Hospital Psiquiátrico San Isidro
padece ‘esquizofrenia’ laboral
Las
pugnas internas por poder y beneficios enredan gestión del Hospital
Psiquiátrico Universitario del Valle. En el último año las ventas de los
servicios disminuyeron en un 16%.
Por: Luiyith Melo García, reportero de El País Sábado, Noviembre 26, 2011
En
un acto simbólico usuarios y empleados abrazaron hoy el edificio del Hospital
Psiquiátrico del Valle para protestar por la crisis que atraviesa.
Crisis.
El Hospital Psiquiátrico San Isidro vive un difícil clima organizacional por el
enfrentamiento interno que hay entre sus diversos estamentos laborales.
El
clima organizacional del Hospital Psiquiátrico Universitario del Valle (HPUV)
está desquiciado. El pasado martes, unos 11 psiquiatras y 40 trabajadores
oficiales declararon una asamblea permanente (un paro) para pedir la cabeza del
gerente Alberto Bonilla Mosquera. Otro sindicato de trabajadores de la
institución (unas 200 personas) descalificó la protesta y apoyó al Gerente.
El
funcionario, a su vez, respondió que no se va porque está cumpliendo su labor y
no se ha robado un peso. Entre tanto, su staf más
cercano de colaboradores (como los directores financiero, científico y de
talento humano) no le colabora y, según él, le han armado “otro sindicato” para
entorpecer su gestión.
A
todas estas, directivos del hospital pidieron la cabeza del director científico
de la institución Carlos Alberto Miranda asociado con la cuestionada gestión
del ex gerente Álvaro Martínez Payán, puesto por el
actual gobernador electo del Valle Héctor F. Useche.
Pero una vez Miranda fue destituido, la Gobernación le exigió al gerente echar
para atrás esa decisión.
En
medio de este confuso ambiente laboral, decenas de pacientes que tenían
consultas externas confirmadas se dejaron de atender esta semana por el paro,
un paciente se tiró del segundo piso el pasado miércoles en plena protesta
(nadie lo estaba cuidando) y una Junta Directiva del HPUV prevista para evaluar
el desempeño del gerente no se pudo realizar.
El
miércoles pasado los psiquiatras y algunos directivos esperaban la caída del
gerente Bonilla en esa Junta que finalmente no se realizó.
Algunos
médicos y trabajadores descalificaron su gestión.
La
psiquiatra Sandra Viviana Ríos, representante de los
profesionales en la Junta Directiva del hospital, sostuvo que en el último año
(de septiembre de 2010 a septiembre de 2011) las ventas de servicios del
hospital han disminuido en un 16%, que el déficit supera los $2.000 millones y
que mientras la administración de Álvaro Martínez Payán
(2008 - 2010), se comió el ahorro de $6.000 millones que acumulaba el hospital,
la actual administración está acabando con su patrimonio.
Ríos
denunció que el gerente modificó el estatuto de contratación y delegó esa
responsabilidad en la jefe del área jurídica, María Licenia Fajardo, lo que en su criterio “no está sustentado
en los manuales de funciones y procedimientos”.
Añadió
que según la revisoría fiscal, “faltan órdenes de compra y soportes, no
funciona el comité de compras, no hay órdenes de servicios y hay contratos sin
objeto”.
Frente
a todas estas denuncias, el gerente Bonilla Mosquera respondió que en febrero
pasado, cuando se posesionó, advirtió que recibía un hospital cuyas cifras
proyectaban para este año un déficit de $2.300 millones, pero que gracias a su
gestión a diciembre se terminará con un faltante de $1.200 millones.
Reveló
que cuando llegó el hospital no tenía contratos con EPS y ahora tiene diez, que
no se está saltando el manual de contratación sino controlándola y que empezó a
recuperar una cartera de $27.000 millones que las otras administraciones no se
empeñaron en recuperar.
“El
hospital viene en un proceso de franca recuperación administrativa y
financiera, tiene algunas dificultades internas de clima organizacional” y por
eso se presentan “choques fuertes entre los sindicatos y algunos líderes (altos
ejecutivos) que el sindicato considera que cohonestaron con las acciones que se
presentaron en el 2009”, dijo Bonilla.
