Donación de gametos: rostros anónimos de quienes donan vida

Donar células de óvulos y espermatozoides se compara con donar sangre, dicen expertos en fertilidad.

"Siento que el bebé que está dentro de mí es mi hijo, a pesar de haber acudido a una donante para concebirlo", afirma Andrea, una de las mujeres que han tenido que acudir a bancos de semen y de óvulos para hacer realidad el sueño de ser madres.

A causa del aumento de casos de infertilidad y de la evolución de los tratamientos, es cada vez más común ver a donantes y a parejas que buscan favorecerse con ellos.

En Colombia, la primera donación masculina ocurrió en 1978 (en el mundo, cumplen más de 30 años y y los de óvulos, 26), con la creación del Centro Colombiano de Fertilidad y Esterilidad (Cecolfes). Nueve años después, se dio en el país la primera donación de óvulo fresco y solo en el 2004, con óvulo congelado.

Elkin Lucena, ginecólogo, obstetra, experto en reproducción humana y director de Cecolfes, recuerda que en Colombia el inicio de la donación de gametos (células de óvulos y espermatozoides) fue traumático, porque la gente pensaba que constituía una incitación al adulterio. Aún el tema no ha dejado de ser tabú.

En Estados Unidos y en países de Europa, estos procedimientos no solo se ofrecen en los bancos de espermatozoides y de óvulos, sino en páginas de Internet, "con catálogos, fotos e información específica de los donantes", dice Cecilia Hernández, ginecóloga, especialista en medicina reproductiva de la Unidad de Fertilidad Clínica de la Mujer.

En
Colombia, los bancos de gametos son el único medio para realizar el proceso de la donación. Según el Invima, hay 19 de estos centros.

Diego*, un joven empresario y estudiante, asiste a uno de ellos. A los 19 años, cuenta, comenzó a "cargar una cruz" luego que, junto con su novia, recurrió al aborto. Desde entonces, sentía tener una deuda con la vida. Ahora, a los 29, encontró una manera de enmendar su falla: la donación de esperma.

"Soy una persona espiritual y creo en la ley de la compensación. Quería resarcir cosas que me habían sucedido. Para mí fue importante remediar esta situación, que me agobiaba", relata.

Los donantes llegan de manera voluntaria a los bancos, a través del 'voz a voz', asegurándose de proteger su identidad, ya que para algunos resulta inconfesable el hecho de prestarse para suplir este tipo de necesidades.

Carlos Jiménez, biólogo, especialista en reproducción humana y coordinador del Programa de Fertilidad de Profamilia, explica que "donar gametos es igual a hacerlo con un hueso, con una córnea o con sangre: hace parte de nuestro cuerpo. Es importante donar con un objetivo altruista y no económico".

Pero no todas las motivaciones son tan generosas. Fabián, un joven universitario, reconoció que lo hace por obtener dinero, ya que no tiene recursos suficientes y vio en esta actividad la única posibilidad de estudiar.

No hay comerciales en medios de comunicación ni llamados públicos para prestar este servicio.

En el caso de los hombres, los candidatos deben acreditar que son estudiantes universitarios o profesionales, en edades que oscilen entre los 20 y los 40 años, que se consideran las edades más reproductivas.

A las mujeres se les exige que sean mayores de 21 años y menores de 30.

Aunque hay quien pueda considerarlos "pecadores" y "liberales", según el doctor Jiménez, "el donante no es un personaje oscuro; todo lo contrario. Si no existiese, las personas que quisieran lograr un embarazo con una célula donada no podrían hacerlo sin su ayuda".

Sin excepción, los donantes deben someterse a exámenes médicos y psicológicos, antes de ser admitidos. Estadísticamente, de cada 100 personas que aspiran a serlo, solo el 10 por ciento clasifican.

El primer paso de la selección es una entrevista para analizar la vida personal y familiar del aspirante. En los varones, se hacen análisis de calidad espermática, un examen físico general y una valoración sicológica.

El final es una consulta con el genetista y un examen para verificar el estado de los cromosomas.

Cuando los aspirantes pasan todas las pruebas, se lleva a cabo el proceso de congelación de semen. Deben donar, por lo menos, dos veces a la semana durante seis meses, ya que las muestras deben permanecer en estado de cuarentena porque, a pesar de que los exámenes iniciales salen normales, cada tres meses hay que verificar que las muestras estén libres de enfermedades y sean suficientes para ser utilizadas en un tratamiento de fertilidad.

Con ellas es más complejo

Las mujeres, por su parte, pasan por una valoración médica y sicológica similar. Pero ellas, además, asisten al ginecólogo y deben practicarse una ecografía y exámenes hormonales para verificar la reserva de ovarios.

En ellas, la donación es un proceso más complejo, pues la reserva de óvulos tiene un límite, mientras la del semen no.

