¿Por qué los niños y jóvenes de
Cali se vuelven adictos a la tecnología?
Surgió
una nueva adicción: a la tecnología. En Cali, psicólogos ya tratan a jóvenes
que pasan horas en redes sociales sin poder parar. Hay matrimonios, además, en
riesgo. De seguir ese ritmo, esta será una humanidad de gente sola, encerrada,
sedentaria. Reportaje.
Por: Santiago Cruz Hoyos, reportero de El País. Domingo,
Noviembre 20, 2011
Temas:
Dato clave
Adicción a los videojuegos
¿Es
usted adicto a los videojuegos? Dos o más respuestas afirmativas al
cuestionario lo podría confirmar:
La
niña tiene 13 años. El pasado martes 25 de octubre asistió a una segunda
terapia con la psicóloga clínica Mara Tamayo. La
niña, -fue ella misma la que le pidió a sus padres que la llevaran con un
especialista- intenta superar una adicción de la que ya se habla en todo el
mundo: adicción a la tecnología.
En
este caso es Facebook. Ivonne, la madre, contó que
hubo días en que su hija estuvo conectada en esa red social por más de ocho
horas continuas. Y ese comportamiento empezó a repetirse. A diario, casi: “el Facebook se convirtió en la prioridad de su vida”.
Entonces
dejó de visitar a sus amigas. O a salir con su familia. Todo eso se hizo más
evidente en la época de vacaciones. Prefería estar encerrada en casa, frente al
computador, navegando por ese mundo ficticio de gente que siempre aparece
feliz.
“También
le regalé un BlackBerry. Fue un error. Se mantenía
chateando. Si salíamos de casa, no levantaba la cabeza para saber por dónde iba
o con quién”, contó Ivonne. El celular tuvo que ser decomisado.
La
psicóloga Mara Tamayo explicó que efectivamente se
trata de un caso de adicción a la tecnología. Es decir: un comportamiento
repetitivo que es gratificante a corto plazo, pero que a mediano o a largo
plazo es destructivo.
“Uno
de los síntomas más evidentes es el aislamiento, la introversión. Otro: no
poder prescindir de un aparato, no poder decidir: ya no más, lo voy a apagar”,
dijo la especialista.
Y
la niña no podía desconectarse de Facebook. “A veces
yo llegaba a la casa y la saludaba. Ella no respondía. No se despegaba. Parecía
un ratoncito frente al teclado”, contó Ingrid, su tía.
Entonces
se le pedía que suspendiera, cambiara de actividad. La niña se tornaba ansiosa.
Es otro síntoma de la adicción. Cuando se priva a la persona de la situación o
sustancia adictiva, experimenta desespero, inquietud y a veces, hostilidad. Es
lo que se conoce como síndrome de abstinencia. Porque al principio de la
adicción lo que se busca es placer. Con el paso del tiempo ya no se busca ese
placer sino reducir los niveles de ansiedad. Se pierde el control.
El
miércoles, al siguiente día de la terapia, la niña llegó del colegio, almorzó,
prendió el computador para hacer tareas. Ivonne estuvo pendiente. No ingresó a Facebook. Más tarde vio televisión, se durmió. En su
interior, sin embargo, la batalla sigue.
II
Los
psicólogos no tienen estadísticas consolidadas, pero aseguran que las consultas
de padres con hijos deprimidos que no quieren salir de casa se han incrementado
en la ciudad. Específicamente, explica el psicólogo clínico Luis
Eduardo Peña, “los padres no consultan por adicción a la tecnología, pues no
ven como un problema que sus hijos pasen horas con un computador, con un
videojuego, con un teléfono, pero sí están consultando por cuadros relacionados
con la adicción: depresión, niños solitarios”.
Cuando
se investigan las razones de esos comportamientos, se está encontrando que, en
muchos casos, se le está dando un inadecuado uso a la tecnología.
Es lo que sucedió con una de las pacientes de la psicóloga de familia Judith
Medina. Se trataba de una jovencita de 15 años, introvertida. No quería ir a
las fiestas de sus amigas. Su propia fiesta de cumpleaños tampoco le interesó.
Prefería la casa y un computador. Permanecía en un estudio. Ahí mismo, incluso,
comía. Las horas se le pasaban chateando. Los padres, entonces, pensaron: tan
juiciosa. No sale a bailar, no le interesa tener novio. Muy juiciosa.
Sin
embargo, consultaron con la psicóloga. La niña era bastante tímida. En el
tratamiento Judith Medina identificó que su paciente sufría por complejos
físicos: empezó a tener acné, empezó a subir de peso. Al colegio, así hiciera
un calor tremendo, se iba con un saco encima. El escape ante esos complejos fue
el chat. Precisamente, una de las causas de la
adicción a la tecnología es la inseguridad, la baja autoestima, debido a los
cambios físicos que se experimentan durante la adolescencia.
El
psicólogo Luis Eduardo Peña sigue hablando sobre el
mismo asunto:
“He
encontrado casos de adolescentes que se sientan en el comedor y en vez de
hablar, se chatean por el teléfono; o que prefieren quedarse encerrados en sus
cuartos conectados a Internet, que salir a una fiesta. Se trata de una adicción
muy preocupante. Sus consecuencias son difíciles de visualizar ahora, pero se
notarán a mediano y largo plazo. Esta va a ser una sociedad mucho más
sedentaria, aislada, mucho más sola. No es gratuito que los índices de depresión
y suicidio en los jóvenes hayan aumentado de manera sustancial en los últimos
años”.
El
psicólogo aclara que el problema en sí no es la tecnología, sino su uso
inadecuado. Ahora los niños juegan fútbol, pero en el Playstation.
