DATO. El cada año mueren ocho millones de niños y casi 500.000 madres por
causas evitables.
DOMINIQUE RODRIGUEZ D.
REDACCIÓN EL TIEMPO El hombre va en su Ford rojo
modelo 1954. Va lento, no atiende los pitazos que recibe, cuando echa reversa
es un peligro y cada subida, prácticamente colgado, parece que fuera la última.
Tal vez esta imagen le trae recuerdos. Si recapitula, últimamente su carro
tiene más abolladuras, ha tenido accidentes menores, cada día maneja más
despacio y no parece estar en sus cinco sentidos, está desconcentrado e
inseguro.
En realidad esto no tiene otra explicación que la edad. Si bien hoy la
expectativa y la calidad de vida son mayores, el envejecimiento trae consigo
características que reducen las capacidades detrás del volante y sobre las
cuales hay que estar alerta para evitar correr riesgos.
“Los años reducen la percepción, la decisión y la acción, tres elementos
vitales para manejar sobre todo si se tiene en cuenta que por kilómetro
recorrido deben tomarse unas 15 decisiones en fracciones de segundos”, asegura
el ingeniero Juan Carlos Sandoval, director de seguridad vial de Cesvi Colombia.
Asimismo, “la visión y el oído tienden a disminuir así como los reflejos a
lentificarse”, dice la fisiatra Olga Lucía Estrada. Y si se padece alguna
enfermedad cardíaca o inicio de demencia que le haga
perder la memoria, estos factores resultan peligrosos para manejar, agrega la
especialista. El Cesvi estima que por lo menos la
mitad de los enfermos con demencia senil han tenido accidentes de tránsito.
Población en riesgo Aunque la mayor accidentalidad y muerte ocurre en
hombres entre 20 y 35 años, el siguiente rango de incidentes en la vía es en
adultos mayores, dadas sus vulnerabilidades (ver infografía).
“Otra población de alto riesgo son los mayores de 65 años donde la tasa
aumenta de manera alarmante –dice el informe Forensis
2009, del Instituto de Medicina Legal–. Además del
incumplimiento de las leyes de tránsito y la conducción bajo efectos de alcohol
y otras sustancias psicoactivas, también se ha
prestado atención a las adecuadas condiciones orgánicas o fisiológicas que
habilitan a las personas para conducir en unos mínimos niveles de riesgo” (ver
estadísticas).
Para algunos investigadores el aumento de accidentes en esta población,
además de los cambios fisiológicos expuestos, podría estar relacionado con la
necesidad de muchos adultos mayores, despedidos o pensionados, de obtener
recursos adicionales para sus hogares, por lo cual trabajan de taxistas, una
actividad en la que no requieren de gran supervisión, pero que sí los pone en
riesgo por la intensidad del trabajo.
Algo que no resulta descabellado si se tiene en cuenta que de noviembre a hoy,
el número de pases refrendados en mayores de 65 años es de 10.815, según datos
consolidados del RUNT. Muchos de estos serían de servidores públicos, quienes,
desde el 2002, deben renovar su pase anualmente. Lo propio deberían hacer los
particulares cada tres años desde los 65 años, sin embargo esto es algo que aún
no es sistemático y tampoco tiene la suficiente supervisión de las autoridades
viales.
La charla de las llaves Es uno de los más difíciles momentos entre un padre
y un hijo. Es importante ponerse en el lugar del otro para entender su
desinterés en abordar el tema. Para muchos adultos mayores dejar las llaves es
asumir su vejez y la imposibilidad de mantener su independencia. Sin embargo,
hay caminos graduales para hacerlo y preguntas importantes (ver recuadro) para
hacerse que no tienen otro sentido que protegerle la vida.
Uno de ellos es intentar conducir un carro que le facilite la vida. Uno de
transmisión automática o dirección hidraúlica le
resultará más sencillo de operar; también hay frenos con asistencia electrónica
y espejos laterales de mayor tamaño. Hoy muchos vehículos indican la distancia
para echar reversa o a cuánto se encuentra de otro vehículo y cuentan con GPS
para que se le facilite la localización.
Es importante, adicionalmente, que se mantenga físicamente activo para
conservar la flexibilidad y la fuerza y que esté actualizado en sus exámenes
visuales y auditivos. Para mayores de 65 años, el examen de ojos debe hacerse
anualmente, y el de oídos, cada tres años.
Quítese el miedo de abordar el tema como lo que es: un acto de generosidad y
afecto.
PREGUNTAS PARA SABER SI ES HORA.
¿Cuando se sienta al volante, se pone de inmediato el cinturón de seguridad?
Puede costarle trabajo abrochar la hebilla. ¿Tiene dificultad para operar los
pedales? Si levanta demasiado el pie para pasar del acelerador al freno puede
ser señal de que no tiene fuerza suficiente en las piernas.
¿Cuando cambia de carril, no gira un poco la cabeza para mirar? Puede estar
sintiendo tensión en el cuello o le cuesta trabajo mover el cuerpo.
¿Se le dificulta ver peatones y ciclistas de noche? Puede tener problemas de
visión nocturna o sensibilidad al deslumbramiento.
¿Estaciona muy lejos de las demarcaciones y la pared? Le es difícil juzgar
la distancia y se siente inseguro para maniobrar entre dos carros sin rayarlos.
¿Lo han multado dos o más veces en los últimos dos años? .
¿Ha tenido varios choques o ‘amagues’ de choque durante los últimos dos
años? Toques traseros, abolladuras en los guardabarros al estacionar y rayones
laterales en carriles de alto tráfico son los más comunes. ¿Circula por la
mitad del carril y no pone direccionales? No confía en sus reflejos y prefiere
circular sobre seguro.