Los hombres también 'quedan en embarazo'

¿Qué hace que en pueblos tan distintos, y tan distantes como los maoríes y los wayús sean los hombres y no sus mujeres los que sienten las molestias y los dolores propios del embarazo?
En estas comunidades nadie lo pone en duda; de hecho, mientras ellas siguen trabajando, los señores son objeto de toda la consideración, las visitas y los cuidados de vecinos y familiares.
No es ciencia ficción. Estos varones llegan a experimentar dolores tan severos, que se estima que uno de cada cuatro cuya mujer está en embarazo se ve obligado a consultar con el médico.
No en vano algunos estudiosos del tema se atreven a asegurar que 15 por ciento de los hombres cuya mujer espera un hijo presenta síntomas, algunos de los cuales pueden terminar en las salas de cirugía.
El curioso síndrome de couvade, cuyo nombre está relacionado con la palabra del francés couver (empollar), hace referencia a una entidad masculina que reúne síntomas muy parecidos a los que padecen las señoras cuando están en embarazo, entre ellos antojos, irritabilidad, calambres, náuseas, mareos, dolor abdominal o en las muelas e incluso, aumento de peso.
Si bien se ha relacionado con asuntos meramente emocionales, investigaciones recientes inducen a pensar que durante la gestación la gran carga hormonal de las mujeres emite señales de tipo químico, que pueden ser percibidas a través de receptores específicos en sus esposos.
Obviamente, esto ocurre de manera imperceptible, lo cual ha sido relacionado por los investigadores con una adaptación biológica, para que a través de estos síntomas de alguna forma los hombres acompañen a sus mujeres durante el embarazo.
Otros estudios sugieren que los señores tienen una predisposición a generar cambios bioquímicos en sustancias como el cortisol y la prolactina (capaces de producir modificaciones físicas que causarían los síntomas), que se movilizan frente a estímulos de tipo paternal, mediados por las emociones.
Por ejemplo, la cercanía de su compañera gestante, cargar un bebé (incluso si es ajeno) o la recepción multisensorial de la parafernalia que acompaña el proceso.
Algunas teorías de corte psicoanalítico explican el fenómeno sobre una necesidad inconsciente de parte del hombre de identificarse con la mujer embarazada; eso haría aflorar sentimientos de celos, temor a ser desplazado por el hijo, inquietud por la responsabilidad, miedos e incertidumbre frente al cambio que entraña el nacimiento.
Si bien no se han establecido las causas definitivas de este síndrome, que hace parecer a los hombres como verdaderos embarazados, es real que algunos llegan a manifestar graves síntomas. Conocerlo y entenderlo, vale decirlo, puede ayudar a los afectados a reducir sus niveles de angustia y a sobrellevar los malestares.
No está mal, claro, que ellos comprendan mejor lo que experimentan sus mujeres y las necesidades que las aquejan. En algo sí pueden darse por bien servidos: en que nunca llegarán a sentir la verdadera dimensión de los dolores del parto.