'En Colombia nadie debería tener armas'

 

María Isabel Gutiérrez, uno de los 100 personajes que se dedica a reducir las muertes violentas.

Su cuartel general es una pequeña oficina, donde los libros y documentos escasamente dejan espacio para tres sillas, lo justo para que sus colaboradores participen en las teleconferencias que unen a Cali con el resto del mundo en la investigación y planeación de estrategias para prevenir la violencia.

La médica epidemióloga María Isabel Gutiérrez, que cumple extenuantes jornadas en esa tarea, y, de paso, los 30 médicos, epidemiólogos, politólogos, estadísticos, sociólogos, trabajadores sociales e ingenieros que la acompañan, dejó salir una sonrisa cuando la felicitaron por ser una de las más influyentes del mundo.

No lo sabía. Su nombre se mezcló entre los de Angelina Jolie, el Dalai Lama, Kofi Annan, Juanes y Jimmy Carter, en la selección de 100 personalidades que dedican sus vidas a la reducción de muertes violentas por armas.

La Fundación Action on Armed Violence Reduction (Acción Contra la Violencia Armada), con sede en Londres, realizó la selección de hombres y mujeres que trabajan para hacer del mundo un lugar más seguro y en paz, y en ella quedó incluida esta bogotana que desde los 6 años llegó a Cali para crecer y formarse como una laureada profesional.

Desde hace 13 años es la directora de Instituto de Investigación y Desarrollo en Prevención de Violencia y Promoción de la Convivencia Social (Cisalva) de la Universidad del Valle. Bajo su batuta este instituto se ha posicionado como Centro Colaborador de La Organización Mundial de la Salud y Centro Certificador de Comunidades Seguras de las Américas, pero esta profesora dice que es el trabajo de muchos investigadores.

Tiene tantos títulos como reconocimientos que no caben en la pared de la oficina, el que aún la llena de satisfacción: El de mejor estudiante de doctorado en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Johns Hopkins.
Los múltiples compromisos y la necesidad de gestionar recursos hacen que su agenda transcurra más por fuera del país, pero esta hija, esposa, madre de dos destacadas profesionales, deja tiempo para todo. Recientemente se estrenó como abuela de Alexandro, una experiencia que dice es inigualable.

Asegura que Colombia aún con las visisitudes que enfrenta si alcanza la anhelada paz sin duda sería el lugar más maravilloso.

¿Cómo llega a la epidemiología de la violencia?

Siempre he estado vinculada a Univalle. Terminé medicina y empecé mi rural en el Centro de Investigaciones Multidisciplinarias para el Desarrollo, y gané una beca para estudiar epidmiologia y bioestadística en Canadá. Allí saqué una maestría y regresé como docente, además, me integré al programa de epidemiología y cuando empecé mi residencia en cirugía gané una beca de Colciencias y el BID. Después de cursar dos doctorados regresé para devoverle al país lo que había invertido en mi y empecé a dirigir Cisalva.

¿Qué siente cuando en Colombia se reporta tanta violencia?

Que no debería haber un solo muerto. A veces dicen ‘apenas hubo uno’ y es terrible. Como el profesor Antanas Mokus creo que cada vida es sagrada, cada uno tiene una historia, una familia, no importa si tiene antecedentes. Cuando se llega a los consejos de seguridad uno lo que piensa es que no debería pasar, por eso hay que insistir en temas que deben considerar quienes toman las decisiones.

¿Uno de esos temas polémicos es el desarme. Cuál su posición?

La disponibilidad de armas es un tema de riesgo. Se ha demostrado con evidencia que cuando hay restricción en el porte y disponibilidad de armas disminuyen los hechos violentos. No es porque no pasen los conflictos, eso es a diario, el tema es cómo los resolvemos. Además, cuando al conflicto se asocia al alcohol y las armas, el porcentaje de riesgo de que ocurra una muerte es muy alto. Abogo por el desarme, infortundamente hay quienes dicen que andan armados para defenderse y muchos ya no están con nosotros por esa posición. Este no es un tema de ciudadanos de bien o de mal, las armas legales también generan problemas. No debe haber disposibilidad de armas, Colombia debe desarmarse.

¿Cómo ve el panorama de seguridad en Colombia?

