Semana
El estrés que genera el cáncer
PSIQUIATRÍA Manejar
la ansiedad durante el tratamiento no solo mejora su pronóstico sino que
incrementa la calidad de vida del paciente.
Atacar o huir. Esa es la
respuesta automática del estrés frente a los estímulos abrumadores que ponen en
riesgo la vida. Cuando la amenaza es el cáncer el cuerpo prepara esa misma
respuesta fisiológica ancestral, solo que en este caso el paciente no tiene control
para atacarlo ni mucho menos pa
ra echar a correr.
Por eso, es natural que
cuando alguien se entera de que lo padece se asuste, se angustie y se estrese,
y no solo por un día, sino indefinidamente. Algunos lo niegan, lo que puede ser
el equivalente psicológico de huir, y otros se someten a un tratamiento, lo que
equivale a atacarlo. Pero en esta lucha el paciente es un sujeto pasivo.
De este modo la respuesta
del estrés no puede resolverse de un día para otro y fácilmente se convierte en
una condición crónica o, “un susto sostenido con intensidades variables a lo
largo de varios meses”, como dice Ariel Alarcón, psiquiatra y psicoanlista de la Clínica Marly, en Bogotá.
El experto, que ha
trabajado por más de 15 años en el manejo del estrés, en especial con pacientes
diagnosticados con algún tipo de tumor, escribió el manual Vencer el cáncer,
en el que enseña cómo evitar que esa respuesta prolongada incida negativamente
en el pronóstico de la enfermedad.
Aunque hay casos de
pacientes que han logrado únicamente con técnicas psicoterapéuticas vencer este
mal, Alarcón no pretende curarlo solo con una actitud positiva. Tampoco es la
idea decirles a los pacientes que no sientan angustia ni se depriman. Su
objetivo es disminuir el impacto psicológico de la enfermedad y permitir que el
paciente mantenga una calidad de vida aceptable mientras recibe el tratamiento
médico.
Esto es importante porque,
según la evidencia científica, las personas con actitud negativa, neurótica y
con poca conciencia de lo que están pasando sufren más dolor, tienen más
problemas afectivos, se adaptan menos al tratamiento y son más reticentes a
acatar las recomendaciones médicas.
Algunas de ellas ven el
cáncer como una fuerza difícil de vencer, otras como un castigo y lo aceptan
como si fuera parte de su destino, lo que les impide luchar por su vida. Todo
lo anterior aumenta las complicaciones y les resta años de vida.
Lo contrario también es
cierto. Los enfermos con herramientas mentales para aceptar la enfermedad como
un reto superable son mejores pacientes y asumen este desafío como una
experiencia aleccionadora. “En pocas palabras: sufren menos”, dice el
autor.
Muchos se preguntarán cómo
no estresarse con un mal que, a pesar de los avances médicos, es potencialmente
mortal. Alarcón asegura que gracias a su experiencia en la psicooncología,
se puede disminuir ese impacto con técnicas de relajación, visualización y
meditación cuyos resultados han sido probados clínicamente.
“No se trata de desaparecer
el estrés porque una vida de calidad sin angustias ni conflictos no existe”,
dice. El objetivo de estas herramientas es ayudar al paciente a bajar esos
niveles de ansiedad para que pueda resolverlos y enfrentarlos de la mejor
manera.
Para controlar el estrés
hay que saber de él: conocer cómo se produce y cómo intervenir para revertir su
efecto. Por ejemplo, se sabe que las técnicas de relajación favorecen el sueño,
que se interrumpe por la ansiedad, sin necesidad de somníferos. Pero además de
esto, ayudan a combatir síntomas físicos como el dolor y las náuseas que
provoca el tratamiento, y mejoran el funcionamiento del sistema inmunológico.
La meditación, por su
parte, incrementa la calma, el bienestar y el optimismo, una actitud crucial
pues permite adaptarse a la situación, disminuir el sufrimiento y fomentar el
autocuidado. Además, ayuda a despertar la espiritualidad, una dimensión humana que
todos poseen, independientemente de su fe religiosa, un factor que parece ser
clave en el pronóstico del cáncer.
