ÀInstruir o educar?, he ah’ el dilema

Por: ALFONSO LLANO ESCOBAR | S. J. | 7:48 p.m. | 13 de Octubre del 2012

Alfonso Llano Escobar, S. J.

Si la instituci—n educativa desea formar ciudadanos ’ntegros y honestos, cient’ficamente competentes, escoja un sistema educativo y un programa equilibrado.

 

Instruir es desarrollar la inteligencia. Educar es formar al hombre.

El dilema se les presenta a los educadores: Àcu‡l debe ser su objetivo con los educandos que tienen delante: desarrollar tan solo su inteligencia o formar al hombre integral, honesto y responsable, lo cual incluye el desarrollo de su inteligencia?

El dilema, teniendo en cuenta las consecuencias de cada modelo, es evidente, es gigantesco: equivale a escoger entre el d’a y la noche, entre lo bueno y lo malo, entre el hombre correcto y el criminal. Resulta incomprensible y pasmoso que, dadas la inteligencia de los educadores y la evidencia de las consecuencias, no caigan en la cuenta de los resultados, abismalmente contradictorios, y no tomen las medidas del caso.

Educar, del verbo latino educere (sacar, desarrollar), es poner todo el sistema educativo al servicio del desarrollo de todas las potencialidades del educando para formarlo hombre ’ntegro, ciudadano ejemplar.

Lo cual no debe ser opcional, sino imperativo, de acuerdo con el modelo de hombre que necesite la sociedad. Si la instituci—n educativa desea formar ciudadanos ’ntegros y honestos, cient’ficamente competentes, escoja un sistema educativo y un programa equilibrado que dŽ por resultado profesionales eficientes, ciudadanos completos y bien educados.

Si la instituci—n opta por "formar b‡rbaros, cient’ficamente competentes, que es el tipo de seres humanos m‡s peligroso que hoy existen en la sociedad", entonces que elimine la Žtica y las materias human’sticas de sus programas y se limite a darles ciencias y tecnolog’as.

La educaci—n trabaja con una filosof’a y un concepto del hombre, expl’citos o impl’citos en la mente de los educadores, que les sirve de modelo al cual deben configurar al educando. Las caracter’sticas principales del hombre actual, segœn el soci—logo francŽs Gilles Lipovetski, son: "Libre despliegue de la personalidad, legalizaci—n del placer, reconocimiento de las exigencias personales, modelaci—n de las instituciones con base en las aspiraciones de los individuos, con un m’nimo de coacciones y un m‡ximo de elecciones privadas posible; con un m’nimo de austeridad y un m‡ximo de deseo; con la menor represi—n y la mayor comprensi—n posible". Y se podr’a completar diciendo que la educaci—n actual tiende a ser individualista, ego’sta, orientada al lucro, al consumo y a la indiferencia frente a los pobres y marginados. Consecuencia de haber sacado de los programas a la Žtica, los valores y las materias human’sticas.

A juzgar por los resultados, la sociedad actual ya resolvi— el dilema y eligi— este concepto individualista de hombre, y t rata de ajustar a los educandos a este modelo. Las consecuencias no se han hecho esperar. Fuera de un reducido nœmero de profesionales honestos que buscan servir a la sociedad, abundan los pol’ticos corruptos, los ladrones de cuello blanco y corbata, los j—venes drogadictos, los adolescentes parranderos, obsesionados por la droga, la mœsica ruidosa y el sexo f‡cil (light), la risa estridente y chabacana, los juegos bruscos y las peleas con sangre; o bien, las situaciones depresivas, fruto de la soledad, la ausencia de Dios, el vac’o, la falta de sentido, que desembocan en los dolorosos intentos de suicidio. A nivel internacional, tenemos las masacres causadas por muchachos inestables y perturbados psicol—gicamente.

Los padres de familia no deben continuar indiferentes ante estos hechos, funestos y frecuentes. Se trata nada menos que de sus hijos e hijas. Tienen que reaccionar, ojal‡ de forma masiva y organizada, con manifestaciones pœblicas y peticiones concretas, con el eslogan de 'queremos educaci—n, no solo instrucci—n para nuestros hijos'.

H‡ganlo por ustedes, por ellos, por la sociedad. Necesitamos que el hombre futuro no sea un robot, con un celular en una mano y un Black-Berry en la otra, montado en un autom—vil œltimo modelo, con apartamento en Miami o Cartagena.

No. Ustedes, padres de familia, deben aspirar al ciudadano ideal, el hijo fiel que mire por ustedes, respetuoso del celador y del anciano, que sonr’a, que tenga buenas amistades, que sea honesto, buen padre, buen hijo, buen ciudadano. 

Alfonso Llano Escobar, S. J.