Por: CARLOS F.
FERNÁNDEZ | | 17 de Febrero del 2013
Inquietud
e incertidumbre empieza a causar en el mundo médico el anuncio del lanzamiento,
el próximo 21 de febrero, del libro La verdad sobre el colesterol, del médico
neumólogo y profesor emérito de la Universidad de París Philippe Even.
No
es para menos: de entrada, Even asegura que el
colesterol no es un temido asesino en serie, responsable de miles de ataques
cardiacos y accidentes cerebrovasculares, y que bajar
sus niveles en la sangre podría ser perjudicial.
Después
de analizar cientos de estudios sobre el tema, con un equipo de expertos, todos
independientes de la industria farmacéutica, concluyó que "nada en la literatura
médica demuestra la existencia de un vínculo entre los niveles de colesterol y
la arteriosclerosis (o
taponamiento de las arterias)". De hecho, considera que el llamado
'colesterol malo', que causaría esta enfermedad, es un mito.
En
ese orden de ideas, bajar los niveles de colesterol no tendría ningún beneficio
para la salud, con excepción de unos pocos casos de hipercolesterolemia
familiar (aumento exagerado y hereditario de grasas en el cuerpo).
"El
miedo al colesterol se basa en una secuencia ininterrumpida
de mensajes orquestada por una intensa propaganda cada vez más sofisticada para
mantener el poderoso mercado de los medicamentos reductores del colesterol, que
en el 2011 fue de 25.000 millones de euros", dice Even.
En
abril del año pasado, el médico y científico danés Uffe
Ravnskov, autor del polémico libro Los mitos del
colesterol (2009), publicó un informe que recoge los resultados de la revisión
de una serie de artículos que demostraban que las personas con el colesterol
elevado vivían más tiempo porque, entre otros beneficios, protegía contra las
infecciones. "Se trata de un hecho difícil de explicar (...), pero esto
contrarresta de plano el efecto benéfico de las estatinas
(fármacos contra el colesterol)", dijo Ravnskov.
Las dudas sobre los verdaderos beneficios de
estos medicamentos no son nuevas.
Una investigación de la Escuela de Medicina de Harvard comprobó que en las
mujeres su uso no representaba ningún beneficio, lo mismo que en los hombres de
más de 69 años sin antecedentes de ataques cardiacos; además, de cada 50
hombres jóvenes que las toman durante cinco años, solo uno se beneficia.
La
revista Business Week también publicó una
investigación que sugiere que, excepto en los pacientes cardiacos de alto
riesgo, los beneficios atribuidos a las estatinas son
exagerados.
Efectos adversos
Lo
dicho no deja de lado las investigaciones que demuestran los efectos de riesgo
que conlleva el uso frecuente de estos medicamentos, consumidos por cerca de
220 millones de personas en el mundo.
En
febrero del año pasado, la Administración de Alimentos y Medicamentos de
Estados Unidos (FDA, por su sigla en inglés) obligó a los fabricantes a incluir
en las etiquetas de estos fármacos advertencias a médicos y pacientes sobre la
posibilidad que tienen de causar diabetes, pérdida de memoria y confusión.
Estas
posiciones ya generan un fuerte debate en el mundo científico. El presidente de
la Federación Francesa de Cardiología, Claude Le Feuvre,
refutó a Even diciendo que el colesterol no es el único culpable de los
infartos.
Al
mismo tiempo, cientos de estudios refuerzan las bondades de las estatinas; no obstante, vale decir que aunque son
rigurosos, muchos de ellos son cuestionados al ser financiados por la propia
industria que las fabrica.
Por
ahora, los médicos y algunas sociedades científicas piden calma y recomiendan a
los pacientes no suspender los tratamientos sin consultar con sus médicos.
¿Qué son las estatinas?
Son
drogas que bloquean una enzima en el hígado e impiden que se produzca
colesterol. Hay distintos tipos, como la atorvastatina,
la simvastatina, la rosuvastatina,
la pravastatina, la fluvastatina
y la lovastatina. Crestor, Lipitor, Zocor, Pravachol, Pravigard, Lescol, Mevacor, Advicor, Balcol son, entre otras, las marcas más conocidas
en el mundo.
*
Con información de 'Le Nouvel Observatteur'.
CARLOS
F. FERNÁNDEZ
Asesor médico de EL TIEMPO