La principal fuente de estimulación consiste en brindarle afecto a los niños

El tacto, el sueño y el canto son algunas actividades que los padres pueden compartir con sus hijos de una manera muy natural.

Los padres tienen un instinto natural para estimular a sus hijos y, aunque existen ejercicios prácticos para hacer en casa, brindar afecto es la principal herramienta.

María Carolina Sánchez, sicóloga especialista en primera infancia, asegura que los padres deben tener presente que cada actividad no tiene que fatigar a los niños, sino generarles deseos de repetirla. La motivación es esencial para el aprendizaje, pues el pequeño participará con más entusiasmo y disposición.

El papel de los padres
Su presencia es vital, pues ellos les ofrecen las primeras herramientas de contacto con el mundo. El primer paso es estar convencidos de la conveniencia de la estimulación.

“Realizar estimulación temprana significa sembrar para mañana, pues los beneficios no se pueden medir a corto plazo”, afirmó la especialista en estimulación Rosa Uriarte, desde Cantabria (España), a ABC del bebé.
Los adultos, al ofrecer estos estímulos, brindan oportunidades adecuadas, especialmente en el primer año de vida, para evitar futuros problemas de aprendizaje.

Primer año
Los recién nacidos necesitan una estimulación suave y paulatina. El movimiento y el tacto son vitales, tanto como el alimento y el sueño. Rosina Uriarte aconseja a los padres hablarles, cantarles y moverlos por la casa o en su cuna para que tengan diferentes visiones de su habitación.

Por ejemplo, cuando vaya por la calle puede llevarlos en posición canguro, con el pequeño mirando hacia adelante para ofrecerle múltiples sensaciones.

El bebé deberá estar boca arriba, pero es importante cambiarle de posición para evitar la deformación craneal y estimular los sentidos. Boca abajo levantarán su cabecita al mes o dos meses de edad; en esta postura tendrá la posibilidad de ejercitar la musculatura de su cuello, además de desarrollar su visión.

Después de los 4 meses, los padres deben fomentar la posibilidad que tienen los niños de hacer giros en ambas direcciones. Para esto se pone al niño boca abajo. Entre los 6 y 7 meses empezará a arrastrarse, se sentará solo y a los 10 meses gateará.

“Si les muestra libros de láminas grandes y le señala figuras y repite el nombre, el bebé percibirá que el sonido estará acompañado de un efecto y le generará gusto por la lectura”, aconseja María Carolina Sánchez, sicóloga especialista en primera infancia. No es necesario usar libros sofisticados; un texto infantil, con imágenes y colores, es ideal.

 

La motivación debe ser adecuada y temprana
Rosina Uriarte, especialista en estimulación infantil y directora del Centro Bilingüe de Estimulación Temprana, en Cantabria (España), da cinco parámetros básicos que deben tener en cuenta los padres cuando estimulan a sus hijos. Según ella los ejercicios deben ser:
1. Atractivos.
2. Breves (si no, se pierde la atención del niño).
3. Rápidos (los estímulos lentos tienden a aburrir y a hacer que el niño pierda la atención).
4. Repetidos un número mínimo de veces (de 10 a 15 veces diarias).
5. Constantes en el tiempo. No vale un estímulo cada dos semanas. Debe ser diario y, si se puede, hacerlo varias veces al día hasta lograr el número mínimo de repeticiones necesarias.

Los pequeños son, por esencia, curiosos y están dispuestos a hacer cualquier actividad que los adultos les ofrezcan siempre y cuando esté involucrado el entusiasmo. Lo importante es brindarles un abanico de posibilidades, para que su atención siempre esté centrada y se fortalezcan sus estructuras cerebrales. La experta además asegura que en el primer año la oralidad está fijada en la lactancia. “Solo suministre leche materna, ni siquiera agua, hablando de un bebé sin ninguna complicación”. Cuando comience la alimentación complementaria se les deben dar texturas nuevas, asociadas con experiencias gratas. Esto ayudará al fortalecimiento de los músculos faciales involucrados en el habla.

 

Por Juliana Rojas Hernández

Redactora de ABC del bebé