Fundación Riendo Sigo Viviendo,
una historia sobre el poder del humor
En
Cali, ocho mujeres crearon la fundación Riendo Sigo Viviendo. Se disfrazan,
visitan hospitales, cárceles, ancianatos. Ahí, hacen
reír. Y el dolor de afligidos y enfermos se repliega ante el humor. Crónica.
‘Riendo
sigue viviendo’ recibe donaciones de ciudadanos y empresas para realizar
eventos como la fiesta de hoy para 200 niños con cáncer. Si usted quiere
participar puede escribir a directora@riendosigoviviendo.com
Estos
son los 200 obsequios que ‘Riendo Sigo Viviendo’ entregará hoy a 200 niños
enfermos de cáncer.
Julio
Sánchez
Sucede
desde hace un año. Julio de 2010, exactamente. Un grupo de mujeres y hombres
(son más las mujeres) salen a las calles de Cali con atuendos de carnaval y en
días en los que el resto de ciudadanos podríamos llamar “laborales”,
“normales”.
Así,
por ejemplo, un lunes cualquiera de un mes cualquiera el grupo podría estar por
ahí, en pleno mediodía, luciendo antifaces, pelucas de colores fosforescentes,
anillos de goma con luces, gafas estilo piñata, varitas mágicas y globos en los
que se lee un mensaje: ‘Riendo sigo viviendo’.
Cómo
no. Los miran con curiosidad, con extrañeza. ¿Para dónde irán así? Este
miércoles, nada más, que en el calendario figuraba como día sin anotaciones de
fiesta, un cliente de una panadería del Oeste de la ciudad no aguantó la
curiosidad y le preguntó a Esther Lucía Jiménez, una de las integrantes del
grupo, que qué día era, que qué se estaba celebrando y él no se había dado por
enterado.
Esther
le respondió con voz entusiasta: ¡Hoy es el día del amor!
Al
amor al otro, proclaman, es a lo que le están apostando. Al amor y a la risa.
Porque cada que salen a la calle con sus atuendos no convencionales se dirigen
a salas de quimioterapia, albergues de ancianos abandonados, fundaciones para
enfermos de cáncer, la cárcel.
A
esos recintos, el grupo entra triunfal, alborozado, a veces bailando, a veces
saltando. Después cantan, reparten abrazos, cuentan chistes, entregan regalos.
La
meta de todo aquello es, por un lado, lograr que el sufrimiento se espante, se
olvide, así sea por un rato. La meta, también, es lograr que el que esté
afligido, enfermo, se ría. Y eso, mire usted, trae beneficios insospechados: la
risa baja la tensión arterial, disminuye el ritmo cardiaco. También dilata los
bronquios, aumenta el volumen del sistema respiratorio. Por eso es tan
recomendada para los que sufren de asma.
Si
alguien se ríe durante cinco minutos, es como si durante 45 hubiera hecho
ejercicio. La risa hace mover a 400 músculos del cuerpo. Y la risa, también,
lleva a que el cerebro segregue endorfinas, unas sustancias químicas que
generan bienestar y hasta tienen poderes analgésicos. Es cierto entonces eso de
que el humor es uno de los antídotos más eficaces que se han encontrado para
combatir las enfermedades más comunes de estos tiempos de hombres conectados
pero solos: depresión, estrés.
El
grupo que ríe y hace reír en realidad es una fundación. Se llama como lo
indican los globos que portan: ‘Riendo sigo viviendo’. La fundaron ocho
mujeres: Lilián Terreros Ruiz, Claudia Marcela
Franco, Martha Cecilia Gil, Esther Lucía Jiménez, Tatiana Arias Jiménez,
Victoria Eugenia Casas, Katya Botero y Lina María
Londoño.
Todo
empezó, en parte, por Lilián Terreros Ruiz, la
Presidenta. Al principio imaginó crear un espacio, una casa, en la que todo
aquel que anduviera deprimido pudiera ir para restaurarse. La idea, con el
tiempo, cambió: ir directamente a donde la gente lo necesitara.
Lilián, dice, tuvo un sueño. De
todo eso. De una fundación que se llamaría ‘Riendo Sigo Viviendo’. Fue un sueño
premonitorio, agrega. Y sí, el 26 de julio de 2010 se hizo realidad. En ese
entonces, ‘Riendo sigo viviendo’ era un programa que ofrecía la Fundación de
Cuidados Paliativos del Centro Médico Imbanaco. El 18
de febrero de 2011, sin embargo, ‘Riendo Sigo Viviendo’ se convirtió,
legalmente, en fundación independiente.
Algunas
de sus fundadoras se entregaron al proyecto después de padecer dolores
profundos. La madre de Esther Lucía Jiménez, por ejemplo, murió de cáncer.
Catalina Lema, una de las voluntarias, padeció la enfermedad. Lilián Terreros, por su parte, no entendía cómo era que ni
ricos ni pobres de este mundo encuentran eso que se llama felicidad. ‘Riendo
sigo viviendo’ se convirtió para sus fundadoras, entonces, en un proyecto de
vida, en una forma de ver el destino desde otro foco: se le da importancia al
ser, al sentir, a lo espiritual, se le resta trascendencia a todo lo demás. La
fundación funciona para sus integrantes como un camino para encontrar bienestar
personal y colectivo.
Como
Hunter ‘Patch’ Adams, un hombre que a los nueve años perdió a su padre y a
los 18 ya se había intentado suicidar. Hunter,
deprimido, ingresa a un hospital psiquiátrico. Allí ve que el trato a los
pacientes es distante, que los médicos no los llaman por su nombre sino por el
número de su cama y asuntos semejantes. Entonces, decide ser médico, iniciar
una revolución en la que el paciente ya no es paciente, es amigo, alguien
verdaderamente importante. En esa revolución se descubre el poder sanador del
humor. Hunter es considerado como el inventor de
la risoterapia y su vida inspiró un clásico del cine:
‘Patch Adams’,
protagonizada por Robin Williams.
Cada año, por cierto, aún organiza un voluntariado y recorre el mundo vestido
de payaso para visitar ancianatos, cárceles,
hospitales. Igual que en ‘Riendo sigo viviendo’.
Este
miércoles, la fundación visitó el albergue Casa Alivio del Sufrimiento, en el
barrio Saavedra Galindo. Ahí, 60 ancianos sin familia, abandonados alguna vez
en la calle, viven. Está, por ejemplo, Rosita, una mujer de 111 años. Rosalino Hurtado Riascos, un
hombre ciego. Alicia Ocampo, que se quedó sola desde que se murió su madre.
‘Riendo
sigo viviendo’ entró saludando con fuerza, abrazando. También cantaban. Y no se
retiraban de ninguna cama hasta que cumplieran su cometido: que el que
estuviera ahí se riera. Rosalino, el hombre ciego, se
puso tan contento que declamó poesía para agradecer la visita. La vida para
estas personas, por un rato, fue más agradable, menos sola, quizá menos
aburrida. Otra vez, el humor, su poder.
Hoy,
sábado 27 de agosto de 2011, ‘Riendo sigo viviendo’ saldrá de nuevo con sus
disfraces. Esta vez estarán en Pance. Allá
organizarán una fiesta. Será monumental, dicen. Para 200 niños enfermos de
cáncer. Les entregarán regalos, claro. Pero sobre todo, sobre todo, los harán
reír.