Descubra qué tan buen oyente es usted

Escuchar no es procesar las palabras sino abrir el corazón para que el otro se sienta comprendido.

Muchos se quejan de que cuando están con un familiar, amigo o conocido, parece que hablan con la pared, pero no analizan si ellos mismos saben escuchar. La razón, algunas personas olvidan que la buena comunicación no es un monólogo: para que funcione debe ser de ida y vuelta.

Aunque parte de las deficiencias comunicativas provienen del ruido exterior e información a la que estamos sometidos, nuestra conexión con los demás se ve interferida por un abundante ruido interior, del que somos totalmente responsables, aunque nos pase inadvertido.

Valoraciones críticas, juicios apresurados, comentarios automáticos, prejuicios negativos, falta de atención, necesidad excesiva de hablar… forman un cóctel de sabor agridulce llamado ‘mala escucha’.

“El mal oyente reclama la atención de quien habla, piensa en lo que dirá entretanto, interrumpe para controlar la conversación y se aferra a sus propias opiniones; mientras que el buen oyente, además de entender lo que otros le dicen y quieren significar, logra que su interlocutor se sienta apreciado y animado a expresar lo que piensa y siente”, señala la psicoterapeuta María Campos, experta en Programación Neurolingüística.

Según Campos, “la auténtica comunicación solo es posible desde el entendimiento, el respeto y la confianza en el otro. Escuchar con el corazón, el cuerpo y la mente es el mejor regalo que podemos hacer a una persona”.

Además, la experta propone un test. Para reconocer que tan buen oyente es, responda.

¿Escucho sin hablar, aunque conozca el final de lo que me dicen?

¿Escucho al interlocutor sin darle importancia a su aspecto?

¿Suelo juzgar antes de que terminen de exponerme algo?

¿Intento entender las entrelíneas de lo que oigo?

¿Permito que el otro acabe de hablar sin interrumpirlo?

¿Trato de entender lo que me dicen y porqué?

¿Me concentro en lo que me manifiestan ignorando el entorno?

¿Miro a quien me habla a los ojos?

¿Al dialogar dejo de hacer lo que estaba haciendo?

¿Escucho con la misma atención a personas de diferente sexo o edad?

Sume las respuestas afirmativas. Menos de cinco significa que su capacidad para atender es muy deficiente. De cinco a siete, debe prestar más atención. Más de siete, va por buen camino.

Claves para escuchar

“A menudo una charla se torna tediosa, porque no nos implicamos en ella y solo escuchamos parte de lo que nos dicen. Si utilizamos nuestra fuerza de voluntad para prestarle atención a la otra persona y nos centramos en ella, descubriremos aspectos suyos muy interesantes o nuevos”, dice Campos.

La experta también recomienda hacer un esfuerzo consciente y sostenido para evitar las interrupciones ya que, además de molesto, interrumpir al otro es poco eficaz, porque hace que se pierda o desvíe el hilo de la charla.

“Hay que cambiar la mala costumbre de ‘cortar’ a quien habla para adelantar nuestra opinión, por el hábito de responder cuando termine de hablar. Los silencios atentos, no solo permiten entender a la otra persona, sino también meditar sobre lo que ha expresado o se va a decir a continuación”, concluye Campos.

Ayude a sanar las emociones de otro

Lo primero que suelen hacer muchas personas que han sufrido una herida emocional es intentar desahogarse con un conocido. Según la psicóloga Lola Mayo, lo que más necesita la persona que sufre es que la escuchen y acepten sus emociones y llanto, que le permitan mostrarse débil y vulnerable, que la acompañen y abracen en esos momentos de dolor. Cuando se atraviesa por un mal momento, el ser humano necesita comunicarse desde el corazón con su entorno.