La historia
del HUV (editorial)
Cuando Cali y el Valle se preparaban para enfrentar las consecuencias
de tener que pedir el amparo de la Ley 550 de
2.000 para proteger de la quiebra al Hospital Universitario
del Valle, la nueva administraci—n
del centro de salud empez— a sorprender con noticias que traen
un nuevo aliento. Se descubre as’
una parte importante de las razones por
las cuales est‡ colapsando el Sistema de Salud.
De
pronto, el hospital encuentra que
s’ puede reducir su personal, con lo cual se ahorrar‡ m‡s de $1.000 millones cada mes. TambiŽn descubre
que los precios a los cuales se compraban los medicamentos se reducen de manera sensible y aparece una racionalizaci—n en el manejo de las compras
e inventarios. Resultado:
el costo que se pagaba por ese manejo, $4.804 millones al mes, baja a $847 millones. Hasta la carne y los v’veres que se consumen en el hospital se
reducen cada mes de $300 millones a $100 millones. As’ mismo, el HUV encuentra la manera de disminuir en el 82 % la
factura que deb’a cancelar cada 30 d’as por
el uso de telŽfonos celulares.
Entonces, la Direcci—n del Hospital anuncia que es posible
evitar el trago amargo que significa
pedir el amparo de la ley
de quiebras y tener que rendirle cuentas
a una junta de acreedores mientras se soportan inc—modas y permanentes auditor’as. Y que se pueden reducir de 20 a 5 las subdirecciones, lo que permitir‡ ahorrar
$1.200 millones cada a–o. O que s’
se pueden revisar el desorden que padecen
las cuentas del hospital, para poder saber a ciencia cierta cu‡nto debe y cu‡nto
le deben. Para conocer
cu‡les son los verdaderos acreedores y cu‡nto adeudan las EPS, el Departamento y la Naci—n. Incluso para saber si el hospital est‡ cobrando lo que no le deben, recurso muy usado para
inflar los presupuestos pœblicos y echarle la culpa a otros de los desastres
que producen el clientelismo desorbitado y su pareja, la corrupci—n.
Sin
duda, el sistema de salud en Colombia adolece de
graves problemas estructurales
que golpean en forma directa a la red de hospitales pœblicos. Pero, al registrar lo que se est‡ destapando
en el HUV, es necesario reconocer el poder destructor de
la politiquer’a y el riesgo
enorme de regresar a un sistema totalmente estatizado, donde el clientelismo causa estragos. Que se apodera de los presupuestos para desviar los recursos destinados a atender la salud
de los m‡s necesitados, y siempre encuentra excusas para justificar
lo injustificable: el despilfarro
y la protecci—n a las malas administraciones que encuentran padrinazgos para mantenerse en sus cargos.
Las declaraciones del doctor Jaime Rubiano, el nuevo director del HUV, son un alivio a la tensi—n que crearon sus antecesores, producto de la clientelizaci—n de un servicio pœblico vital para la sociedad. La pregunta es c—mo impedir el regreso de los vicios que conlleva el entregar el manejo de los hospitales a la politiquer’a y el caciquismo. Y c—mo hacer para que los organismos de control y la Justicia encuentren la verdad de lo que ocurri— en el HUV con la plata y los recursos destinados a atender la salud.