A veces uno se desalienta, pero también se ven resultados que aníman a seguir adelante. Cuando, con la influencia que se pueda ejercer, empiezan a hablarse las instituciones y a verse resultados, es un aliciente. Recuerdo en el 2004, cuando empezó el tema de los observatorios, cómo el alcalde de Popayán y el comandante de Policía articularon acciones y los homicidios redujeron un 51 por ciento, o, en Pasto, Raúl Delgado, hoy Gobernador del Nariño, cambió la pólvora por otras actividades productivas y bajaron los quemados. Bogotá es un ejemplo con el desarme. No lo hicimos nosotros, pero la seguridad es un tema en el que hay que persevar.

¿Qué opina del manejo que le dan los gobiernos al tema de la seguridad?

Alabo que este Gobierno ha puesto en la agenda de la política nacional el tema de la seguridad ciudadana. Designó a una persona que, en conjunto con los alcaldes, realiza un trabajo que es de larga data, que los resultados se verán después, pero que demuestra que el cambio se puede dar. Con ayuda de todos los colombianos, generando una cultura de legalidad, podremos tener el país que nos merecemos.

¿Y en el plano local y departamental?

Hay acciones e inversiones, pero se debe profundizar. Me entristece que en el Contrato Plan los proyectos para la seguridad ciudadana, que se generaron con apoyo de Cisalva, quedaron por fuera.

¿En qué fallamos, por qué no avanzamos en seguridad?

La seguridad es un tema que se debe seguir tejiendo en Colombia, ojalá hubiera sostenibilidad de los programas que muestran calidad y que no fuera tan permeado por el tema político. Se hacen gestiones y por alguna razón este tema queda por fuera. No hay coherencia en las líneas, a mí me preocupa quién sucederá al alcalde Guerrero, Cali está repuntando a nivel mundial, está en una agenda diferente.

Medellín era una opcionada para ser sede los Juegos Olímpicos Juveniles, pero pesó el tema de la seguridad. ¿Qué opina?

Es un sofisma de distracción a nivel mundial con cifras que no sabemos de dónde salen. Muchas veces los medios de comunicación tienen parte en eso. En Argentina el tema del robo es tenaz. Aquí se hizo la Conferencia de Comunidades Seguras con más de 600 personas, no hubo un solo incidente; estamos listos para los Juegos Mundial. Trabajamos en el instituto con países de Latinoamérica para trabajar con cifras reales.

¿Qué hacer con los menores?

Es un tema complicado porque son víctimas de las personas que quieren obrar en contra de la sociedad, que encuentran un caldo de posibilidades para utilizar la inocencia de un menor. Hay que mirar experiencias de otros países, es un tema de brindarles oportunidades igualmente atractivas que las ilegales, remunerables y mucho mejores para que no pongan en peligro su vida.

Una de las tareas de Cisalva es certificar comunicades seguras. ¿Cuál es esa ciudad ideal?

Cada ciudad tiene sus aportes de buenas prácticas para ofrecerle a la ciudad y sus conciudadanos un lugar donde la vulnerabilidad del ser humano, desde la parte integral, no sea solo un tema de policía. Siendo injusta con otras comunidades y sus líderes resaltaría la labor de Chiapas en México que, sin paternalismo, generó un tema de desarrollo en el que la comunidad hizo parte, la educación es fundamental. Hoy es ejemplo en América Latina.

Y en Colombia...

Hay varias, pero el problema es que cada cuatro años nace Colombia y solo cuando se continúan los proceso se pueden consolidar. Con evidencia sabemos que Bogotá es un ejemplo. Cuando se dan problemas como en el Valle que estuvo en ingobernabilidad, o, Cartagena, no se puede consolidar ningún proceso.

¿Cómo ve los diálogos en La Habana?

No conozco el tema, pero soy optimista. En 53 años de vida no puedo decir que he vivido un día de mi vida en paz en este país. Tengo mucha ilusión, como todos los colombianos, de que efectivamente se llegue a un acuerdo por el bien de las personas que han sufrido en este conflicto armado

Colombia podrá ser más segura y en paz?

Si creo, depende de cada uno de nosotros.

PATRICIA ALEY
REDACCIÓN CALI