“Sólo con educación se logra equidad social”: Ministra de Educación

Con la radicación del proyecto de reforma educativa, la ministra de Educación, María Fernanda Campo, tiene muy claro que su tarea es mostrar los ases que el Gobierno tiene para mejorar la calidad de la educación en el país.

No olvide que...

El total de la matrícula oficial y privada en el sector educativo es de 10 millones y medio de estudiantes. En el sector rural hay cerca de 1’500.000 niños.

La ministra de Educación, María Fernanda Campo.

Nació en Buga y, cómo no, adora al Cristo Milagroso, centro de culto en su concurrida y famosa Catedral.

Estudió ingeniería industrial en la Universidad de los Andes e hizo un Master en en Finanzas en la American University. Fue Viceministra de Relaciones Exteriores y viene de cosechar una larga carrera de éxitos, principalmente al frente de la Cámara de Comercio de Bogotá.

Siempre ha querido guardar un perfil bajo y en su actividad profesional y laboral se define como una persona orientada a lograr resultados. Es su principal característica. Tremendamente disciplinada y perseverante, es también muy hábil en las relaciones interpersonales, que se le dan fácilmente.

Sin embargo, tiende a esquivar a los medios de comunicación, que a veces le producen cierta aprensión (como a todo aquel que no se descresta con las letras de molde o con los micrófonos).

Ya como titular de la cartera de Educación, la cosa es a otro precio. Con una reforma en pleno debate, que ha causado repeluz en ciertos sectores y prendido las alarmas en otros, la ministra sabe que el pulso apenas comienza.

Si bien la Academia se apuntó un primer ‘round’ con el retiro, por parte del presidente Santos, del capítulo relativo a la ‘educación con ánimo de lucro’, el grueso de la artillería está por llegar con la radicación, la próxima semana, del proyecto de reforma educativa con el cual el Gobierno busca mejorar la calidad de la educación en Colombia.

Entiendo que usted es tímida, a tono con su jefe, el presidente Santos, que acaba de admitir en una entrevista que él era gago como su padre, Enrique Santos Castillo y su abuelo, Enrique Santos Montejo...

Bueno, yo no soy gaga, pero sí tengo un sonsonetico valluno… Risa. He hecho grandes esfuerzos para atemperarlo, pero creo que no lo he logrado todavía. Y es que me basta una llamada telefónica de mi madre para empezar a hablar en bugueño. Le aseguro que he hecho un esfuerzo por pulirme, sin mucho éxito.

Bueno, dicen que eso de la vallecaucanidad imprime carácter. Risa. ¿Cómo recuerda sus estudios en la Universidad de Los Andes?

Como una época maravillosa. De mucha exigencia porque como yo venía de un colegio pequeño de Buga, desde el primer semestre sentí la diferencia desde el punto de vista de preparación académica, entre mis compañeros y yo. Eso me obligó a hacer un esfuerzo extraordinario para nivelarme académicamente y sacar un promedio sobresaliente.

O sea que usted vivió una situación similar a la que enfrentan, aún hoy, los estudiantes de colegios de provincia que llegan a estudiar a grandes universidades de las capitales como Bogotá, Cali, Medellín o Bucaramanga?

Definitivamente sí. Hay grandes brechas de calidad entre regiones y entre colegios oficiales y colegios privados, reconociendo que hay muy buenos colegios de unos y otros. La anterior ministra, Cecilia María Vélez, hizo una extraordinaria labor. Avanzamos de manera importante, en cobertura, en conectividad y en modernización del sector. Sin embargo, todavía hay que persistir en el mejoramiento de la calidad.

¿Cúal es la estrategia?

Hay diferentes para cada uno de los niveles educativos. Tenemos una para Primera Infancia, con niños menores de 5 años. Otra para el nivel de preescolar, básica y media, y otra, completamente diferente, para el nivel de la educación superior y formación para el trabajo.

¿Qué harán en cada uno de los niveles?

Vamos a focalizar nuestros esfuerzos en aquellas poblaciones más pobres y vulnerables, donde, cuando uno analiza las pruebas, encuentra los más bajos niveles de aprendizaje. Son los niños más pobres, con las necesidades básicas insatisfechas más altas. Es ya un axioma que, sólo a través de la educación –y una educación de calidad– se logra que haya más equidad y movilidad social.

