Se agotaron ya los calificativos para describir la situación del Hospital
Universitario del Valle y las disculpas de sus deudores para eludir la
obligación de pagarle y permitir que siga prestando el invaluable servicio
social, académico y científico que ha cubierto durante sus 56 años de
existencia. Hoy es una institución inviable en términos financieros, mientras
el Estado parece ignorar que con ello se está produciendo una catástrofe para
la salud del suroccidente colombiano.
En los últimos tiempos, al HUV le han pasado todas las plagas posibles.
Desde el clientelismo más feroz que pretendió usarlo para satisfacer la demanda
de puestos hasta los incumplimientos rampantes de las EPS, de los municipios y
departamentos del suroccidente colombiano que
demandan sus servicios pero no le cumplen. Y en el medio están las Empresas
Prestadoras de Servicios, EPS, que le deben $168.000 millones, $19.495 millones
de los cuales pertenecen a la fracasada Calisalud del
Municipio. Todas esas cuentas corresponden a servicios prestados, en especial a
las personas de escasos recursos afiliadas al régimen subsidiado de salud.
El Evaristo García es el establecimiento más importante de la red
hospitalaria pública en todo el suroccidente del
país. Aquí llegan y deben ser atendidos los pacientes que demandan servicios
propios de un hospital de tercer nivel. Además, en sus instalaciones está el
servicio de urgencias que en el 2010 atendió 90.000 casos, casi todos generados
por la violencia de Cali y el Valle. Y la escuela de medicina de la Universidad
del Valle tiene allí su asiento, siendo uno de los centros de aprendizaje y
práctica más importantes de América Latina.
Pese a esa importancia, su situación actual es desoladora: “No hay insumos
para cirugía ni laboratorios, el banco de sangre no puede funcionar y no hay
cómo realizar autopsias”, dice el Jefe de Neurocirugía del HUV. Es decir, está
al borde del colapso, mientras crecen las deudas de las EPS y las entidades
oficiales porque no puede negarles la atención a los pacientes. Mientras tanto,
a sus médicos y empleados se les deben salarios y no se cancelan los costos de
seguridad social desde el mes de junio.
Por supuesto que hay que entender la crisis por la que atraviesa el sistema
de salud en Colombia. Pero hoy es necesario imaginarse qué pasaría si el
Evaristo García tiene que cerrar sus puertas por la postración financiera y el
incumplimiento al cual parece condenado: ¿Acaso es fácil reemplazarlo como el
hospital mejor dotado en la región para atender enfermedades complejas y en
pacientes afiliados al régimen subsidiado? ¿Dónde terminarán los estudiantes de
la escuela de medicina de la Universidad del Valle, y la investigación que allí
se adelanta?
La agonía del Hospital Universitario no puede continuar. Y si bien el
Departamento del Valle es uno de sus deudores más importantes, la Nación tiene
que asumir el papel que le corresponde para salvarlo. Que empieza por obligar a
las EPS a pagarle la deuda de más de $81.000 millones y por reconocer su
importancia para el suroccidente, la región de
Colombia más golpeada por la violencia y el atraso.