El Tiempo

 

Editorial: Vacunación, un derecho seguro

 

Por: EDITORIAL |

7:32 p.m. | 12 de Abril del 2013

Las vacunas son el más eficaz insumo de salud pública. Los estudios demuestran que son seguras. Lo que se necesita es acompañamiento, principalmente para los padres.

 

Las vacunas son una de las herramientas más valiosas en el campo de la salud pública. Desde que Edward Jenner, en 1771, descubrió que los gérmenes de la viruela que atacaban a las vacas afectaban menos a los granjeros, y luego Louis Pasteur y Robert Koch hicieron sus aportes al campo de las inmunizaciones, la humanidad ha podido evitar muchas enfermedades mortales e incapacitantes y mantener a raya graves epidemias.

Aunque la enorme efectividad de este recurso bastaría para respaldar su uso masivo en todos los casos, desde hace varias décadas una corriente mundial, alimentada por más de 35 organizaciones, la mayoría de los Estados Unidos, el Reino Unido y Australia, promueve la restricción de su uso a partir de supuestos riesgos que superan sus beneficios.

El argumento más sonado en este sentido fue el anunciado por el gastroenterólogo Andrew Wakefield, que en 1998 sugirió una relación entre la vacuna triple viral (contra el sarampión, la rubéola y las paperas) y el autismo. Aun cuando luego dichos conceptos fueron considerados fraudulentos, generaron un voz a voz que alimentó infundados y peligrosos temores entre los padres, que, en no pocos casos, acabaron por impedir que sus hijos la recibieran.

En ese orden de ideas, vale la pena resaltar la más reciente publicación de la revista Journal of Pediatrics, que recoge las conclusiones de rigurosos estudios científicos que comprobaron que no existe vínculo alguno entre vacunar a los niños en sus primeros dos años de vida y los trastornos del desarrollo y del comportamiento compatibles con el autismo.

De igual forma, hace unos meses se encendió otro debate en torno a la seguridad de la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) como resultado de la campaña de vacunación masiva de todas las niñas y adolescentes del país, con la que se pretende frenar la incidencia de cáncer de cuello uterino, causado por tal germen.

Colombia es una de las 40 naciones que incluyeron este biológico dentro de sus esquemas nacionales de inmunización. La meta es cubrir a 3,5 millones de niñas y adolescentes. Sin embargo, a partir de una serie de casos expuestos por la Asociación de Afectadas de la Vacuna del Papiloma, conformada por padres y pacientes españoles que la ligan a efectos secundarios adversos, se ha venido intensificando una polémica entre quienes defienden el biológico y quienes ponen en duda sus buenos efectos.

En el país, la aparición de un supuesto efecto adverso, vinculado a la vacuna contra el VPH en Arauca, encendió las alarmas de las autoridades sanitarias. De manera tajante, y después de analizar toda la evidencia científica y la información disponibles sobre el asunto en Colombia y en el mundo, aquellas ratificaron no solo su seguridad y utilidad, sino que insistieron en que la vacunación continúe.

La lección que queda de todo esto es que, aun cuando es claro que las vacunas son seguras, es necesario que planes así sean acompañados de campañas de educación y asesoría permanente para los padres.

No puede perderse de vista que la amplia disponibilidad de información buena, regular y mala que existe en Internet y las redes sociales sobre temas de esta clase puede generar temores innecesarios, algunos de ellos avivados por argumentos moralistas (la transmisión del VPH está ligada a la actividad sexual), que desbordan la verdadera intención sanitaria y ponen en riesgo grandes esfuerzos como el que ahora se hace, en beneficio de millones de colombianas.