Ahora se relacionan con los demás pero “en línea”, en casa. Es la generación
solitaria, la del mensaje de texto.
“Todo
esto va en detrimento del desarrollo social. El uso que le están dando a la
tecnología algunos niños y jóvenes les está impidiendo desarrollar las
habilidades que necesitan para socializar con los demás. Son incapaces de
negociar, de hablar de sus problemas de una manera tradicional”, agrega Luis Eduardo.
También,
algunos, son agresivos. Y en Estados Unidos el asunto llegó a lo insólito: Andrew Keith Johnston,
19 años, mató a su hijo William de apenas un mes de nacido. Fue en octubre de
2010. En una declaración escrita, dicen las noticias, Andrew
confesó que se enojó porque el bebé lloraba y eso le interrumpía el videojuego
que estaba jugando.
Andrew golpeó a su hijo. El bebé
sufrió una hemorragia cerebral y murió en un hospital una semana después. Andrew Keith Johnston
fue condenado el pasado mes a 27 años de cárcel.
Pero
la adicción a la tecnología también está acabando matrimonios, el ‘virus’ no
sólo afecta a los niños.
Un
cable de la agencia Efe informó que en China, el 20% de las sentencias de
divorcios emitidas en los dos últimos años en parejas nacidas en la década de
1980, tienen su origen en la adicción a los videojuegos de uno de los cónyuges,
generalmente el hombre.
El
diario The Guardian, de
Inglaterra, divulgó además que el 28% de las mujeres se quejan de que sus
parejas han perdido interés en la relación, prefieren el Internet o enviar
mensajes de texto en sus teléfonos.
A
propósito, un estudio de la Universidad de Massachusetts
aseguró que nueve de cada diez usuarios de BlackBerry
son adictos.
Y
aunque en Cali no se registran estadísticas sobre la incidencia de la
tecnología en las relaciones de pareja, se encuentran casos que sugieren que
algo está ocurriendo. Como el de una ejecutiva que llegaba a casa en la noche,
y encontraba a su esposo con el computador encendido. Apenas se saludaban. El
hombre permanecía horas chateando, jugando. Se acostaba en la madrugada.
Además
del diálogo, la sexualidad también se afectó, se terminaron las relaciones
íntimas. Después de diez años de matrimonio, se divorciaron. Parece que en esta
sociedad se volvió más interesante centrar la atención en la bandeja de entrada
que en los ojos del otro.
Los
adictos a la tecnología, dijo a propósito la psicóloga de familia Judith
Medina, por lo regular tienen problemas con el lenguaje, hablan en monosílabos.
Ese podría ser otra de las características de la sociedad del futuro que ya se
está notando en el mundo de hoy. Quizá aquella manera de hablar responde a como
se escribe en el chat, donde las palabras se
recortan, la ortografía no interesa.
Ya
lo dijo Mario Vargas Llosa: “El Internet ha acabado con la gramática, ha
liquidado la gramática. De modo que se vive una especie de barbarie sintáctica.
Si escribes así, es que hablas así; si hablas así, es que piensas así”.
La
sociedad del futuro hablará poco, y también padecerá de obesidad, trastornos
del sueño, estrés, irritabilidad, todo por la adicción a la tecnología.
III
En el
mundo ya surgió un término para los adictos a la tecnología: ‘obesos
digitales’. Son aquellos glotones de Internet, de juegos, que pueden pasar 15
horas continuas ‘pegados’ a un aparato.
A
propósito, Daniel Sieberg, un estadounidense
especialista en tecnología, publicó un libro que tituló The
Digital Diet (La Dieta Digital). En el libro les está
proponiendo a los glotones digitales hacer dieta, regular el uso de la
tecnología.
Que
el fin de semana, por ejemplo, no se encienda el computador. Así, paulatinamente,
hasta llegar a utilizarlo con moderación sin que se afecten las relaciones
sociales, la familia, las actividades placenteras, el crecimiento personal.
Dosificar
el uso de la tecnología es una de las tareas en el tratamiento de esta
adicción. Y ahí, el rol de padres, en el caso de niños y adolescentes, es
fundamental. En eso y en el fortalecimiento de la autoestima. La raíz de la
adicción, el fondo, son los muchachos y adultos inseguros que encuentran en la web, los juegos, el chat un
‘búnker’ seguro para sus vidas.
¿Vibración fantasma?
A
veces pasa. Que vamos en el carro, o caminando, y se siente que el teléfono
está vibrando en el bolsillo. Cuando cogemos el aparato, resulta que no hay tal
vibración, nadie está llamando. Falsa alarma.
Aquello
es tan común, que neurólogos ya lo denominan Vibración Fantasma. Parece que esa
vibración fantasma se debe a que el cerebro interpreta las señales del celular
como partes del cuerpo.
Eso
podría explicar por qué tanta dependencia con esos aparatos, tanta angustia
cuando se sale de casa sin ellos (ver gráfico).
El pulgar del BlackBerry
Se
ha comprobado que la adicción a la tecnología, el uso inadecuado de los
teléfonos móviles con servicio de chat, generan
múltiples problemas para la salud. Por ejemplo: médicos ya han denominado a un
dolor en el dedo pulgar, por el que están siendo consultados, como ‘El Pulgar
del BlackBerry’.
Se
trata de una dolencia ocasionada por el uso excesivo de los pulgares para
presionar las teclas de los teléfonos. La consecuencia de esas repeticiones son
dolor en las articulaciones de los pulgares, en las muñecas y en las manos;
dolores en el cuello, en los hombros, espasmos musculares, tendinitis
(inflamación de los tendones), entre otros.
La
recomendación: regular el uso.