Cómo crear hábitos sanos de sueño
en los niños / ABC del bebé
El
bebé distingue entre el día y la noche a los 3 meses.
Las
rutinas establecidas con constancia y seguridad ayudan a que los bebés y los
padres duerman tranquilos.
Convertirse
en padre significa dejar de dormir tranquilamente, dice el pediatra Jaime
Céspedes, pues establecer rutinas de sueño en los niños se logra con el sudor
de la frente del adulto, no con fórmulas mágicas, complementa el pediatra
Álvaro Jácome.
Pero para que los padres descansen tranquilamente, al igual que los niños, los
hábitos de sueño deben establecerse en el recién nacido, pues así se evitarán
las pataletas futuras para ir a la cama, los continuos despertares y el deseo
por dormir con los papás.
Según el pediatra Álvaro Jácome, si la madre quiere que el pequeño duerma
temprano y se despierte con menos frecuencia al finalizar la licencia, el
trabajo debe empezar desde los primeros días, no una semana antes del retorno a
la oficina.
Cómo favorecer las rutinas
La primera recomendación que hace el pediatra Jaime Céspedes es que los padres
se pongan de acuerdo en los hábitos que quieran crear, como el horario, el
ambiente de la habitación y las actividades previas a la hora de acostar al
bebé en su cama.
El espacio adecuado para dormir debe estar libre de ruido, con una temperatura
agradable. Debe acostarse siempre en su cuna, porque criar significa formar
individuos y en este aspecto el pequeño empezará a ser independiente.
"Durante el primer año de vida, el niño aprende varios hábitos. El de
comer y el de dormir correctamente son dos de los más importantes. Los niños
aprenden según las normas sociales que les rodean", asegura un estudio
titulado 'El insomnio infantil por hábitos incorrectos', publicado por el
Hospital General de Cataluña (España).
Los pediatras aseguran que al tercer mes, el bebé debe estar en su habitación.
Acostarlo en la cama de los papás aumenta los riesgos de que sea aplastado o le
falte oxígeno.
En los primeros meses el bebé se despertará dos veces; una antes de la
medianoche y la otra durante la madrugada, para ser alimentado. A los tres o
cuatro meses, podrá guardar reservas y la segunda toma podrá suprimirse
paulatinamente, disminuyendo cinco minutos cada tres o cuatro días.
A medida que el niño crece, se despertará con menos frecuencia. Sin embargo,
cuando lo haga, los padres deben acudir a verificar que todo está en orden,
pero no deben ofrecérsele estímulos, es decir, no se le alza, no se le da
comida, no se enciende la luz. Así, el pequeño volverá a dormirse rápidamente.
Los errores más frecuentes
-No respetar las rutinas establecidas.
-Interpretar el llanto como una necesidad de comida y ofrecerle estímulos a los
que el bebé se acostumbrará, y quitárselos será más difícil.
-Los horarios de los niños no se tienen por qué ajustar a las necesidades particulares
de los adultos.
-Creer que el televisor es un recurso para dormirlo.
-Los padres no deben mostrar inseguridad al aplicar las rutinas de sueño.
El tiempo de sueño según cad etapa
Las
horas de sueño varían según el momento de desarrollo de los niños. Los recién
nacidos dormirán entre 16 y 20 horas.
Después del primer mes y hasta el primer año el horario de sueño disminuye a 13
o 14 horas diarias.
Los pequeños entre 1 y 3 años que han aprendido a caminar duermen 12 horas cada
día.
En la etapa preescolar, entre 3 y 6 años, dormirán entre 11 y 12 horas.
Las siestas en el día también disminuirán. Después del año, será de una hora
aproximadamente en la mañana y otra en la tarde.
Las pesadillas y terrores nocturnos
El
primer paso para manejar estas molestias conocidas como parasomnias,
que tienen un origen genético, consiste en diferenciar si el niño sufre de
terrores nocturnos o pesadillas.
Estos afectan a los niños y niñas de igual manera y se presentan con más
frecuencia en la edad preescolar (después de los 3 o 4 años).
Los terrores nocturnos ocurren antes de la medianoche. El niño grita y llora,
pero seguirá dormido y luego no recordará el suceso.
Los padres deben ser apenas espectadores y no deben intentar despertarlo.
En el caso de las pesadillas, sucederán en la etapa del sueño después de
medianoche. El pequeño se despierta y recuerda lo que ocurrió. Los padres deben
calmarlo y darle seguridad.
No deben pasarlo a la cama de los adultos; si se requiere, se le acompaña hasta
que se duerma. Estos dos problemas en el sueño no afectan a todos los niños y
desaparecen de forma espontánea.
JULIANA
ROJAS HERNÁNDEZ
REDACTORA ABC DEL BEBÉ