Editorial: Los augurios del dengue

Por: EDITORIAL |

9:22 p.m. | 29 de Marzo del 2013

 

 La forma como se le ha hecho frente a esta amenaza desde las regiones es un buen termómetro de su capacidad, de cara a la reforma propuesta de la salud.

Pocos ponen en duda que el dengue les está ganando la batalla a las herramientas de salud pública de las que dispone el país para enfrentarlo. Eso queda en evidencia con los últimos reportes oficiales sobre el avance de la enfermedad en Colombia, según los cuales, en lo que va corrido de este año, ya han sido reportados más de 15.000 casos, 300 de ellos de dengue grave, que han cobrado la vida de 15 personas, cifra tres veces más alta que la presentada en el mismo periodo del año pasado.

Sería injusto desconocer que Colombia no es el único país afectado. De hecho, este mal, causado por un virus y transmitido por la picadura del mosquito Aedes aegypti, ha repuntado en toda la región.

Eso no quiere decir que la situación del país no amerite una mirada cuidadosa. En primer lugar, cabe afirmar que el dengue no es una novedad. El 80 por ciento de los municipios están por debajo de los 1.800 metros sobre el nivel del mar, lo que brinda las condiciones climáticas ideales para el crecimiento y proliferación del mosquito que lo transmite.

No es gratuito que la nación haya contado, desde siempre, con planes de contingencia para contener la enfermedad, que incluyen recursos suficientes para que los departamentos puedan ejecutarlos debidamente. Valga resaltar que solo el año pasado los entes territoriales recibieron, a través de las resoluciones 404, 4278 y 4485, alrededor de 56.000 millones de pesos, que debían ser destinados a labores de prevención y mitigación.

Por eso, los deficientes resultados en esta materia indignan a propios y extraños. Hace unas semanas, el mismo Ministerio de Salud denunció que aquellos se debían, en buena medida, a la penosa gestión de alcaldías y gobernaciones al respecto. Al parecer, las trabas administrativas no han permitido hacer los ajustes necesarios para llevar a cabo la tarea y hoy, por ejemplo, aspersores y elementos de fumigación permanecen subutilizados.

Las autoridades tendrían que estar mirando con lupa qué está pasando, particularmente, en las diez entidades territoriales más afectadas y donde se concentra el 76 por ciento de los casos reportados. No en vano, la contralora general de la República, Sandra Morelli, haciéndole eco al Ministerio de Salud, se refirió a la necesidad de realizar una investigación para establecer responsabilidades en este problema de salud pública.

La coyuntura está servida, toda vez que el proyecto de ley ordinaria para reformar el sistema de salud, radicado en el Congreso por el Gobierno, contempla la posibilidad, en su artículo 31, de que las gobernaciones y las alcaldías se constituyan en gestoras de servicios de salud. Eso quiere decir que no solo responderían por las acciones de sanidad pública en sus zonas de gestión sanitaria, sino que operarían el régimen subsidiado. La propuesta concuerda con la petición largamente formulada por muchos secretarios del ramo.

El país está a tiempo de preguntarse qué ocurriría con aspectos tan delicados como estos si quedan en manos de entes territoriales que, por su fragilidad institucional, su falta de coherencia administrativa y la indebida intromisión de políticos corruptos, no han logrado controlar ni uno solo de los factores que los acechan, como el dengue, aun cuando cuentan con los recursos.

Las gobernaciones y alcaldías capaces de asumir la tarea propuesta en el proyecto se cuentan con los dedos de una mano. Mientras las cosas no cambien, cualquier delegación en tal sentido debe ser vista con reserva.

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