¿Dolor de estómago? Revise, puede
ser la leche
Este
trastorno común puede manejarse y tratarse. La clave está en identificarlo.
Un
día, y sin avisar, usted se ve asaltado por una variedad de síntomas que lo
dejan desconcertado: cólicos, náuseas, abdomen inflamado, gases y hasta
diarrea. Su reacción es echarle la culpa a lo que se comió y se autoconvence de que está intoxicado. Pero el asunto se
vuelve preocupante cuando el mismo episodio se repite, con una intensidad mayor
o menor.
Lo
que se debe hacer en este punto es detenerse y darle una mirada a lo que se
está comiendo, pues su malestar es el que típicamente padecen
los afectados por una condición muy común conocida como intolerancia a la
lactosa.
¿Es
mala la leche? De ninguna manera; es más, los seres humanos somos mamíferos.
Para las personas que no tienen el problema es un alimento excelente.
¿Por
qué se da la intolerancia a la lactosa? Se presenta cuando el intestino
delgado deja de producir suficiente lactasa, una enzima necesaria para que
usted pueda digerir la lactosa, que es el azúcar de los lácteos. Se estima que
la mayoría de las personas desarrollan, en mayor o menor medida, intolerancia a
la lactosa después de los 20 años de edad.
¿Cómo
sé que se trata de intolerancia? El primer paso es hacer una sencilla
prueba que consiste en sacar, durante dos semanas, todos los lácteos de su
dieta. Al cabo de ese tiempo, empiece a consumir cantidades pequeñas de lácteos
(leche o queso). Esté atento a los síntomas y su intensidad: tener claro hasta
dónde puede llegar con esos alimentos le ayudará a saber a qué atenerse.
¿Y
cómo se diagnostica? Para confirmar el trastorno, el médico puede ordenar al
afectado la práctica de distintos tests, después de
que la persona ha tomado, en forma controlada, leche en diferentes cantidades.
Se trata del test de intolerancia a la lactosa, que
se mide en sangre y sirve para establecer el efecto que tiene sobre los niveles
de glucosa (azúcar); el de hidrógeno en la respiración (pues en personas con
intolerancia es más alto); el de acidez en las heces (que se recomienda en niños
pequeños) y la biopsia de intestino delgado, para comprobar la presencia o no
de lactasa en la mucosa intestinal.
Recomendaciones
Nunca
solo: cuando coma un poco de queso o leche, acompáñelo con algo más.
Llenar el estómago hace más lenta la digestión y los síntomas se reducen.
Yogur: se tolera solo si contiene bacilos activos. Si no le hace
daño, inclúyalo en su dieta. Ojo con el calcio: recurra a otras fuentes,
como nabos, verduras de hoja, repollos, ostras, sardinas, salmón y tofu. Solo el médico puede recomendar suplementos.
CARLOS
F. FERNÁNDEZ
ASESOR MÉDICO DE EL TIEMPO