¿Cuál es entonces, la meta frente a Primera Infancia?

Llegar a un millón doscientos mil niños menores de 5 años –los más pobres de Colombia –con atención integral: educación, salud, nutrición y acompañamiento sico- social.

Esa es la meta de aquí al año 2014 y es la inversión socialmente más rentable, porque en los primeros cinco años de vida es cuando se desarrollan las capacidades cognitiva, sico-motriz y sico-social, del ser humano. Eso es revolucionario en materia de atención integral al menor.

Entiendo que se planea involucrar a los rectores en una forma diferente.

Queremos transformar el modelo de gestión en cada colegio donde cada rector sea líder, no solamente de los temas administrativos, sino pedagógicos, y pueda movilizar a su equipo de docentes para trabajar de forma muy articulada en todo este proceso.

¿Qué tienen previsto en materia de evaluaciones?

A partir del 2012 se reforzará el sistema de evaluaciones con el propósito de que los profesores cuenten con información permanente para detectar las brechas que en materia de conocimiento y de aprendizaje tienen los niños y puedan adelantar acciones para ayudarlos a mejorar y a superarlas.

¿No cree que los docentes también necesitan refuerzos?

Sí, es absolutamente vital el acompañamiento y la formación de nuestros educadores. La transformación de la calidad en el sector educativo se da en el aula de clase. Por primera vez, los maestros contarán con el soporte de tutores o capacitadores, que les ayudarán mediante un plan de formación docente.

¿De dónde saldrán esos capacitadores?

Como necesitaremos más de tres mil, haremos convocatorias para escoger los mejores docentes que quieran participar en este proceso de transformación y lideraremos el proyecto desde el Ministerio, con el acompañamiento de las secretarías de educación municipales. Los tutores liderarán procesos para transmitir sus buenas prácticas.

¿Eso depende de la reforma?

No tiene nada que ver. Comenzamos ya un proyecto piloto en 24 entidades territoriales, con 400 colegios. La meta es llegar, en 2014, a los tres mil establecimientos educativos de más bajo nivel en todo el país.

¿Qué hacer con la precariedad de las escuelas sobre todo en el área rural?

Crearemos un ambiente digno porque muchas no solo son precarias, sino que carecen de mantenimiento. Muchas veces los niños se ven obligados a estudiar en condiciones lamentables. Les daremos una buena alimentación escolar porque, con frecuencia, los padres en condiciones de pobreza absoluta, envían a sus hijos a la escuela para que allí puedan tener un desayuno o un almuerzo. Algunos no pueden pagar tampoco ningún tipo de transporte.

Leí un informe sobre el bajo nivel de comprensión de lectura, ¿es cierto?

Sí. Tenemos que mejorar el nivel de comprensión de lectura porque sólo el 30% de los niños de tercer grado de primaria entienden lo que leen y las pruebas Pisa muestran que alrededor de un 48% de los jóvenes de 15 años son “iletrados funcionales”, es decir, que leen, pero no entienden lo que leyeron.

¿No es arriesgado asegurar que en tres años harán esta transformación educativa, con los problemas de desplazamiento, inseguridad en el campo, reclutamiento forzado, minas antipersona y todo aquello que fomenta la gran la deserción escolar?

Usted tiene razón, uno de los mayores problemas del sistema educativo a todos los niveles es el alto índice de deserción por todo lo que menciona. Para llegar a estas poblaciones vulnerables hemos desarrollado los “modelos educativos flexibles”, en los que el modelo se ajusta a las condiciones del entorno.

Por ejemplo...

Cuando el padre necesita que en cosecha los hijos ayuden en la recolección. A través de modelos pedagógicos, el ministerio y las secretarías de educación facilitan que los niños vayan, dos días por semana a clase, y los otros tres trabajen con su papá y se les dejan tareas y ejercicios para hacer en casa.

¿Cómo lograr que los diversos sectores se pongan de acuerdo en lo que debe ser una educación de calidad?

