Colombia se ha propuesto en el 2032 ser uno de los tres países más
competitivos de América Latina. Esta visión implica pasar de un producto por habitante
de unos US$3.000 a uno de US$18.000.
Para ello se ha convocado una gran coalición público-privada para desarrollar
sectores productivos de clase mundial, dar un salto en la eficiencia productiva
y formalizar el país en materia empresarial y laboral. Cada uno de estos tres
ejes tiene proyectos y programas para alcanzar su cometido. Hoy me referiré a
la informalidad.
Se estima que en Colombia la informalidad empresarial es del 40% de las
unidades productivas y la informalidad laboral del 60%.
La informalidad genera graves males: empleo de baja calidad y explotación
del trabajador; distorsión en el mercado por ser motor de la economía
subterránea, crecimiento limitado de las empresas informales y un nivel de
supervivencia bajo; bajo acceso al crédito y a los servicios gubernamentales;
nula contribución a los ingresos de
Pero hay un mal mayor que es la propensión de empresarios informales y
consumidores a medrar de las condiciones turbias que en ocasiones sirven
incluso como instrumento de la delincuencia, por ejemplo el contrabando. Así se
ha venido construyendo una verdadera subcultura que se soporta en el argumento
fácil de que utilizar los circuitos legales para hacer negocios no es rentable
ni costeable, subcultura que trasciende incluso a las
familias en las decisiones de compra de productos para el hogar.
De ahí la importancia de
La ley brinda descuentos en impuestos y contribuciones parafiscales por seis
años y de matrícula mercantil por cuatro años. También estimula con los mismos
descuentos a empresas que vinculen jóvenes menores de 28 años, personas en
situación de desplazamiento o discapacitados, así como a mujeres mayores de 40
años.
De acuerdo con los estudios que se han realizado sobre la informalidad, una
de las barreras para ser formal son los costos. Sin embargo, aliviarlos es un
factor necesario mas no suficiente. Por tanto debe
atacarse la subcultura de la informalidad con una gran campaña que permita
divulgar los beneficios que trae la nueva Ley y al mismo tiempo brindar un
amplio programa público-privado que integre los elementos de un enfoque
persuasivo y sancionatorio, como último recurso.
Sin un mensaje claro de no tolerancia a la informalidad enviado desde la
institucionalidad, es difícil crear un clima de confianza y observancia de las
normas.
Un aspecto sustancial será que en ese conjunto de servicios que se brinde se
logre una segmentación clara que debe dar un trato diferencial de los programas
de fortalecimiento empresarial convencionales dado que los emprendedores o
informales recién llegados al escenario de la formalidad, requieren servicios
específicos para su naturaleza, tamaño y momento de la empresa.
Finalmente debe establecerse un buen registro de las empresas que pasan de
la informalidad a la formalidad, al igual que su comportamiento para determinar
sostenibilidad en el tiempo, empleo generado, estados
financieros. En esta forma podrá demostrarse que efectivamente ser legal paga.