Fe y razón: dos caminos que se cruzan
Por: REDACCIóN SALUD |
4:07 p.m. | 23 de Marzo del 2013
Ocurrió en febrero
del año pasado en la prestigiosa Universidad de Oxford. En un encuentro que se
prolongó por algo más de una hora, el biólogo Richard Dawkins y el primado
anglicano Rowam Williams debatieron sobre la
naturaleza y el origen de los seres humanos en términos pacíficos y cordiales.
Muy distante de lo que ocurrió 150 años atrás,
cuando en ese mismo escenario Thomas Huxley y el arzobispo Wilberforce
se enzarzaron en una fuerte discusión y el clérigo, airado, acabó preguntándole
a Huxley si era descendiente del mono por parte de padre o de madre.
La anécdota la cuenta Javier Sánchez Cañizares y
la reproduce la Universidad de Navarra, (España) en la página web del Grupo de Investigación Ciencia, Razón y Fe de esa
institución educativa. Y tiene razón de ser porque intenta ilustrar cómo, de
unos años a esta parte, la ciencia y la fe (entendida esta como religión o
simplemente como espiritualidad, es decir, sin dogmas religiosos), cada vez se
dan más la mano y entrecruzan sus caminos. Una de las conclusiones de este
grupo interdisciplinar es que esta confluencia se debe a que “la propia ciencia
se ve insuficiente para dar respuestas convincentes a los grandes interrogantes
del hombre contemporáneo, que son, en gran medida, de naturaleza ética y existencial”.
Así las cosas, lo que antes era impensable ya no
lo es tanto. Hasta científicos de renombre como el colombiano Raúl Cuero,
asesor de la Nasa, han entrado en el debate. “La espiritualidad y la ciencia se
integran muy bien. Si uno se aísla del materialismo físico y social crea cosas.
Es mi caso. Me considero un científico espiritual y creativo”, confesó Cuero en
una entrevista reciente.
En un plano más terrenal (el día a día de cualquiera) y con base en evidencia
científica, muchos expertos coinciden en afirmar que quienes logran integrar la
razón y la espiritualidad viven mejor y asumen los embates de la vida con otra
actitud que suele dar resultados.
De hecho, investigadores de la Universidad de
Oxford sometieron a varios pacientes a choques eléctricos después de mirar
imágenes religiosas. Para conocer el impacto cerebral utilizaron escáneres. Uno
de los resultados que más les llamó la atención fue que a pesar de que tanto
creyentes como agnósticos presentaban niveles similares de dolor, aquellos que
observaban imágenes de la virgen o que les evocaran vínculos religiosos
activaban en su cerebro la zona de la analgesia, que suprime las reacciones a
las amenazas. “Hay gente que con su religión logra el apoyo de una comunidad en
momentos difíciles. La fe brinda la posibilidad de creer en algo superior, y la
esperanza que brinda eso permite que las personas logren superarse y llegar a
un estado de bienestar”, afirma el psiquiatra Mario Danilo Parra.
La espiritualidad, le dijo el neuroinmunólogo
Roberto Amador a EL TIEMPO, tiene un efecto similar al llamado placebo. “Si yo
me tomo una aspirina y creo que me va a quitar el dolor, eso puede hacer que
antes de tragármela ya se me haya quitado”.
El psiquiatra y psicoanalista Ricardo Aponte, por
su parte, afirma que el ateísmo no existe en términos absolutos. “Hay una
integración entre la razón y la fe, que le da tranquilidad a las personas. No
necesito estar dogmatizado para creer en algo o no. Siempre hay un acto de fe,
así sea en actividades diarias: creemos en las personas o en un mejor futuro;
eso hace que tengamos una estabilidad emocional”. Y añade: “Mi hipótesis es que
el pensamiento científico es un acto de fe en sí mismo: cuando los científicos
hacen ciencia y la divulgan, les creemos. No vemos ni el átomo ni la molécula,
pero sabemos que existen, y eso es un acto de fe”.
Redacción Salud