“¡Sí, pasé!”, gritó. Alzó los brazos y sacó pecho.
Jénifer Paola Hernández no podía ser más feliz.
Estaba viendo los resultados de admisión de la Universidad de la Sabana.
La joven, de 17 años, será médica y se especializará en infectología
pediátrica. Fue la carrera que escogió desde que comprendió lo que la vida le
había puesto al frente: tiene VIH. Nació con el virus.
Por ahora, anda corriendo con el fin de año en el colegio Domingo Faustino
Sarmiento y se graduará el 10 de diciembre. “Creo que soy de las primeras de la
generación que nació con VIH que llega a este punto”, afirma, mientras se mueve
por la casa de los niños de la fundación Eudes, donde
vive desde los 2 años.
Es pilosa y sabe de todo un poco. No se vara en ninguna conversación, menos
si el tema es el VIH. “Tengo la enfermedad como dormida y se debe a que me tomo
los medicamentos con juicio. He asumido la vida así, porque quiero vivir y
porque no conozco una diferente”, agrega.
Tampoco se acuerda de su mamá, que se murió de sida cuando ella tenía casi 2
años. “Cero recuerdos”. Le ha tocado imaginársela, porque no tiene ni siquiera
una foto.
Pero una amiga de su mamá, que fue con quien vivió antes de llegar a la
fundación, le dice que son muy parecidas y eso la enorgullece.
Sueña con tener una familia. “Sé que puedo tener hijos. Para lo único que
estoy imposibilitada es para amamantarlos”, comenta.
Buena lectora y aficionada a tejer (punto de cruz, especialmente), que aprendió
gracias a mamá Gladys, directora de la casa desde
hace 15 años (véase nota anexa) y de otras voluntarias, Jénifer
afirma que no se siente estigmatizada. “Soy normal, sólo que tengo que cuidarme
más”.
La futura doctora, a la que le gusta vestirse de forma coqueta, sigue feliz
por graduarse de bachiller. “Mi primer gran paso en la vida. ¿Quién dijo que
nosotros no lo podíamos dar?”, dice.
‘Mamá Gladys’, el ángel de la guarda de más de 100
niños Jénifer Paola y Gladys
Peña Sierra son las ‘veteranas’ de la Casa Verónica de la fundación Eudes, en el barrio La Patria, occidente de Bogotá.
“Llegamos casi al tiempo”, cuenta mamá Gladys,
como le dicen todos. Y ambas han sentido el dolor de quienes se han ido (por
voluntad propia o porque han muerto).
En total, ha tenido unos 100 niños bajo su cuidado en los últimos años.
Llegó al lugar porque es amiga del padre Bernardo Vergara, director de Eudes y porque hace 15 años, cuando había tanto
desconocimiento sobre la enfermedad, empezó a aprender sobre ella.
“Eran las épocas en las que se decía que uno no podía ni abrazar ni
acercarse a los enfermos porque se contagiaba”, comenta.
Hoy, aunque la enfermedad no ha sido superada, todos sus “niños” tienen una
vida casi normal, “salvo por los medicamentos y los cuidados”.
Sin embargo, a Gladys y a Jénifer
les tocaron los años en los que muchos vecinos se quejaban de la actividad de
la casa y argumentaban que las personas que iban estaban dañando el barrio.
“Los tenderos nos cerraban sus locales cuando veían llegar a alguien de la
casa, no nos vendían nada”, agrega.
Sacar la basura era otro problema. La gente se cambiaba de calle para no
pasar cerca, por temor a contagiarse.
Hoy, Gladys y Jénifer se
ríen de esos días. “Ahora las cosas son diferentes, apoyamos a la comunidad en
lo que necesite”.
Ya no es la vecina rara que atiende a los niños enfermos –y también raros–.
Esta mujer, que estudió preescolar, ha aprendido tanto de estos menores, que
incluso somatizó por unos meses el VIH, porque en una de las pruebas que le
estaban haciendo a uno de los niños, la enfermera que le sacaba sangre al menor
hizo un mal movimiento y la aguja fue a dar al brazo de Gladys.
“Se me inflamaron los ganglios, sudaba de noche, no podía dormir, los
síntomas del virus”, cuenta.
Cuando el examen salió negativo, tres meses después, mamá Gladys supo que estaba bien. “Pero ya me había puesto en
los zapatos de quienes tienen la enfermedad y eso me terminó de unir a ellos,
yo creo que para siempre”.
EN EL PAÍS, 64.729 CASOS REGISTRADOS Según datos del Ministerio de
Protección Social, desde los años 80, cuando se descubrió el VIH sida, en el
país se han registrado oficialmente 64.729 casos. En el 2008, se reportaron
4.250 casos.
De todos los casos reportados, de 26.313 de ellos se desconoce el motivo de
la transmisión.
En los 38.416 restantes se pudo identificar que el 96 por ciento fue por vía
sexual (el 62 por ciento de estas personas eran heterosexuales; el resto,
homosexuales o bisexuales).
De las 131.273 embarazadas que el año pasado se sometieron al examen del
sida en el país, 266 dieron positivo al VIH. Se tiene información que cuatro
nacidos vivos fueron positivos.
''Tengo la enfermedad como dormida y se debe a que me tomo los medicamentos
con juicio. He asumido la vida así, porque quiero vivir y no conozco vida una
diferente”.
Jénifer Paola Hernández, de 17 años, que nació con
el VIH