Así es la gota, una 'pequeña' e insufrible enfermedad

No tiene cura, pero es controlable. Hace sufrir por el dolor y la inflamación en las articulaciones.

¿Se le hincha el dedo gordo del pie sin razón aparente y le duele tanto que le impide moverse? Usted puede sufrir de gota, una enfermedad que suena pequeña e insignificante, pero que no tiene cura y, si no se controla, puede llegar a causar serias complicaciones. Es la 'enfermedad de los reyes, de los opulentos', así le decían hace siglos, porque sus primeros dolientes fueron monarcas como Carlos I, Felipe II y Enrique VII. Hoy se sabe que es un tipo de artritis en la que juega un papel clave el componente hereditario.

Después de muchos años se han encontrado fármacos que disminuyen uno sus causantes principales: el alto nivel de ácido úrico en la sangre. "Es una enfermedad producida por el depósito de cristales de ácido úrico en los tejidos, principalmente en articulaciones. Pero no en todos los que tienen altos estos niveles se forman cristales o se requiere tratamiento por gota. Este mal incluso puede surgir en personas con una dieta saludable", explica María José Janiot, presidenta de la Asociación Colombiana de Reumatología.

En realidad, se produce por la ausencia de una enzima clave en el proceso de degradación de ácido úrico. Según Pedro Barceló, del Hospital Universitario Vall d'Hebron, de Barcelona (España), "las primeras manifestaciones son ataques de artritis en una articulación, principalmente en el dedo gordo del pie".

Ojo con lo que se come

La dieta es clave para mantenerla a raya. Una de las causas es el consumo excesivo de alimentos ricos en purinas (componentes de las proteínas), que, en el proceso metabólico, se transforman en ácido úrico. Las purinas están en las vísceras, los mariscos, los embutidos del cerdo y el licor, bajo cualquier forma, aunque el "más malo de todos", como dice Janiot, es la cerveza. Las carnes rojas, las leguminosas, las espinacas y los frutos secos también son generadores.

Si la gota no es controlada, puede reducir de manera significativa la calidad de vida. "Quien la sufre repetidamente va a tener, por ejemplo, artrosis prematura en las articulaciones donde tuvo inflamación", asegura Janiot.  Además, dice la especialista, "hace parte del síndrome metabólico": es frecuente que estos pacientes también tengan diabetes, hipotiroidismo, colesterol alto o hipertensión. "A ellos hay que tratarlos como un todo. La gota no mata, pero si no se controla es terriblemente dura".

Las formas de tratarla

controlar la dieta y evitar traumas  Si el paciente  tiene una hiperuricemia asintomática (ácido úrico alto sin inflamación), hay que controlar la dieta y evitar traumas en las articulaciones con buen calzado, un peso adecuado para la estatura y la práctica regular de algún deporte.

Si hay inflamación, además de una dieta saludable se deben tomar medicamentos para mantener el ácido úrico en niveles bajos, disminuir la inflamación y evitar recaídas. La gota de los tofos  es la más dura de todas y puede requerir de una cirugía para extirpar los nódulos muy incómodos que produce debajo de la piel.

Cuando el gallo canta

El ataque de gota aguda comienza de manera súbita y, en pocas horas, aparece una inflamación importante en la articulación con enrojecimiento, mucho dolor y aumento de sensibilidad cutánea (ardor y dolor). Se describió por primera vez como un mal que ataca "cuando el gallo canta, es decir, de madrugada". El dolor es tan intenso que los afectados dicen que ni siquiera toleran el peso de las sábanas sobre el área inflamada.

'Así aprendí  a vivir con gota'
Testimonio de Alejandro Ramírez Peña, supervisor proceso multimedia El Tiempo Casa Editorial (ramale@eltiempo.com)

No recuerdo el día preciso, pero sí el doloroso amanecer que tuve en ese año del nuevo milenio. Lo primero que pensé fue que había dormido sobre mi pie izquierdo o en una muy mala postura como para no poder caminar. Lo que siguió fue la primera de muchas visitas a urgencias, donde me diagnosticaron gota. Así empezó mi convivencia con la 'enfermedad de los reyes' o 'de los ricos', y lo peor de este padecimiento: no pertenecer a ninguno de estos dos grupos. Mi mal es hereditario.

Para mí ya son familiares las inyecciones de antiinflamatorios y la colchicina (una pastilla diminuta que ayuda a calmar la pesadilla). La medicación ayuda, pero siempre se debe pensar en los efectos colaterales.

Desde entonces, soy consciente de que es una afección que se controla, pero no se cura; aprendí que la lista de alimentos que no debo consumir para evitar el aumento de los niveles de ácido úrico (mayor generador de las crisis gotosas) es más larga y penosa que la de lo permitido, es decir, no como ni tomo algunas de las cosas que más me gustan: mariscos, carnes rojas, embutidos, vino tinto... Hoy, con manejo del estrés, ejercicio, una dieta saludable (con uno que otro desorden periódico) y un tratamiento con medicina biológica llevo más de dos meses sin episodios de gota.

REDACCIÓN SALUD
CON INFORMACIÓN DE EFE