En
efecto, como lo denunció este diario el 13 de junio de 2010, la administración
de entonces, bajo la tutela de Useche, incurrió en gastos suntuarios e irregulares como adquirir manteles de
lino por más de $14 millones en un almacén de Guacarí que nunca los vendió, o
comprar carnes finas al doble de su costo real, o tener en la nómina a un
conductor que nunca fue a trabajar y comprar medicamentos hasta por el triple
de su valor real.
Sigue la desconfianza
Hoy,
el hospital no termina de superar ese estigma de corrupción y, aunque se ha
abierto un abanico de cuestionamientos, hasta ahora no se han documentado
denuncias de este tenor que comprometan a la actual administración.
Sin
embargo, en el hospital aún permanece el equipo de ejecutivos que estuvo en la
administración de Martínez Payán, responsable de esos
hechos y por eso los trabajadores han expresado “desconfianza en su gestión”.
Jewison González, vocero de los
trabajadores en la Junta Directiva del HPUV, dijo que “no necesitamos ser
economistas o contadores para darnos cuenta que entre 2009 y 2010, una de
nuestras mejores EPS, que era SOS, se fue del hospital por todo lo que estaba
pasando y, sin embargo, en los informes aparece que el mayor número de
pacientes atendidos se cargan a esa EPS. Entonces, ¿cómo le cree uno a la líder
financiera cuando se presentan esos informes?”, cuestionó.
Los
cuestionamientos de algunos se extienden a la contratación de medicamentos que
en el pasado se convirtió en un desangre económico para la institución. Este
año, por primera vez, el hospital sacó a licitación pública ese contrato y todo
parece indicar que se lo ganó en franca lid la firma Distritodo
Medical que presentó una oferta de $1.800 millones, la cual fue $200 millones
menor que la de Cohosval, el proveedor anterior y
detrás del cual habría estado un reconocido líder político de la región, según
fuentes de la institución.
Pese
a ello, la psiquiatra Sandra Ríos y otros colegas suyos cuestionan la
escogencia de la firma Distritodo Medical como
proveedora de medicamentos para el hospital, señalando que alguna vez los
dejaron sin medicinas para urgencias y que el retardo de varios días en la
entrega de las mismas resultó peligroso para un paciente que depende de esa
medicación.
El
gerente Alberto Bonilla, por el contrario, sostiene que la escogencia de este
proveedor se hizo mediante licitación pública, algo que hacía tiempo no se realizaba
en el hospital, y que lo llevó a cabo un comité técnico del cual él no
participó. “No visito ni tengo relación con ningún proveedor”, aclaró Bonilla.
En
medio de estas pujas internas, el gobernador del Valle, Francisco José Lourido, ha solicitado que se mejore el clima
organizacional del hospital, porque en la medida que eso siga, “el hospital se
verá afectado”.
En
esta circunstancia brillan por su ausencia los buenos oficios del secretario de
Salud Departamental, Alejandro Solo Nieto, quien también estuvo encargado de la
gerencia del Hospital Psiquiátrico entre agosto del 2010 y enero del 2011, para
estabilizar un ‘paciente’ que hoy parece desquiciado.
Algunos
sostienen que la presión que se está dando desde adentro y desde afuera para
remover al gerente tiene que ver con dos cosas. Una, con la intención del
estamento médico de empoderarse en la administración
y mantener unos beneficios y unas condiciones laborales y contractuales que ven
comprometidas con la actual administración.
Y,
dos, una intención política de llevar a la gerencia a una persona distinta que
termine de ejecutar el presupuesto del hospital, que tiene pendientes por
contratar más de $11.000 millones de los $19.000 millones asignados por la
Gobernación del Valle y debe contratarlos de aquí al 31 de diciembre.
Jewison González dice que Bonilla
ha apretado clavijas en el hospital, ha puesto a marcar tarjeta a profesionales
que no cumplían horarios, puso controles en la contratación y terminó con las bebetas de los viernes del equipo ejecutivo, lo cual no le
ha gustado a muchos. Lo cierto es que el hospital Psiquiátrico Valle sigue en
un clima de psicosis general.