Editorial: Enfrentar el embarazo adolescente
Por: EDITORIAL | 7:32 p.m. | 16 de Enero del 2013
A la severidad que se
espera contra quienes han sostenido relaciones ilegales con menores, la deben
acompañar acciones integrales, mucho más allá de los anticonceptivos.
Una vez la Policía Nacional, tras una acción que merece todo el
reconocimiento, le devolvió a Katherine Gallego su bebé, Allison Brigitte,
luego de que esta fuera raptada en Bogotá, la atención se centró en la edad (27
años) de su progenitor, considerablemente mayor que Gallego, de apenas 14.
De este episodio y de su posterior desarrollo -el ICBF anunció
acciones legales contra el padre de la niña- surgen reflexiones en dos
sentidos.
Por un lado, preocupa que sean tantas las madres que engendraron
a sus criaturas sin haber alcanzado los 14 años, edad que, de acuerdo con el
Código Penal, marca el límite entre las relaciones sexuales consentidas y el
abuso. Aquí no hay atenuantes: cualquier persona que quebrante dicha ley debe
ser castigada. En este sentido no queda sino apoyar el llamado que ya hizo el
ICBF para que, por conducto del sistema de salud, se reporten los casos de madres
menores de 14 años, para así dar inicio a la acción que le corresponde a la
Fiscalía en estos casos.
Por otro lado, lo acontecido vuelve a poner sobre el tapete la pregunta de qué
hay detrás del embarazo de adolescentes, fenómeno que limita las posibilidades
de desarrollo de las madres, de sus hijos y de sus familias y contribuye a
perpetuar círculos de pobreza en vastos sectores, por no mencionar su
repercusión en el desarrollo económico del país.
Hay que comenzar por reconocer que la claridad del diagnóstico
contrasta con las penumbras sobre sus causas.Por eso,
para tener bases más sólidas en el debate, no sobra comenzar por revisar los
supuestos sobre los cuales se ha desarrollado la discusión y poner a prueba las
hipótesis para verificar qué tan actualizada está la información.
Distintos actores afirman, por ejemplo, que, a falta de otros
proyectos de vida, buena parte de las adolescentes buscan tener hijos y
conformar sus propios núcleos familiares. Al respecto, la Encuesta Nacional de
Demografía y Salud (ENDS 2010) detectó que siguen siendo mayoría -64 por
ciento- los no deseados. Lo que no significa que se deba desatender al
porcentaje restante y ver qué luces nuevas aporta. En tal sentido, hay que
tener en cuenta lo dicho por el director del ICBF, Diego Molano, para quien a
estas niñas les ha faltado "un proyecto de vida claro debido a la
violencia entre la familia. Por la búsqueda de afecto se toma la decisión del
embarazo".
En esta línea, hay consenso en torno a que la disponibilidad de
anticonceptivos -por cierto, gratuitos, así como las asesorías para los menores
por medio del sistema de salud- y las campañas que promueven el sexo seguro,
aunque necesarias, no son suficientes. Ante esto, todo apunta a que el abordaje
debe ser integral y ajustado a la dinámica social.
Las acciones contenidas en el Conpes
147, que busca que alcaldes y gobernadores le den prioridad al asunto e
incorporen, en sus planes de desarrollo, acciones concretas para afrontarlo,
así lo reconocen. Estas se enfocan en la falta de oportunidades para los
jóvenes, la imposibilidad de construir proyectos de vida, la violencia
intrafamiliar, el mal uso del tiempo libre y la mala calidad de la educación
sexual que reciben, lista en la que caben la trivialización
de la sexualidad y el descuidado manejo del erotismo.
Tales acciones deben ser política de Estado y en cuya
implementación los jóvenes deben tener voz y voto, y el sector educativo y las
familias, también poner de su parte.
Por último, no se puede pasar por alto cómo los esfuerzos por
incorporar coherentemente este tema a los currículos han fracasado en medio de
agrios debates, en los que prima la moral sobre la salud pública y el derecho
de los más jóvenes a estar bien informados.