Además, la ginecóloga afirma que en los últimos años la técnica de congelación de óvulos en nuestro país se encuentra en proceso de mejoramiento. Por eso, todavía se opta por el método con óvulos en fresco. Este consiste en preparar el organismo de la receptora y de la donante al mismo tiempo.

"Cuando empieza el ciclo menstrual, la receptora debe tomar ciertos medicamentos para preparar el útero, hasta que se decida cuál es el momento propicio para la transferencia de óvulos.
Paralelo está la donante, quien debe seguir un proceso más complejo para preparar sus óvulos y extraerlos", explica la especialista.

Las mujeres solo pueden donar una vez al mes sometiéndose a estimulación ovárica, no más de cinco veces en su vida.

Milena, de 25 años, ha vivido esta experiencia. Su objetivo es ayudar a quienes no pueden concebir y pagar sus estudios. Quiere tener sus propios hijos dentro de cuatro años y dice que por ahora sus óvulos "serán de una mamá y de una nueva familia".

Los hijos que serán producto de su donación no la conocerán, porque en Colombia es obligación de los centros de fertilidad mantener el anonimato de los donantes y estos nunca deben exigir la identidad del receptor.

"En caso de alguna acción legal, se libera de paternidad. Por otro lado, la pareja receptora acepta que es una donación anónima y que no debe hacer ningún tipo de reclamo", explica el especialista de Profamilia. En California y en Inglaterra la legislación permite que jueces liberen ese anonimato, cuando el individuo nacido desea conocer al padre biológico.

Una particularidad de esta actividad es que no está permitido el pago a donantes por sus gametos, sino que reciben una compensación por el tiempo invertido en el proceso.

Quienes sí deben pagar por el tratamiento, que oscila entre 3 millones de pesos y 20 millones de pesos son las parejas infértiles, una situación que vive el 20 por ciento de la población. Es el caso de Lucía y Gabriel quienes, por cinco años, buscaron su tan anhelado primer hijo.

Después de pasar por una serie de procesos quirúrgicos y tratamientos que no daban resultados, creyeron que el sueño de ser padres se disolvía, pero, aún guardando la esperanza que ya se veía lejana, acudieron a un centro de fertilidad especializado.

Luego de chequeos médicos y pruebas, la pareja cumplió el sueño; Lucía estaba embarazada, gracias a la donación de óvulos.
"Después de llevar al bebé en el vientre durante nueve meses y de vivir el nacimiento, este proceso es lo mejor que nos ha podido pasar", cuenta Lucía.

Hoy, Gabriel y su esposa viven con dos hijos sanos.

* Los nombres fueron cambiados.

¿En qué casos se necesitan las donaciones?

-Hombres portadores de una enfermedad genética transmisible.
-Hombres con mala calidad o sin producción de espermatozoides, en quienes se han agotado otros recursos.
- Mujeres con capacidad de ovulación muy deteriorada o agotada.
- Mujeres que no ovulan o con enfermedades que comprometen gravemente sus ovarios.
- Personas con condiciones genéticas que atrofiaron sus gametos o que han agotado su reproducción al exponerse a procesos con tóxicos.

Ser donante; ser receptor

Según Lina María Parada, sicóloga de la Unidad de Fertilidad de la Clínica de la Mujer, los donantes deben tener personalidad sana, no padecer trastornos de conducta (personalidad, control de impulsos, uso de sustancias sicoactivas, trastornos sexuales y de identidad de género) ni tener problemas afectivos.

No deben tener apegos emocionales ni psicológicos a sus gametos. "Algunos candidatos se mueven en la fantasía de los supuestos hijos que no conocerán; demuestran apegos frente a la realidad del proceso, y son descartados por ello", explica.

Algunos donantes entrevistados que ya son padres, agrega la experta, manifiestan conocer la alegría de serlo, por lo que quieren que otras personas tengan esta experiencia.

De igual manera, se elige a donantes que no asuman la donación como si donaran hijos, para no tener alguna repercusión psicológica futura.

En cuanto a las cualidades de las parejas receptoras, "entre ellos debe haber muy buena comunicación. Deben asistir a redes de apoyo, para que les ayuden a afianzar su relación y a replantear el proyecto de vida en común".

Cuando la pareja acepta la donación, es necesario que reconozcan que el hijo fue concebido con ayuda de los donantes, pero que es un bebé de ambos. Esto, con el fin de que la pareja no cree rechazo hacia el pequeño, pues fue un hijo deseado, planeado y buscado por diferentes métodos. "Algunas parejas concluyen que no tenía sentido desgastarse pensando en cosas como si el bebé tendría su información genética, ya que lo importante estaba en la posibilidad de tener un hijo y de compartir la vida con él, comenta la ginecoobstetra Cecilia Hernández.

KAREN SÁNCHEZ Y MÓNICA TORO
REDACTORAS ABC DEL BEBÉ