El
triunfo de la salud pública contra Novartis
Aug. 10 de 2013
Por: Germán Velásquez,
Consejero especial para la Salud y el Desarrollo. Carlos Correa, Consejero
especial para la Propiedad Intelectual - Organización Centro Sur, Ginebra
(Suiza)
La sentencia de la
Corte Suprema de la India es un fuerte golpe contra las transnacionales
farmacéuticas y un ejemplo para países como Colombia que aún padecen el peso de
compañías globales, que en lo último que piensan es en la salud de los
ciudadanos.
Un proverbio chino dice: “Cuando el
sabio señala la Luna, el tonto mira al dedo”. Cuando la Corte Suprema de la
India señalaba la salud pública, la transnacional farmacéutica suiza Novartis miraba su cuenta de beneficios.
Después de siete años de litigio en
cuatro instancias judiciales, el gigante farmacéutico vio desmoronarse una
estrategia legal destinada a controlar el mercado de medicamentos mediante el
uso indebido de patentes sobre desarrollos técnicos triviales.
La India ha creado en las últimas dos
décadas una fuerte industria farmacéutica, centrada en la producción de
medicamentos genéricos a bajo costo. Es reconocida hoy como ‘la farmacia del
Tercer Mundo’. También provee de medicamentos a numerosos países desarrollados,
principalmente a los Estados Unidos.
Ese desarrollo fue en gran parte
posible porque la India optó, en 1995, por no otorgar patentes sobre
medicamentos por el período de ‘transición’ de diez años, permitido por el
Acuerdo sobre propiedad intelectual de la Organización Mundial de Comercio
(Acuerdo sobre los ADPIC).
Sin embargo, la India debió aceptar
solicitudes de patentes desde 1995, que quedarían en un mail box para
ser examinadas y eventualmente concedidas a partir del 2005. Al abrirse ese
buzón se encontraron unas diez mil solicitudes relativas a productos
farmacéuticos, entre ellas la ahora denegada a Novartis
sobre una forma del mesilato de imatinib,
un producto para combatir ciertas manifestaciones del cáncer.
¿Cómo puede explicarse ese gran número
de solicitudes de patentes en espera, teniendo en cuenta que entre los años
1995 y 2005 se habían aprobado solo cuatrocientos nuevos medicamentos, la
mayoría de ellos los llamados me toos?
(aquellos para los que ya existen otros tratamientos, que generalmente no
conllevan ventajas terapéuticas con respecto a los ya disponibles).
Se explica por la práctica de los
grandes laboratorios de patentar derivados o modificaciones menores de
productos cuyas patentes van venciendo, con el fin de prolongar artificialmente
el periodo de exclusividad. Esta práctica, conocida como evergreening ha sido posible en algunos países
como resultado de la aplicación de laxos criterios de patentabilidad.
Naturalmente, la extensión del plazo de
protección por patentes excluye la competencia de productos genéricos, en
detrimento del acceso de los pacientes a fármacos, muchas veces vitales, a
menores precios.
En defensa de la salud
Con el fin de combatir esto y evitar
que se ahogara el desarrollo de la industria farmacéutica local, la India
introdujo una enmienda a su ley de patentes en 2005. Esta condicionó su
aceptación sobre medicamentos a la existencia de un genuino aporte inventivo,
traducido en un aumento de la eficacia terapéutica de un medicamento si este ya
fuera conocido.
La Corte Suprema de la India no ha
hecho más que aplicar esta norma en el caso Novartis,
con una impecable justificación técnica y jurídica. La patente solicitada por
la empresa provee, en efecto, un ejemplo paradigmático de la estrategia de evergreening.
El proceso comienza con una patente
sobre una fórmula del Imatinib, descrita de manera
tal que cubría millones de moléculas portadoras del principio activo; continúa
con una sal del imatinib (esto es,
una de las diversas formas en que el principio activo se mezcla con un
excipiente para administrar el medicamento en forma sólida) y culmina con la
solicitud de patente (ahora denegada) sobre una forma cristalina (llamada
también polimorfo) de dicha sal.
Dado que en la India no eran
patentables los productos farmacéuticos antes de ponerse en vigencia el Acuerdo
sobre la materia, Novartis procuró obtener allí la
última patente, sobre la ‘forma cristalina’ de la sal del imatinib.
Pero, finalmente, la Corte Suprema con su elaborada sentencia del 1 de abril
del año 2013, desbarató el intento.
Su análisis demostró que no hay ninguna
invención sobre la que Novartis puede reclamar
válidamente una patente. De tener éxito, el laboratorio hubiera obtenido un
monopolio sobre un medicamento ya conocido y en el dominio público, que
comercializa a altos precios.
Negocio mezquino
Según Médicos Sin Fronteras, citado por
el diario francés Le Monde del 1 de abril de 2013, el precio
del fármaco Glivec en la India es de 4.000 dólares
por persona al mes, cuando el de la versión genérica es de 73 dólares por persona
al mes. (Glivec es globalmente el medicamento más
vendido de Novartis, con ventas en el 2012 por 4.600
millones de dólares).
Ello en un país donde el 40% de la
población vive con menos de 1,25 dólares al día. La repercusión del fallo de la
Corte Suprema india en la prensa internacional y entre las organizaciones
vinculadas con la salud pública ha sido notable y justificada. Desde que el
caso entró en la Corte, dejó de ser un litigio de una empresa sobre un
medicamento particular y se convirtió en un caso de la salud pública contra las
estrategias de monopolización.
La resolución de este caso no solo es
importante para la India; lo es para los muchos países que dependen del
suministro de genéricos, especialmente antirretrovirales, desarrollados en este
país. Su industria podrá seguir fabricando y exportando este y muchos otros
medicamentos a precios asequibles para los pacientes y los sistemas de salud de
muchos países.
La víspera del fallo, Paul Herling, director de
investigación de Novartis, había declarado al Financial Times: “Si la situación actual
continúa, es decir, que todas las mejoras a una molécula existente no serán
patentables, estos ‘nuevos’ medicamentos no serían comercializados en la
India”.
Sin embargo, la amenaza no es creíble.
Por una parte, la India ofrece un mercado potencial de 1.200 millones de
personas; si bien es solo el decimocuarto en valor en el mundo, viene creciendo
a una tasa del 13% y 14% anual, ritmo hoy impensable en los países
desarrollados. Por la otra, el caso de Novartis era
extremadamente débil, y una decisión similar podría tomarse en otros países en
los que han comenzado a aplicarse criterios más rigurosos para conceder
patentes.
Este caso representa una victoria en un
combate generalmente desigual, en la que la multinacional quería poner cerrojo
a la industria de los genéricos. Es un fuerte golpe a las prácticas que
distorsionan el sistema de patentes y hacen inaccesibles los medicamentos a
quienes los necesitan. Es de esperar que en otros países se dé la misma
prioridad a la salud pública.
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