividades que propendan por la consolidación de capacidades científicas de
los diversos actores —universidades, industria, gobiernos regionales—; y
concebir los fondos de capital de riesgo necesarios para dinamizar
emprendimientos e ideas innovadoras que resulten de todo el proceso.