Una
audiometría a tiempo podría prevenir problemas de audición y, por ende, de
escolaridad
Se debe realizar cada año, en niños sin ningún tipo de
anomalía. Y cada tres meses, si el menor tiene problemas auditivos.
Según
la Organización Mundial de la Salud (OMS), en Latinoamérica uno de cada mil
neonatos registra pérdida de audición y tres de cada mil bebés poseen una
reducción parcial del sentido del oído.
“En
Colombia, uno de cada 20.000 niños que nacen tiene un problema serio de
audición”, señala Gilberto Marrugo Pardo, jefe del
servicio de otorrinolaringología de la Universidad Nacional y de la Fundación
Hospital de la Misericordia y presidente de la Asociación Colombiana de
Otorrinolaringología.
Cuando
estas anomalías no son corregidas y diagnosticadas de manera adecuada, los
niños sufren de problemas irreversibles en el futuro.
Para los neonatos y los bebés, existen exámenes específicos para detectar
enfermedades auditivas. Después de los dos años de edad, incluso desde los
nueve meses (con la guía de personal calificado), la audiometría convencional
resulta muy útil. Pero, a diferencia de los adultos, se lleva a cabo con
recursos lúdicos.
“Este
examen valora la capacidad que tiene la persona de escuchar. Para ello, se
utilizan diferentes secuencias e intensidades que percibirá el paciente (...)
Al hacerla, se usa una cabina especial para que no se escuchen los ruidos del
ambiente”, explica Frida Scharf, presidenta de la
Sociedad Colombiana de Otorrinolaringología Pediátrica y Secretaria de la
Asociación Interamericana de Otorrinolaringología Pediátrica.
Esta
debe hacerse cada año, si el niño no presenta ninguna patología auditiva. Pero,
si tiene un problema de audición, lo ideal es que se haga cada tres meses.
Es
fundamental realizarla cada vez que el menor va a ingresar al colegio, pues los
problemas en los oídos no se detectan fácilmente y pueden ocasionar
inconvenientes de escolaridad.
“La
mayoría de las pérdidas de audición se producen por otitis (presencia de líquido
en el oído medio). En las otitis externas (generalmente se adquieren en las
piscinas) se recupera la audición apenas la infección desaparece. (...) Pero la
del oído medio es silenciosa y no tiene sintomatología diferente a la falta de
atención y a la alteración del lenguaje del niño”, señala la doctora Frida Scharf.
En
este sentido, cuando un niño no escucha, puede estar desconcentrado y
retroceder en su desarrollo del habla, pues si no oye no adquiere habilidad en
el lenguaje. Además, lo van a catalogar como inquieto, cuando en realidad la
falta de audición le genera problemas de aprendizaje.