Ejercitarse No Es Cuestión De Poder, Sino De Querer Hacerlo

Ponerse en buena forma física y hacer ejercicio para perder peso, mejorar el estado de ánimo y cuidar la salud es uno de los constantes propósitos que se plantea mucha gente al comenzar el año.

Pero, a medida que avanza enero y pasan los días, ese entusiasmo inicial se convierte en desgano.

“Estoy muy cansado”, “apenas veo los resultados” y “no tengo tiempo”, son algunas de las justificaciones. Cuando llega el momento de ir al gimnasio, realizar caminatas o practicar algún deporte, la mayoría se plantea excusas que esconden su falta de ganas y motivación.

“Una excusa muy común, sobre todo en los jóvenes, es la falta de tiempo libre pues deben estudiar o cumplir deberes, pero es cuestión de organizar el tiempo”, dice la psicoterapeuta y experta en entrenamiento deportivo Mila Comin.

“En todo caso, el ejercicio no representa un obstáculo para sus estudios sino, al contrario, un estímulo, porque al entrenar queman calorías, se relajan y despejan, y vuelven a estudiar con mayor concentración y lucidez”, señala.

“Detrás de la mayoría de las excusas se encuentra la falta de motivación. La mejor forma de contrarrestarla es hacerse consciente de las múltiples virtudes del ejercicio”, dice la entrenadora deportiva Loles Vives Jorba.

Lo cierto es que el ejercicio del cuerpo no sólo mejora la condición física y anímica, sino que además aumenta la agilidad y autoestima, y hace que la gente se canse menos, que tenga un aspecto más juvenil, una piel más tersa, unos músculos más tonificados y un cuerpo atractivo.

“Cuanto antes comencemos a ponernos en movimiento, mucho mejor, porque, si nos ejercitamos a partir de los 20 o veintitantos años, al llegar a los 40 nuestro cuerpo estará acostumbrado a la actividad física, progresará y se beneficiará mucho más que si nunca ha trabajado”, apunta la experta. La idea saboteadora de que “no se dispone de tiempo” para entrenar es sencilla de desmentir. La solución pasa por dividir los entrenamientos. Por ejemplo, trabajando con peso por las mañanas y practicando aeróbicos más tarde, o bien repartiendo los ejercicios aeróbicos en dos turnos.

Con la amplitud de horarios que ofrecen los gimnasios en la actualidad, es difícil no hallar un momento para dedicárselo a uno mismo.

Hay que tener claro que el ejercicio no es una obligación sino una actividad que aporta salud y bienestar. Además, no requiere un hueco enorme en la rutina diaria y es una necesidad para quien tiene un ritmo de trabajo muy intenso.

Una hora de entrenamiento bien aprovechada y el debido asesoramiento basta para obtener los resultados esperados (ver recuadros).

¿Y CUÁNDO SE VEN LOS RESULTADOS? Muchas personas se desmotivan al no ver los resultados de lo que hacen.

En estos casos, conviene ser realista. Si una persona acaba de comenzar a entrenar, necesitará al menos 6 semanas, realizando al menos media hora de entrenamiento con peso (tres veces a la semana) y 30 minutos de ejercicio aeróbico (que implica movimiento) de 3 a 5 días a la semana, para perder un uno por ciento de grasa corporal o adelgazar un par de centímetros de cintura y caderas. Además, conviene cambiar de rutina física cada 6 semanas, porque los músculos se acostumbran a hacer la misma actividad y el cuerpo quema menos calorías.

Es aconsejable probar un nuevo deporte o variar la intensidad de los ejercicios para estimular las fibras musculares que permanecían inactivas durante los entrenamientos cotidianos.

Pero, sobre todo, hay que darse tiempo, ya que si se entrena regularmente, al final verá los resultados y el esfuerzo y tiempo invertidos serán recompensados.

IDEAS PARA PONER EN PRÁCTICA Propóngase entrenar durante cinco minutos. Comprobará que, al comenzar a hacerlo lentamente y sin presión psicológica, no sólo puede continuar entrenando por más tiempo, sino que además lo va a desear.

Otra opción para motivarse y huir del desgano consiste en programar sesiones cortas, lentas y menos intensas para el entrenamiento físico. Así, en lugar de correr en un trayecto lleno de cuestas, hay que realizar la carrera sobre un camino fácil, de forma más sosegada.

También hay que aumentar la propia energía antes de entrenar; por ejemplo, comiendo algo ligero y rico en carbohidratos, como una fruta, o durmiendo durante 10 minutos para recargar las baterías del organismo