Una primera aproximación la validé con los 95 secretarios de educación del país. Nos reunimos con los padres de familia, con rectores, con docentes, con estudiantes, para construir entre todos ese gran imaginario de lo que debería ser una educación de calidad en Colombia.

La conclusión es que debe ser, ante todo, una educación que forme mejores seres humanos con valores, con principios éticos, que respeten lo público, que promuevan y respeten los derechos humanos y que aprendan a vivir en paz.

¿Cómo se enseña?

Si usted logra desarrollar lo que se denominan competencias ciudadanas, logrará inculcar cómo desarrollar su propio proyecto de vida. Ahí es cuando surge la tentación de todos de crear cátedras de cívica, de educación sexual, de urbanidad. No, no se aprende a ser un buen ser humano en una cátedra de 2:00 a 4:00 pm., los lunes o los jueves. En el sistema educativo estas competencias se desarrollan a través de proyectos transversales, que van desde el grado cero de preescolar, hasta el grado once.

¿Qué hacer cuando 3.600.00 niños salgan del bachillerato y no tengan acceso a la Universidad?

Realizamos foros en más de 26 regiones y a partir de una discusión profunda, surgió un proyecto enriquecido para lograr cuatro grandes objetivos: calidad, mejor oferta de instituciones técnicas y tecnológicas, y de universidades, mejores condiciones de acceso para los jóvenes más pobres de Colombia y que no solamente entren a un programa de educación superior, sino que logren graduarse. El nivel de deserción en educación superior es del 45%.

¿Cuáles son las causas de la deserción?

Económicas y académicas. Los papás no tienen cómo pagar matrícula o transporte, o alimentación. O salen muy mal preparados del colegio y cuando llegan a la universidad, o a un programa tecnológico o técnico, no tienen las condiciones ni logran nivelarse para terminar una carrera exitosamente.

¿Cuál es el presupuesto?

A las 32 universidades estatales les giramos 2.2 billones de pesos al año. Con la reforma, si la aprueba el Congreso, en los próximos tres años le llegará al sector de la educación superior 1.5 billones de pesos más, entre 2012 y 2014. De ese monto, más o menos 700 mil millones irán a financiar la oferta, es decir, a las universidades e instituciones técnicas, tecnológicas estatales para que mejoren calidad y abran más cupos; el otro porcentaje, más o menos 800 mil millones, irán a financiar la demanda.

¿Eso qué quiere decir?

A través de la Ley se transforman las condiciones financieras del crédito para estudios a través del Icetex porque eran tremendamente costosas. Ya no lo son, pero queremos que eso quede en una ley y que no sea sólo la voluntad del gobierno de turno. La tasa de interés real para los jóvenes más pobres de Colombia va a ser igual a cero, un porcentaje de su crédito se les condonará, y si son los mejores estudiantes, de acuerdo con las pruebas del Icfes, se les condonará el 100% del crédito.

¿Cómo se cuidarán esos recursos frente a la corrupción galopante?

Un cuarto elemento importantísimo permite que haya mayor transparencia y rendición de cuentas por parte de todas las instituciones de educación superior. Que cada padre de familia sepa cómo se están utilizando los recursos que se giran a cada universidad. Eso se va a lograr con nuestra función de inspección y vigilancia.

Bueno, allí va a ser Troya, porque las universidades sostienen que les quita autonomía...

Eso es totalmente falso. Por el contrario, la fortalece frente a la Ley 30 aún vigente. La Constitución le otorga al Presidente la facultad de control y vigilancia para garantizar calidad y en desarrollo de ese principio constitucional, sin afectar la autonomía de nuestras instituciones.

Pero la vigilancia en manos de los gobernadores le va abrir una tronera de entrada a la politiquería...

El Ministerio de Educación Nacional tiene control y vigilancia. Sin embargo, son las Secretarías de Educación las que, por disposición legal deben ejercer esa labor sobre todas las instituciones educativas. Eso existe desde la Ley 715, no habrá cambios.

¿Cuál es su plan B para ampliar cobertu- ra, ahora que se cayó la educación con ánimo de lucro?

