No queda mayor duda de que los jóvenes y adultos discapacitados
deben asistir a los colegios e instituciones donde se educan los demás.
El Colegio Nuevo Gimnasio de Bogotá organizó un seminario sobre la inclusión
en los colegios regulares de niños y niñas discapacitados o con severas
dificultades de aprendizaje. Gordon Porter, autoridad
mundial en la materia y comisionado para los derechos de los discapacitados de New Brunswick (Canadá), fue el
expositor central y defendió la propuesta de educar a estos niños en los mismos
colegios a donde asisten los demás. Él sostiene que la idea está consagrada en
una convención de las Naciones Unidas sobre los derechos de los niños.
Recientemente, con motivo de los Juegos Paralímpicos,
varios comentaristas deportivos han señalado la escasa atención que les prestan
los medios y el público a estos juegos. Esto ha hecho evidentes la indiferencia
y el descuido de la población, en general, de las necesidades y derechos de las
personas con impedimentos físicos o mentales.
A veces surgen ejemplos dramáticos de lo que ellos tienen que hacer para
sobresalir, como el de una joven que asistió a un programa de pregrado en Harvard, junto con su
mamá, que la acompañaba a todas sus clases, vivía con ella en uno de los
dormitorios y le servía de intérprete y apoyo para superar sus problemas de
comunicación y de aprendizaje.
Cuando esta joven se graduó y se difundió la noticia de este logro
admirable, pensé en los costos para la institución y para la familia que
posiblemente ocasionó este esfuerzo y en la posibilidad o imposibilidad de
generalizar la experiencia y hacer más accesibles universidades como los Andes,
la Javeriana o la Nacional a personas con
discapacidades o dificultades de aprendizaje.
Después de escuchar a Porter, no queda mayor dudad de que los jóvenes y
adultos discapacitados deben asistir a los colegios e instituciones donde se
educan los demás. Este es uno de los derechos que reclama Porter para ellos y
es necesario principiar a pensar cómo darles este acceso antes de que lo haga
la Corte Constitucional. No se trata exclusivamente de un problema de
educación, sino de salud pública y equidad, y de finanzas gubernamentales
también.
En Europa hay una amplia conciencia de la responsabilidad del Estado y de la
sociedad de proveer los servicios necesarios para que estas personas puedan
defenderse socialmente y en la vida. El profesor Porter observa que esta
responsabilidad es del Estado y de toda la sociedad.
En Colombia se tendría que comenzar por despertar el interés y crear
conciencia sobre el abandono en el que hemos tenido a estas personas,
tradicionalmente excluidas de las actividades normales.
En cierta forma, tal descuido permitiría que ahora se canalizara todo el
esfuerzo que se necesita a educar a los discapacitados con los demás niños,
entre otras razones porque nunca se podría atender adecuadamente a dicho
segmento de la población en instituciones separadas especializadas.
Las organizaciones educativas públicas o privadas que acometan la tarea de
aceptar en su medio a los discapacitados deben estar dispuestas a hacer mucho
más de lo que hacen con los niños que no tienen esas dificultades, a adoptar
metodologías y filosofías de aprendizaje que tengan en cuenta las necesidades y
preferencias individuales de los niños en general y a incurrir en mayores
costos.
Se debe tener muy en cuenta también que la diversidad del cuerpo estudiantil
genera grandes beneficios para todos, no solamente para los discapacitados.
En las instituciones educativas lo que se debe buscar no es que los
estudiantes sean todos iguales sino que sean distintos. Ganan en su apreciación
del mundo, en sus valores y en inteligencia emocional con la diversidad que
emana de la inclusión de los discapacitados.