Hace unas semanas tuve la oportunidad de escuchar una charla de Andrés Oppenheimer, comentando su libro ‘Basta de historias’. En
él se describe lo que están haciendo otros países en materia de la educación, y
la importancia que le otorgan al tema otros gobiernos y la opinión pública.
No pretendo describir el libro, solamente quisiera resaltar algunas de sus
ideas que podrían aplicarse a nuestra región. Sea lo primero destacar la
importancia de la educación como promotora del crecimiento económico mediante
la aplicación de la ciencia, la tecnología y la investigación. Como lo
insinuaba Peter Drucker,
estamos viviendo la revolución del conocimiento de igual forma que en el pasado
vivimos la revolución industrial. La abrumadora cascada tecnológica nos ha
suplido con herramientas que realizan operaciones sorprendentes, muchas de las
cuales parecen producto de la magia más que de la física o la electrónica.
Dichas herramientas se han convertido en instrumentos indispensables de la vida
moderna, por ejemplo: el correo electrónico, el computador, el teléfono
celular, etc. Sin embargo, en Latinoamérica muchos son los que continúan
mirando más hacia atrás y se engolosinan con el pasado, en lugar de luchar para
conquistar el futuro. ¿Que tal Chávez exhumando los restos de Bolívar?
Así como antes se mencionaban las brechas del ingreso para evaluar el bienestar
relativo de las naciones, en el futuro también se tendrán que considerar los
indicadores del progreso de la educación para juzgar el estado del desarrollo.
El registro del número de patentes es una medida de avance tecnológico. La
importancia de los descubrimientos científicos es otra. El número de profesionales
con doctorado podría también calificar.
Hace un poco más de 50 años, un período relativamente corto para una
institución de educación superior, en Cali sólo existía
Cuando de calidad de educación se habla, los países latinoamericanos ocupan
lugares poco honrosos, en cambio los asiáticos van a la vanguardia. Hasta los
estadounidenses se han rezagado. Así lo corroboran las mediciones de Pisa (Program for International
Students Assessments). Para
mejorar estas calificaciones, el camino más expedito es mejorar la calidad de
los maestros. Existe una ecuación inexorable; buenos maestros producen buenos
alumnos. Existen países donde solamente los mejores estudiantes pueden optar
por la docencia. Valdría la pena intentarlo en nuestra región.
PD: ¿Por qué tardan tanto tiempo en ejecutarse las obras públicas en Cali?