“Tal vez por la angustia de sentirse uno perseguido, como un animal, de
saber que lo perdió todo y pensando que en cualquier momento lo encuentran, me
enfermé. Mi sobrino buscó un médico, pero no me encontró nada. Me decía: ‘Usted
no tiene nada, váyase y descanse’. Sin poderle decir el problema que tenía”.
El relato lo hizo en Florencia (Caquetá) una señora de 52 años, desplazada
de la violencia, ante Médicos sin Fronteras (MSF), ONG que prendió las alarmas
por los efectos de la violencia en la sicología de
miles de colombianos.
Un estudio de esa organización, en Caquetá, constata que la guerra entre los
grupos armados disparó problemas sicológicos como la depresión, el estrés y la
irascibilidad y que esto ha repercutido en la convivencia y la calidad de vida
de los habitantes de ese departamento. El informe señala que de 5.064 pacientes
que recibieron atención clínica de MSF, desde marzo del 2005 hasta septiembre
del 2009, el 61,1 por ciento presentó anomalías de este tipo.