Alastair Cunningham es un
biólogo molecular canadiense que luego de curarse de cáncer de colon avanzado
creó en Toronto el centro Wellness, donde trabaja con
un protocolo que incluye la dimensión espiritual. Cunningham cree que este fue
crucial en su experiencia personal.
La sanación espiritual,
como la llama, consiste en la aceptación de un ser supremo, en practicar el
perdón y en la reparación, y ha mostrado tener resultados positivos en quienes
la siguen de manera comprometida. Algunos de estos pacientes, según los
estudios del canadiense, logran vivir hasta 18 meses más de lo previsto,
mejoran su calidad de vida y disminuyen su sufrimiento.
El proceso no sería
completo sin incluir el concepto de calidad de vida, que según Alarcón es
diferente para cada paciente. En el cáncer, tener en cuenta este aspecto es
determinante porque muchos de los tratamientos para combatirlo tienen altos costos,
no solo económicos, sino físicos y psicológicos.
“Un medicamento nuevo puede
prolongar la vida a costa de estar hospitalizado, con muchos dolores y con
soporte para funciones vitales”, explica Alarcón. En ese sentido, hay un
aumento de unas semanas o meses sin que haya un aporte de vida de calidad.
Alarcón señala que si se los pone a escoger, muchos de sus pacientes prefieren
poderse comunicar y dar y recibir amor por unas horas o días, a permanecer
semanas sufriendo en una cama sin poder pensar, decidir o hablar.
Desafortunadamente no todos
reciben este tipo de intervención psicológica. Aunque la ley de cáncer,
pendiente de ser reglamentada, prevé que los pacientes y sus familias tengan un
manejo interdisciplinario, en muchos casos quienes los atienden no son los
profesionales más idóneos.
Según Alarcón, “últimamente
han proliferado en Colombia centros de oncología donde se ven muchos pacientes
en el menor tiempo posible y donde no hay mucho tiempo ni mentalidad para
sentarse a discutir los pormenores emocionales o espirituales de los
pacientes”.
El libro busca llenar ese
vacío para que muchos puedan tener un manejo emocional de la enfermedad. No hay
que olvidar que el primer reto que el enfermo y su familia deben sobrepasar es
el miedo. Y si bien no se puede huir, sí es posible calmarse y mantener siempre
una actitud combativa, proactiva y optimista.
La personalidad C
El efecto del estrés en el cáncer es de doble vía. No solo tener cáncer lo
produce sino que es frecuente la asociación entre los altos periodos de estrés
y la aparición de los síntomas de esta enfermedad.
Aunque esto no quiere decir que haya una relación de causa y efecto, es
posible que un tumor que se desarrollaba lentamente, y que estaba controlado
por el sistema inmunológico, avance más rápido tras sufrir altos y prolongados
niveles de estrés.
En experimentos con ratones de laboratorio se ha visto que aquellos
sometidos a situaciones estresantes tienen más riesgo de desarrollar rapidamente tumores cancersosos.
Este hallazgo no se puede extrapolar a los humanos, pero el psiquiatra Ariel
Alarcón dice que ha observado muchas veces esta asociación.
También se sabe que aunque el cáncer se presenta por igual entre los
diferentes tipos de personalidad, hay rasgos que se relacionan con su
aparición. Se le llama personalidad C (por cáncer) y se caracteriza por la poca
asertividad y expresión de los sentimientos negativos como la rabia, y la
complacencia social.
Aunque aún falta investigar más para confirmarlo, Alarcón señala que
reprimir el disgusto y la rabia impactan en la
aparición y el tratamiento del cáncer, pues no expresarlas genera altos niveles
de estrés. Tampoco tienen buen pronóstico las personas sin espíritu de lucha
que se sienten desvalidas ante esta enfermedad.