Huellas Mentales De Las Tragedias

Un desastre natural, una inundación, un atraco, un incendio, un accidente... A veces para convertirse en víctima del trastorno de estrés postraumático sólo basta ser testigo de un hecho terrible.

Los efectos psicológicos pueden manifestarse inmediatamente en cualquier persona y a cualquier edad, o permanecer dormidos durante meses.

De hecho, los expertos distinguen entre el tipo agudo del trastorno –que se manifiesta entre uno y tres meses después de ocurrido el evento traumático– y el latente, que puede aparecer por lo menos a los seis meses desde el evento que lo desencadena.

En algunos casos, los síntomas pueden producirse incluso décadas más tarde.

En escenarios de tragedia como el de Puerto Príncipe (Haití), los efectos psicológicos ya se sienten entre la población. Un informe de la ONG Plan Internacional, divulgado esta semana, indicó que los niños haitianos afectados por el terremoto de hace 20 días despiertan “entre cuatro y seis veces” cada noche a causa de las “horribles pesadillas” que tienen.

El síntoma, de proporciones epidémicas entre las víctimas más pequeñas, amerita, de acuerdo con la ONG, atención. Por esa razón pidió que se cuente el apoyo psicosocial y la protección de los afectados entre las ayudas a largo plazo que se ofrezcan.

Tragedia permanente Los sueños aterradores son sólo un signo de la presencia de estrés postraumático.

A ellos se suman la rememoración constante del hecho, los recuerdos instantáneos e involuntarios, las alucinaciones con la idea de que se repite el evento y la ansiedad extrema al entrar en contacto con las personas, lugares o circunstancias que le recuerden lo sucedido.

También experimentan palpitaciones, dificultad para respirar, sudoración, problemas para dormir, irritabilidad e incapacidad para concentrarse.

Los afectados, además, evitan conversaciones, lugares, personas y, en general, cualquier cosa que pueda relacionarse con el evento traumático.

Adicionalmente, se muestran pesimistas y, a veces, incapaces de recordar detalles importantes de lo ocurrido.

Vale decir que no todas las personas expuestas a hechos traumáticos desarrollan este trastorno. Se sabe, además, que en su desarrollo intervienen factores psicológicos, físicos y sociales.

De hecho, explica Lina Marcela Villa, psicóloga de la Cruz Roja Colombiana, “en la afectación cuentan la experiencia vital de cada cual, sus creencias y su personalidad”.

Villa, vinculada a esta organización cuyos miembros prestan ayuda humanitaria en escenarios de catástrofe, asegura que el apoyo psicosocial es la principal herramienta de lucha contra este trastorno entre el personal del organismo. Este apoyo –afirma– está centrado más en lo preventivo que en lo curativo.

“Desde que cada miembro se vincula a la Cruz Roja se le enseña a observar las actitudes propias y de sus compañeros, para detectar conductas no esperadas que indiquen que puede haber un problema. La idea es intervenir a tiempo y evitar que evolucione hasta convertirse en un trastorno”, explicó.

- Los socorristas también lo viven Lina Marcela Villa explica que dentro del grupo de la Cruz Roja Colombiana en Puerto Príncipe, hay un equipo dedicado a brindar atención psicosocial a la población y de vigilar y asistir a todo su personal.

“Por ejemplo, este equipo está encargado de generar momentos para que, al terminar las jornadas de trabajo y rescate, que son largas y extenuantes, cada socorrista tenga un espacio para pensar, para hacer otras cosas y, lo más importante, para que cuente, para que exprese cómo se está sintiendo”, dice.

Villa asegura que gracias a la preparación y al cuidado que todo el equipo presta a este aspecto, los casos de estrés postraumático no son comunes: “Por supuesto que tenemos unos casos de estrés a causa de la situación, que son esperados. Es muy frecuente, por ejemplo, que los socorristas se nieguen a parar. Ninguno quiere hacerlo. A veces hay que acostarlos casi a la fuerza y obligarlos a comer”. - Expresar, clave del tratamiento Cuando el trastorno se ha desarrollado, el tratamiento se orienta a reducir los síntomas. Esto se logra estimulando a la persona afectada para que recuerde lo sucedido, exprese sus sentimientos y gane algún sentido de control sobre la experiencia.

En algunos casos, expresar la tristeza, el dolor, la aflicción ayuda a completar el proceso necesario de duelo.

Es muy recomendable la asistencia a grupos de apoyo, en los que las personas que han tenido experiencias parecidas, puedan compartir sus sentimientos.

Es posible que estas personas necesiten tratamiento para la depresión, el consumo de alcohol, la drogadicción o problemas de salud conexos, antes de abordar los síntomas del trastorno. La psicoterapia se emplea para tratar los síntomas de evasión, lo cual puede incluir exposición al hecho u objeto que desencadena los síntomas, hasta que la persona se acostumbre a él y deje de evitarlo.

INSTITUTOS NACIONALES DE SALUD (E.U.) ASESORÍA: RODRIGO CÓRDOBA, PSIQUIATRA.