El vía crucis del Hospital
Universitario del Valle
La
directora del HUV, María Lucero Urriago, señaló que las EPS del régimen
subsidiado le deben a la institución $43.542 millones.
Llegó
el viernes de la semana pasada, remitido del hospital San Vicente de Paúl de
Palmira. Su diagnóstico, aunque él lo desconoce, es un cáncer gástrico. Joaquín
Elías Cruz, de 80 años, está interno en la sala de urgencias del Hospital
Universitario del Valle, HUV. Para ser más exactos, está en uno de los
pasillos, vecino del ascensor.
Aunque
tiene cáncer gástrico, su tratamiento no es diferente al de los otros enfermos
que están en urgencias. A él le pasan una bandeja con comida, como a los demás.
No tiene una dieta especial.
Su
atención, aunque urgente ya que la enfermedad lo carcome, es lenta. “Llevo
cinco días esperando un examen que no me han podido tomar”, relata. Sigue en
turno de espera.
Joaquín
Elías, otro ‘inquilino’ de ese pabellón está ahí solo porque es un habitante de
la calle. De él se ocupa una auxiliar de trabajo social del hospital, que
aunque quisiera dedicarle todo su tiempo, no puede. “Muchas personas vienen en
su misma condición, sin familia. Mi deber es suplir ese papel. Velar porque lo
atiendan, le pongan el medicamento, le hagan los exámenes. No es que el médico
se olvide, es que con el sobrecupo que tenemos es muy
complicado que el profesional se dedique a un solo paciente”, dice Nancy
Cabezas, funcionaria del HUV.
Diariamente
a urgencias llega un promedio de 120 pacientes nuevos, según relata Amanda
García Lenis, subdirectora de Urgencias del HUV. Y
entre el viernes y el domingo ingresan unos 70 pacientes (cuando el fin de
semana es calmado) ó 150 (cuando la violencia y la accidentalidad se dispara en Cali). La capacidad del área de urgencias es para
169 pacientes acomodados en las salas. “Pero ante la alta demanda, se tienen
ocupadas unas 300 camillas y cerca de 120 enfermos están en el pasillo. El sobrecupo es permanente”, explica la médica.
El
personal del HUV maneja altos niveles de estrés por las condiciones difíciles
de trabajo debido a la falta de insumos para atender pacientes, el sobrecupo permanente y la inestabilidad laboral por
contratación con CTA y demora en pagos de salarios. Adolfo González, médico del
HUV.El sobrecupo no termina ni con la muerte. La morgue del
hospital está al 150% de su capacidad. El sitio tiene quince cadáveres, pero
las neveras fueron diseñadas para diez. “Hay mucho muerto quedado, familiares
que no lo recoge, que se lo dejan a la institución para que se encargue de su
entierro”, dice Julián Villada, auxiliar del
anfiteatro.
Sí,
de la plata que debe servir para atender a los enfermos se destinaron $30
millones para enterrar a los muertos sin dolientes en un convenio que firmó el
hospital con la Arquidiocésis de Cali.
Falta de insumos
En
otro punto del área de urgencias está José Joaquín Gómez, de 81 años. Llegó el
martes en la madrugada. Su acudiente, Martha Lemper,
es voluntaria del hogar de ancianos Cristo de la Paz.
Ella
no sabe qué tiene José, a pesar que ha preguntado muchas veces. Lo único que
hizo una enfermera fue pedirle que comprara una inyección de Plasil, para controlar el vómito. Porque aunque los
directivos lo nieguen y aseguren que sólo piden el medicamento cuando los
familiares se ofrecen, en muchos casos, como le tocó a la voluntaria del ancianato, sí tienen que conseguir lo que hacen falta para
la atención del paciente.
En
otros casos, reconoce Nancy, la auxiliar de trabajo social, salen a buscar el
medicamento con las voluntarias.
La
falta de insumos es uno de los problemas más graves del HUV y es una de las
razones que ha causado el creciente malestar con la administración actual de la
entidad, que se suma a otros males como la politiquería y la escasez de dinero.
La toma diaria del lobby del hospital por los sindicatos y algunos empleados de
cooperativas es la única salida que han encontrado para manifestar su
inconformismo.
“El
hospital lleva muchos años enfermo, pero últimamente se ha agravado”, dice el
médico Adolfo González Hadad.
La
Subdirectora de Urgencias dice que a veces escasean los antibióticos debido a
que los laboratorios no los despachan. También se agotan con rapidez guantes,
jeringas, catéteres para canalización de venas y esparadrapos. “Hay
dificultades, porque esos son insumos que se gastan en grandes volúmenes. Pero
el hospital hace lo posible por tenerlos”, afirma.
La
directora del HUV, María Lucero Urriago, explica que
la escasez se debe a la alta cartera que tiene la entidad, que suma $202.283
millones.
“En la medida que llega el dinero de la contratación con la Gobernación y las
EPS del régimen subsidiado vamos pagando las obligaciones. Pero siempre
privilegiamos el personal por encima del pago a los proveedores. Debo reconocer
que ellos son muy comprensivos, pero en ocasiones la deuda es tan alta que
dejan de despacharnos mientras les hacemos un abono o le pagamos la deuda”,
indica.
Otras
áreas también padecen, así sea menos notorio, la falta de plata del HUV.
El
médico cubano Luis Mariano Draguet
lleva once años en el HUV. Trabaja en la Unidad de Cuidados Intensivos, UCI.
Dice que en los últimos cuatro meses la situación ha sido complicada porque el
paciente de UCI requiere grandes cantidades de medicamento, especialmente de
antibióticos. Por eso, dice el profesional, muchas veces rezan para que el
paciente responda a tratamientos combinados. Así transcurre el día a día del
personal asistencial del HUV, quienes aprendieron a trabajar en medio de la
constante escasez.