Tenemos como meta aumentar la cobertura en Educación Superior, del 37% actual al 50%. En cuatro años vamos a hacer lo que, antes se hizo en ocho. Eso implica crear 640 mil nuevos cupos en programas técnicos, tecnológicos y universitarios en estos tres años. De estos, se preveía que 50 mil cupos iban a ser creados por entidades con ánimo de lucro. Al haberse retirado esa posibilidad se reacomodará el sistema para ver cómo los financiaremos. Podría ser con créditos educativos a través del Icetex, y podríamos dar más apoyo a algunas instituciones de naturaleza estatal.

¿La reforma de las regalías no serán un gran apoyo?

Desde luego que sí, y logramos que –de manera expresa y taxativa– quedara en la ley que con esos recursos se puede hacer inversión en infraestructura física en el sector educativo.

La reversa del Gobierno en el proyecto de educación con ánimo de lucro fue, evidentemente, una decisión política tomada en la mesa de trabajo de la Unidad Nacional, ¿Cómo se sintió con eso?

Para el país es importante aumentar la inversión en Educación Superior porque los recursos públicos, por más que se incrementen y haya diversidad de fuentes, nunca serán suficientes para atender las grandes demandas que tenemos en esa materia. Sigo considerando que era muy importante la inversión privada para ayudar a cofinanciar ese sector, como sucede en la mayoría de países del mundo. Eso sí desde el Ministerio de Educación tendríamos la obligación de garantizar una buena calidad para esos nuevos oferentes en educación superior. La mesa de la Unidad Nacional concluyó que, aunque se había llegado a consensos importantes, no había acuerdo sobre la inversión privada y, con realismo político, optó por retirar ese punto que generaba tanta controversia, porque el país no estaba preparado.

¿Ese retiro afecta la reforma?

En realidad no. Aspectos muy importantes: mejorar la calidad y el acceso, lograr el principio básico de la equidad, promover la internacionalización, la investigación, la ciencia, la tecnología y el bienestar de los universitarios, continúan.

¿Cree que ya retirada la manzana de la discordia, la reforma que someterá esta semana al Congreso, tendrá luz verde?

Margarita, soy consciente de que toda reforma educativa genera grandes controversias en el sector académico. El Gobierno y en el Ministerio somos absolutamente respetuosos frente al disenso y las marchas que se puedan dar. Lo único que pedimos es que se den de forma pacífica, sin el vandalismo que hubo durante las protestas de hace dos semanas.

Le han criticado que usted sacó esa reforma sin consultar inicialmente con nadie, ¿no fue un riesgo?

El Gobierno anterior había presentado ante el Congreso una reforma que solamente tocaba los temas de financiamiento. Después de conocer con mayor profundidad el sector, llegué a la conclusión de que teníamos una oportunidad de oro, no sólo para aumentar el financiamiento, sino para hacer una reforma integral en el sistema de educación superior. En reuniones con los rectores uno de ellos me dijo que la reforma debería haber salido del seno de la comunidad educativa. Pregunté cuanto tardaría arrancar de cero y dijeron que dos años y medio. El país necesita esta reforma, en eso hay consenso, pero no podemos emprender un proyecto que seguramente le tocaría presentar al próximo Gobierno. Los tiempos son distintos y el compromiso del presidente Santos y de la Ministra de Educación es generar condiciones de equidad para que más jóvenes, especialmente los más pobres de Colombia, puedan acceder a una educación de calidad.

Lo más duro está por venir con los debates en el Congreso y la respuesta de los gremios educativos, lo cual quiere decir que por un tiempo, usted no va a ser propiamente la Ministra de Educación más popular dentro de la comunidad académica, ¿cómo la ve?

Margarita, el reto es gigantesco. Hemos surtido la primera fase de la construcción colectiva de una propuesta y me siento orgullosa de haber abierto este espacio de participación en un tema en el que, a pesar de las diferencias, el país reconoce el espíritu abierto y democrático que le hemos dado a la discusión. Sé que lo más duro está por venir y que ahora hay que continuar y trabajando con los parlamentarios para que ellos en su sabiduría, decidan cuál es la mejor reforma a la Educación Superior de nuestro país.