Enseñar A Comer, Todo Un
Reto Para Colegios Públicos
Aunque
suene increíble, en Bogotá hay niños que no están acostumbrados a beber leche;
que no saben qué es un brócoli o unos huevos revueltos y que antes de llegar al
colegio no habían probado la carne o el pollo.
Eso es lo
que cuentan varios funcionarios de colegios públicos consultados por EL TIEMPO.
Y en todos, la conclusión es la misma: enseñar a comer a jóvenes y niños se
volvió parte de la cátedra escolar, especialmente cuando se amplió el programa
de refrigerios y comidas calientes para los estudiantes.
Esa es la
labor que a diario deben asumir los docentes de 384 colegios distritales,
quienes, en el suministro de desayunos, refrigerios y almuerzos, han tenido que
recurrir a toda suerte de estrategias para educar a sus pupilos en el valor
nutricional de los alimentos, antes de que estos terminen en la caneca.
“No están
enseñados a comer cosas nutritivas. No estaban acostumbrados, por ejemplo, a
tortas de queso o de zanahoria y las dejaban. Por eso, decidimos llevar a un
grupo de alumnos al lugar donde preparan los refrigerios y allí les explicaron
cómo se hacían las tortas. Ellos les contaron a sus compañeros esta experiencia
y ya las aceptan”, dice Fairoy Benítez, orientadora de la sede B del colegio Francisco
de Paula Santander.
‘No
toleraban la leche’ En el Instituto Técnico Juan del Corral, el coordinador del
comedor escolar, Jaime Ortegate, encontró algo particular: cinco niños no
toleraban la leche porque no estaban acostumbrados a ella. La vomitaban. “El
problema de las verduras también era delicado. Después del almuerzo, el piso
quedaba entapetado con ellas. Decidí contarles que una piel y pelo sanos y
brillantes se logran comiendo verduras y comenzaron a comerlas. También se
trabajó con los padres para que reforzaran este hábito en casa”, afirma.
Algo
similar pasaba con las frutas, pues, en lugar de comerlas, los chicos jugaban
con ellas. En el Gimnasio Sabio Caldas, el reto educativo fue mayor: desde
enseñarles buenos modales en la mesa hasta explicarles que el almuerzo era más
que arroz con papa y yuca.
“Inicialmente
no estaban acostumbrados a carnes en preparaciones diferentes a la frita. Y una
vez que les dimos jamón, les pareció una comida extraña y no lo comieron”, dice
el rector Émber Esteffen.
“El
comedor escolar es una hora pedagógica. Con él, hemos logrado cambiar
costumbres alimentarias inadecuadas y mejoramos la nutrición”, cuenta Gloria
Rodríguez de Guío, rectora del Colegio República de Bolivia.
En este
plantel, los docentes encontraron niños que no conocían la carne ni el pollo y
los desperdiciaban. Ahora, con el tren de la alimentación, cuentos y loterías,
les explican los grupos de alimentos y su importancia en el crecimiento y
desarrollo.
Sonia
Otálora, coordinadora del comedor escolar del colegio 21 Ángeles, en Suba, dice
que desayunos distintos de caldos de papa y calentado no les llamaban la
atención a sus pupilos. “El huevo no les gustaba y lo botaban.
Tampoco
las coladas”, indica. “Hay niños que no saben qué es comer una pera, que a
veces no desayunan porque el menú incluye huevo... día a día les damos charlas
de por qué comerlos”, afirma, por su parte, Hernando Escobar, coordinador del
comedor escolar del colegio Ofelia Uribe de Acosta.
En el
Delia Zapata les enseñan a manejar el tenedor y la servilleta, que para ellos
no existían. Tampoco les eran familiares las verduras frescas.
“Con los
refrigerios probaron alimentos y sabores diferentes. Aunque algunos debieron
excluirse del menú porque no los aceptaron, como un queso especial y un pan con
salchicha, los niños han aprendido a comer más fruta”, cuenta Martha Pineda,
orientadora del colegio Guillermo Cano Isaza.
Alimentación
escolar mejoró talla y peso Un estudio realizado por el Instituto Nacional de
Salud y las universidades Nacional y Harvard afirmó que el estado nutricional
de escolares de
Aumentaron
talla y peso, y esto, en buena parte, gracias al programa de alimentación
balanceada y gratuita (refrigerios, desayunos y almuerzos) que
La
desnutrición crónica bajó del 15,4 por ciento en el 2005, al 11 por ciento en
2008.
AL AÑO SE
INVIERTEN 180 MIL MILLONES DE PESOS EN ALIMENTACIÓN El programa de los
refrigerios escolares funciona desde hace 12 años y el de las comidas
calientes, almuerzos y desayunos, hace 5.
El
director de Bienestar Estudiantil de
El
Distrito invierte $ 180 mil millones al año en el programa de alimentación
escolar